22 marzo 2015

Una vacuna contra los abusos


¿Están justificadas todas las vacunas que ponemos a nuestros hijos? ¿Nos ocultan información los laboratorios y las administraciones públicas sobre las vacunaciones? ¿Se han hecho estudios científicos para saber cuántas vacunas puede aguantar un organismo humano? A estas y otras preguntas trata de dar respuesta el libro “Vacunas, las justas. ¿Son todas necesarias, efectivas y seguras?” del escritor y periodista Miguel Jara, experto en la investigación de temas relacionados con la salud y la ecología. Jara es además director de comunicación y atención al cliente del Bufete Almodóvar & Jara, especializado en daños provocados por medicamentos e intervenciones sanitarias, industria farmacéutica, salud ambiental, asistencia a empresas del sector sanitario, etc.

Jara reconoce en esta obra los importantes avances logrados por la vacunación para la erradicación y control de diversas enfermedades, al mismo tiempo que alerta de los peligros derivados de la excesiva mercantilización de las inmunizaciones que a su juicio se está produciendo. En la siguiente entrevista concedida a Noticias Positivas nos cuenta las claves de su libro.

El título de este libro, “Vacunas, las justas”, nos hace pensar que no todas las vacunas son necesarias. ¿Se vacuna más de lo debido?

En España un bebé recibe en los primeros meses de su vida más de veinte dosis de vacunas. La tendencia es a incorporar más vacunas en los calendarios de vacunaciones, más dosis y antes. Hay unas 200 nuevas vacunas en investigación y desarrollo. En nuestro país no hay vacunas obligatorias, todas son “recomendables” (o no). Las voces críticas de profesionales sanitarios, aunque con timidez, han aumentado, por lo que se considera “vacunas para todo y para todos” y aunque las inmunizaciones han tenido un recorrido de éxito desde su invención hace más de 200 años, en los últimos lustros su uso racional ha sido pervertido por el mercantilismo que las rodea.


¿Cómo es por dentro este “negocio saludable”, como usted lo llama, de las vacunas?

El ámbito de las vacunas hoy es una especie de cajón de sastre donde se encuentran los éxitos de las de la viruela, la polio o el tétanos y algunas de las más polémicas como gripe, varicela o papiloma humano. La de la gripe se ha publicado en revistas médicas de prestigio que es casi inútil y pese a ello se han dado pelotazos como el de la “pandemia” de gripe A que por suerte no existió. La del papiloma no ha demostrado aún su efectividad; es eficaz sólo en un grupo de serotipos de los más de cien del papiloma; y es de la que más muertes y notificaciones de reacciones adversas graves hay registradas en los centros de farmacovigilancia. Pese a ello, comenzó a implantarse en 2007 en medio mundo. Por la de la varicela litigan en los tribunales el laboratorio fabricante y Sanidad pues ésta detectó que existía abuso en el uso de la misma y hubo de restringirla al ámbito hospitalario.

Usted sugiere que los laboratorios y las administraciones públicas no informan de manera transparente a la ciudadanía para no interrumpir este “negocio saludable”. ¿Nos puede poner casos de esta falta de transparencia?

Es así de duro y claro. Acabo de publicar sobre la demanda judicial que ha interpuesto la familia de Andrea, una chica de 13 años de Asturias que murió a consecuencia del asma que le causó la segunda dosis de la vacuna del papiloma.
La familia de la chica ha tenido que sufrir los intentos de la Sanidad asturiana de entorpecer la investigación. Ni siquiera hubo el obligado consentimiento informado. Otro tanto han padecido algunos padres que han fundado la Asociación Afectados por Vacunas (AxV)
Los laboratorios presionan para que la parte negativa de las vacunas no se conozca y la Administración suele protegerlos, como documento en el libro. De las inmunizaciones sólo suele contarse la parte buena.

¿A quién podemos recurrir en este país cuando se dan casos de personas afectadas negativamente en su salud por una vacuna?

Ese es otro de los temas centrales. No es justo, ni ético ni democrático que cuando se producen reacciones adversas graves, que incluyen la muerte, nadie asuma responsabilidades. Las vacunas tienen una particularidad, son fármacos para personas sanas; te pueden salvar de una enfermedad grave pero como todo medicamento son extrañas para el organismo y este puede reaccionar “mal”. Cuando esto sucede lo responsable es investigar el posible daño, reconocerlo y ofrecer a la persona afectada una compensación por ello y para rehacer su vida. Pero en España no existe un sistema de compensación de daños por vacunas como sí hay en otros países como en Estados Unidos por ejemplo.

¿Qué mecanismos deberían ponerse en marcha para evitar estos riesgos?

Hay que racionalizar los calendarios de inmunizaciones, desarrollándolos con expertos independientes de los laboratorios; aplicar una moratoria a las vacunas que no se consideren necesarias, eficaces y seguras. Es necesario calibrar el sistema inmunitario de los bebés y sus condiciones de vida antes de vacunar. Las vacunas llevan muchos componentes que pueden provocar reacciones adversas en quienes las reciben y en casos minoritarios pero reales las consecuencias pueden ser tremendas, como ocurrió con Andrea o con Luca o con Álvaro, algunos de los casos que describo en mi libro.

Usted afirma que la gripe A ha sido el mayor pelotazo sanitario de la historia. ¿Qué responsabilidades tuvieron la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los gobiernos de los diferentes países en el mismo?

Casi toda. Sin olvidar a los productores de medicamentos. La OMS creó alarma social al elevar el nivel de alerta pero con los datos de lo que sucedía en el mundo austral se sabía que no había pandemia y que la gripe esa temporada sería especialmente “benigna”. La clave sobre cómo se toman muchas decisiones que perjudican a la ciudadanía y benefician intereses privados está en el lobby o presión de las empresas sobre políticos y personas con gran poder de decisión; el fenómeno de las “puertas giratorias” o traspaso de funcionarios de la Administración pública a empresas del ramo y viceversa y los conflictos de interés (buena parte de quienes decidieron en la OMS sobre la gripe A estaban relacionados con los productores de vacunas).

El alarmismo con el que se gestionó la gripe A no es una excepción. También fue patente en nuestro país con la vacuna del papiloma. Usted señala que se emplearon frases como “el cáncer de cuello de útero mata a dos mujeres al día en España” para convencer a los padres y a las madres de que vacunaran a sus hijas. ¿Es de verdad necesaria y saludable esta vacuna del papiloma?

Nada más decidirse que se incluiría en los calendarios de vacunaciones españoles numerosos profesionales sanitarios, entre ellos más de la mitad de los catedráticos de Salud Pública, firmaron exigiendo una moratoria en su aplicación. Su efectividad no se conoce pero sí sobre su seguridad pues es la más conflictiva y los datos oficiales son escandalosos. El Gobierno de Japón ha dejado de recomendarla.

En los países africanos afectados por el ébola, se conoce la existencia de plantas medicinales que pueden ser efectivas contra la enfermedad. Pero según usted, los laboratorios se niegan a investigar las propiedades de estas plantas. ¿Cuál es la razón?

Bueno hay algún estudio publicado sobre indicios de efectividad de alguna planta ante el ébola. El porqué no suele ser interesante para los laboratorios investigar lo que no se puede patentar es evidente, los fármacos con patente se venden mucho más caros que los tratamientos que no están protegidos por una licencia de exclusividad.

Por último, ¿qué consejo le daría a unos padres indecisos sobre la idoneidad de vacunar o no vacunar a sus hijos?

Que se informen bien pues en el ámbito de las vacunas es difícil separar el grano de la paja. Es técnicamente complicado y las vacunas se han convertido en un mito, algo “intocable” sobre lo que no puede hacerse la más mínima crítica. Reina la confusión, el prejuicio y los intereses creados. De todos modos, cualquiera que sea la decisión que tomemos, si se hace de manera informada y honesta será acertada.

Fuente: http://www.migueljara.com

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