20 mayo 2016

El Toro de la Vega morirá a escondidas

Toro de la Vega Tordesillas
“La Junta de Castilla y León se descolgó ayer con una noticia que fue ampliamente difundida en todos los medios y aplaudida por varios sectores políticos: se prohibirá que se le de muerte al Toro de la Vega delante de los participantes, como parte del festejo.”

Destino final: la muerte
Lo que no cuentan los de la Junta y obviamente los políticos no quieren siquiera mencionar, es que el toro morirá igual, pero a escondidas y en silencio, y que las vejaciones a las que será sometido continúan, ya que no se suspende el festejo, sino solamente el final sangriento y público.

Lo cierto es que el Toro de la Vega seguirá festejándose, por lo que el animal será víctima de maltratos, acoso y tortura, pero tendrá una muerte “políticamente correcta”, sin derramamiento de sangre ante las cámaras y aparentemente civilizada.


Tradiciones “superables”

Sin dudas cuando nos referimos al Toro de la Vega que viene celebrándose cada mes de setiembre en la vallisoletana localidad de Tordesillas, hablamos de una tradición que tiene muchos siglos (la primera referencia se remonta a 1534) y de un símbolo para el pueblo y para el país.

Pero en realidad esta costumbre se viene combatiendo desde principios del siglo XX e incluso durante el gobierno de Franco se suspendió la muerte a campo abierto y durante cuatro años desde el 66 al 70, solo se hizo un encierro, aunque a partir de allí se volvió a la llamada “práctica tradicional”.

Más allá del respeto que deben merecer las tradiciones, si nos llamamos civilizados deberíamos aprender a superar ciertas prácticas que por más que lleven años celebrándose, van en contra del más mínimo respeto por los animales y ni que decir por la cultura, el progreso, la superación y la cordura de los seres humanos.

Un ejemplo sin dudas es el Toro de la Vega, al que defenderlo argumentando que dicha usanza se remonta a los tiempos medievales, hace que más de uno recuerde que por esa misma época era licito quemar a la gente, ahorcarlos por orden de un señor feudal y practicar el derecho de pernada y la esclavitud con los vasallos.

Si hemos sido capaces de superar varias de esas “costumbres” que se consideraban normales en su época y estuvieron vigentes durante un tiempo que visto en perspectiva parece increíble, deberíamos poder darnos cuenta que hay determinadas “fiestas” que no tienen ninguna gracia.

¿Un primer paso?
Es de reconocer que de una vez por todas alguien se decidió a ponerle el cascabel al gato, aunque en realidad todo suena mucho a “populismo” en medio de una campaña electoral y a casi 4 meses de la fecha en la que se realiza esta conmemoración, que es parte de los festejos por la virgen patrona del pueblo.

Como era de esperar en Tordesillas están en pleno ataque de indignación, hablando de traición, de atentado a las libertades, de vulneración de las leyes del pueblo y de falta de respeto a las tradiciones nacionales, ya que desde 1980 se considera que el Toro de la Vega es una “fiesta de interés turístico” y en 1999 se lo declaró como un “espectáculo taurino tradicional”.

El pueblo en su mayoría está a favor de que la celebración se lleve a cabo tal y como marca el reglamento o de lo contrario se suspenda (posibilidad que no quieren ni imaginar) y desde la alcaldía se dejó muy claro que van a recurrir la medida ante la Junta.

El Sr. Muelas, vicepresidente del Patronato que rige dichos festejos hizo unas declaraciones que como poco pueden tacharse de combativas. Instó a sus compueblanos a ir a la fiesta y seguir haciendo lo que les plazca y de paso pidió que nadie votara a los que vetaron la muerte del toro.

Varios políticos siempre dispuestos a sacar votos de debajo de las piedras si fuese necesario (y en la actual coyuntura electoralista esto está a la “orden del día”) se apresuraron a felicitar la medida. Es cierto que muchos se habían manifestado públicamente en varias oportunidades en contra de dicho festejo, pero hay quienes tienen mucho morro y solo están subiéndose al carro.

Una reflexión final
Pues eso, que el toro se va a morir sí o sí y eso siempre y cuando los recursos legales que van a presentarse no tengan éxito, porque quedan por delante 4 meses de lucha por parte de los vecinos de Tordesillas encabezados por su alcalde y habrá que ver si la Junta no acaba por ceder y rectificar.

La única forma de que se acaba de una vez por todas con el sufrimiento de tantos animales es que se haga una Ley Nacional de Protección Animal, en la que se prohíban explícita y terminantemente los espectáculos en los que cualquier animal es denigrado, torturado, maltratado y asesinado para diversión de los seres humanos.

Y a esa Ley le hará falta un complemento indispensable: mucha educación, para que desde las escuelas, los institutos y los hogares, se les enseñe a las nuevas generaciones que existe algo llamado respeto y que no solo se lo deben a sus mayores, sino a sus iguales y a todos los seres vivos.

Fuente: ecoticias.com


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