Central nuclear |
Ya comentábamos hace unos días,
en un anterior post de este blog, esta decisión del CSN, que demuestra la falta
de independencia de este organismo regulador con respecto a la industria
nuclear a la que supuestamente regula.
En primer lugar, llama la
atención que el CSN tome esa decisión de emitir un informe favorable a la
prórroga de funcionamiento de estas dos centrales cuando éstas, como todas las
demás del parque nuclear, están pendientes de ser sometidas a los
llamados “stress tests”, obligados tras la catástrofe nuclear de
Fukushima, y cuyas conclusiones no estarán terminadas hasta finales de este
año. Es, sin duda, una decisión que como mínimo podría calificarse, desde un
mero punto de vista técnico, de precipitada y prematura, para un organismo de
este tipo. ¿Qué sentido tiene que el CSN emita ese informe favorable a la
continuidad de su funcionamiento cuando aún faltan pruebas extraordinarias de
seguridad que realizar? ¿Qué tipo de mensaje quiere lanzar el CSN a la sociedad
y a los políticos con esta decisión extemporánea? Parece más un favor (otro
más) al lobby nuclear que otra cosa. De hecho, el CSN tuvo que reconocer en su
nota a los medios que en efecto faltan los resultados de las pruebas de
resistencia post-Fukushima (o “stress tests”), pero no daba ninguna explicación
del por qué de su incomprensible decisión.
Pero no es solamente eso. El CSN
dice que esa su decisión “se basa en la comprobación del funcionamiento de las
dos unidades de la instalación y del mantenimiento del nivel adecuado de
seguridad para continuar su operación, así como en las modificaciones
introducidas o previstas para dar respuesta a requisitos normativos de mayor
exigencia a los estrictamente requeridos por la reglamentación vigente. De
igual forma, esta decisión tiene en cuenta la verificación del cumplimiento por
parte del titular de los requisitos de la autorización concedida en el año 2001”.
Sin embargo, el CSN, como ya nos
tiene acostumbrados con otras centrales -caso notorio el de Garoña en 2009-,
llegado el momento de acabarse el permiso de explotación de una central hace
manga ancha y permite que ésta siga funcionando, no sólo con multitud de
deficiencias técnicas, sino ignorando olímpicamente algunos de sus propios
requisitos previos.
Llama la atención en el caso de
Ascó que, tras el escape radiactivo que se produjo a finales de 2007 en la
unidad 1, del cual la central fue plenamente consciente desde su inicio (y que
además ocultó durante varios meses hasta que Greenpeace, gracias a un
chivatazo, lo pudo desvelar en mayo de 2008), el CSN permita que la central
nuclear de Ascó siga funcionando sin haber solucionado sus graves carencias en
lo relativo a Cultura de Seguridad.
En concreto, la central nuclear
de Ascó incumple de forma clara (como se ha podido comprobar con los numerosos
sucesos notificables de seguridad sufridos por la central desde 2008), el Plan
de Refuerzo Organizativo, Cultural y Técnico (PROCURA) que el CSN le impuso a
consecuencia del escándalo que supuso, dentro y fuera de nuestras fronteras, el
mencionado escape radiactivo de Ascó-1.
Una vez Greenpeace hizo saltar
esa liebre, el CSN, tras una primera reacción lamentable en la que haciendo un
análisis simplista y falto de rigor de la situación trató de minimizar la
importancia del escape, finalmente tuvo que reconocer que la central nuclear
había ocultado información y aportado datos falsos sobre la cantidad de radiactividad
liberada (que aún no se conoce con exactitud) y que realizó un control
inadecuado del material radiactivo.
Tras el importante escándalo que
generó ese escape radiactivo, el CSN aseguró que el titular de la central
nuclear (ANAV) cambiaría de forma radical su pésima Cultura de Seguridad. Han
pasado tres años y vemos que todo sigue igual: la irresponsabilidad de ANAV y
la complacencia del Consejo de Seguridad Nuclear con ésta.
Ahora el CSN se limita a hacer la
vista gorda de este grave incumplimiento y lo incluye como un mero condicionado
más en su informe favorable. El CSN le quiere regalar a Ascó otros dos años más
para que lo implante. Dada la trayectoria conocida de ANAV, mucho dudamos de
que eso se cumpla. Con el accidente de Fukushima hemos visto también algunos graves
fallos de Cultura de Seguridad de TEPCO, la compañía propietaria, que agravaron
las consecuencias del accidente.
A la luz de lo que ya se conoce
de sobra, sobre el comportamiento de ANAV (el titular de la central nuclear de
Ascó) y del CSN, ¿podemos dejar que esta central siga funcionando como si no
hubiera pasado nada?
En este enlace http://www.tanquemlesnuclears.org
encontrarás una petición de la plataforma “Tanquem les Nuclears” para la NO
renovación de la licencia a la central nuclear de Ascó. Busca especialmente el
apoyo de organizaciones. Si no, anímate a firmarla a título personal.
Encontrarás las dos opciones.
Carlos Bravo, campaña antinuclear
de Greenpeace
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