La multinacional alemana solicitó en septiembre a la UE la aprobación
para consumo humano y animal de su patata Fortuna, cuyos genes han sido
modificados en laboratorio para ser resistente al tizón tardío. Esta
enfermedad, provocada por el hongo Phytophthora infestans,
arruina el 20% de las cosechas de patata en todo el mundo, según las
cifras de BASF. Es el mismo patógeno que disparó la Gran Hambruna
irlandesa, entre 1845 y 1849, causando cientos de miles de muertos y un
éxodo de la población hacia EEUU y Canadá.
La empresa aseguró en un comunicado que
“la introducción en el mercado se espera para 2014 o 2015″. Sin embargo,
los antecedentes invitan al escepticismo. Antes, la Autoridad Europea
de Seguridad Alimentaria (EFSA) tendrá que evaluar la seguridad de la
patata transgénica para los seres humanos, los animales y el medio
ambiente. Y luego tendrá que llegar el visto bueno de Bruselas, que se
concede con cuentagotas.
Desde 1998, cuando se aprobó el cultivo de maíz transgénico de Monsanto resistente a la plaga del taladro,
la UE sólo ha aprobado otra variedad, la patata Amflora, también de
BASF y con un uso residual para obtener almidón para la industria.
Bruselas se enfrenta a un atasco de 74 transgénicos a la espera de
autorización. Una veintena de ellos ya ha superado el examen de la EFSA.
La química alemana calcula que Fortuna estará en los mercados en 2014
La Asociación Europea de Bioindustrias, el lobby
de las multinacionales en la UE, denunció a mediados de octubre la
“lentitud” del proceso de autorización y su parálisis de facto. Las
aprobaciones del maíz BT11, resistente a larvas de mariposa, y del maíz
Herculex I, blindado contra el gusano cogollero, están congeladas desde
2001, pese al informe favorable de la EFSA. La patata de BASF podría
seguir el mismo camino.
Juan Felipe Carrasco, portavoz de
Greenpeace, cree que el caso de la patata Fortuna es “especialmente
grave” al tratarse de un producto para consumo humano, cuyos efectos
para la salud podrían ser “irreversibles”. Carrasco, cuya organización
sí apoya los organismos con genes modificados para uso médico en
ambientes confinados, subraya además que “la ciudadanía no quiere
transgénicos”. Según el último Eurobarómetro, de 2010, sólo el 35% de
los españoles apoya su cultivo.
Pese a su mala imagen pública, el
Ministerio de Medio Ambiente sigue asegurando que “no existe ningún
estudio científico que demuestre que estos alimentos sean perjudiciales
para la salud”. Recientemente, 25 premios Nobel firmaron un manifiesto
en defensa de la biotecnología agraria. En España, el mayor productor de
la UE, se plantaron en 2011 casi 100.000 hectáreas del maíz de
Monsanto, para consumo animal.
Fuente: Público
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si quieres hacer un comentario sobre este articulo, hazlo aquí, gracias.