12 abril 2011

Fukushima nivel 7: Esta vez no fue culpa del comunismo

Central nuclear de Fukushima
El Gobierno japonés acaba de dar nuevamente su brazo a torcer y, a la luz de evidencias ya incontestables, ha tenido que reconocer que el accidente nuclear de Fukushima es aún más grave de lo que afirmaba y por ello ha elevado la clasificación del accidente en la Escala Internacional de Sucesos Nucleares (INES) de nivel 5 a nivel 7, como el de Chernóbil.

Con esta decisión cae por los suelos otro tópico de la industria nuclear, el que un accidente de nivel 7 no podría darse en reactores de diseño occidental. Para el lobby nuclear, la culpa de la catástrofe de Chernóbil de 1986 era del sistema comunista y de sus inseguros reactores, pero eso nunca podría pasar en nuestro bien organizado mundo nuclear occidental. Ya se ve que también eso era una burda mentira.


De hecho, el accidente de nivel 7 (INES 7) de Fukushima demuestra claramente que los actuales estándares de seguridad en el mundo occidental son absolutamente inadecuados. Es obvio que este accidente va a tener enormes consecuencias negativas para la industria nuclear a escala mundial. A la vista de estos hechos, el Gobierno socialista de Zapatero haría bien en cerrar inmediatamente las centrales nucleares de Garoña y Cofrentes, que son reactores de agua en ebullición General Electric del mismo diseño que las siniestradas en Fukushima.

La primera clasificación del accidente por parte de las autoridades japonesas (la Agencia de Seguridad Nuclear e Industrial, NISA) fue de INES 4, esto es “accidente con consecuencias de alcance local”, clasificación que no se creyó nadie (salvo los representantes del lobby nuclear, o eso decían). De hecho, ni las agencia de seguridad nuclear de Francia ni la Nuclear Regulatory Commission (NRC) de Estados Unidos (los organismos homólogos al Consejo de Seguridad Nuclear español) avalaron dicha clasificación, dejando claro desde el primer momento que ese accidente era de mayor gravedad que el ocurrido en la central nuclear de Three Mile Island (Harrisburg, EE.UU., 1979) de nivel 5 en la INES.

Quizá por eso, días después, NISA rectificó y lo recalificó a INES 5 “accidente con consecuencia de mayor alcance”. Transcurrido ya un mes de descontrol nuclear, ni siquiera para las autoridades japonesas ha resultado posible ocultar lo que ya todo el mundo sabe y se han visto forzadas a elevar el accidente a categoría INES 7 “accidente grave”, que supone, según la descripción oficial “Efectos generalizados en la salud y el medio ambiente. Liberación externa de una
fracción considerable del inventario del núcleo del reactor”.

Aún así, el Gobierno japonés sigue minimizando los datos, y asegura que la cantidad total de radiactividad liberada en este accidente es aproximadamente una décima parte de la que escapó en Chernóbil. Hay que recordar que el Instituto de Seguridad Nuclear y Protección Radiológica francés hizo ese mismo cálculo hace ya casi tres semanas, en base a la radiactividad ya liberada en aquellos momentos.

El New York Times (NYT) en un artículo publicado en su edición de hoy, incluye la declaración de un responsable de Tokyo Electric and Power (YEPCO) que afirma que “el escape de radiactividad no se ha detenido completamente y nuestra preocupación es que con el tiempo pueda superar la de Chernóbil”. Según cita NYT, el Director General Adjunto de NISA, Hidehiko Nishiyama, reconoce que estuvo saliendo radiactividad por “decenas de miles de Terabequerelios por hora” (cientos de miles de Curios por hora) ¿durante cuántas horas?, aunque ahora afirma que los niveles son muchos más bajos (un Terabequerelio por hora).

Las energías renovables son las únicas verdaderamente seguras. ¡No más Fukushima! Carlos Bravo, responsable de la campaña Anti-Nuclear de Greenpeace

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