Con la sabana keniana de fondo y ante las cámaras, 11 pirámides de marfil ardieron un domingo de abril en el parque nacional de Nairobi. Más de un centenar de toneladas de colmillos de elefantes quedaron reducidas a ceniza, en un acto simbólico contra la caza furtiva.
Al realizar la mayor incineración en la historia de este material, Kenia lanzaba un mensaje firme a los cazadores furtivos: "el marfil solo tiene valor en un elefante".
Como estrategia comunicativa fue brillante, permitiendo a Kenia promover un enfoque que combina la militarización creciente de la lucha contra la caza furtiva y una persecución firme en el plano judicial.
En 2016 abundó en signos positivos en la lucha contra el tráfico de especies salvajes, una cuestión que figura desde este año en el informe de la Oficina de Naciones Unidas contra la droga y el crimen.