En marzo del 2009 el comité de Relaciones
Extranjeras del Senado de Estados Unidos pasó la Ley de Seguridad
Alimentaría Global, cuya legislación es conocida como el Acta de Lugar-Casey. Su
meta era orientar el desarrollo de la agricultura a largo plazo y
re-estructurar las agencias de ayuda para que puedan responder mejor a
las crisis. Como resultado los fondos para el desarrollo de agricultura,
los cuales sumaban unos 7.700 millones de dólares, debían ser
destinados para modificar las cosechas genéticamente, informó un
análisis de ‘Foreign Policy in Focus’.
El tema que sigue en vigencia hoy destaca
que por primera vez las regulaciones alimentarias ordenan el uso de
modificaciones genéticas por lo que las cosechas necesitarán el uso de semillas genéticamente modificadas, las cuales no serán el producto natural de polinización.
El Acta de Lugar-Casey representó el
mayor proyecto en agricultura desde la Revolución Verde originda en los
años 1950 y 1960. Desde entonces el comercio ha cambiado, cincuenta
años atrás los países en desarrollo tenían un excedente en el comercio
de agricultura anual de más de mil millones de dólares.
Hoy en día, la deficiencia de la
alimentación ha crecido en el Sur a más de 11 mil millones de dólares
por año lo que ayudó a la volatilidad de los comercios internacionales,
que llevaron a la crisis de alimentos del 2008.
La primera Revolución Verde aumentó la
producción de alimentos global en un 11% en un corto periodo de tiempo,
pero al mismo tiempo la necesidad de estos también aumentó en la misma
proporción. ¿Cómo puede esto ser así? Las tecnologías de la Revolución
Verde son caras. Los fertilizadores, semillas, pesticidas, y maquinaria
necesitan dinero en efectivo para producir los granos, lo cual puso la
tecnología fuera del alcance de los pequeños agricultores, haciendo que
la división entre los pobres y los ricos se hiciera más pronunciada.
Los agricultores pobres fueron expulsados
de sus negocios y empujados a los tugurios urbanos. La nueva revolución
verde destacada en el acta de Lugar Casey sufre los mismos problemas.
Esta vez las semillas genéticamente
modificadas tendrán patente y serán de propiedad privada de las
corporaciones de biotecnología que monopolizan la industria de semillas.
Así los agricultores tendrán que comprar estas semillas todos los años.
Millones de dólares se gastan en
investigación y desarrollo de las semillas modificadas de
clima-inteligente, como una solución para asegurar alimentos en caso de
climas estresados.
DuPont, Mosnato, Syngenta, y Limagrain controlan 29% del comercio mundial de semillas, con Monsanto controlando casi todas las semillas genéticamente modificadas. Las fundaciones de Gates y Rockefeller en asociación con Monsanto
invertirán 150 millones de dólares en África en la Revolución Verde
Africana (AGRA), es decir en proporcionar semillas genéticamente
modificadas.
La Alianza para la Revolución Verde en
África calcula que el costo será de unos U$S 43 millones para
desarrollar 200 variedades de cosechas que mejor se adapten a los climas
locales.
Se dice que el desarrollo del maíz por
bioingeniería le ha costado a EE.UU. unos U$S 10-25 millones. En algún
momento debe haber una ganancia en la inversión y Monsanto señala que en
Argentina éste sea retroactivo.
El número de agricultores en el mundo que
usaron genética modificada en las cosechas aumentó, de 1,3 millones en
el 1996, a 13,3 millones en el 2008.
El número de países haciendo esta
agricultura también aumentó de 6 en 1996 a 25 en el 2008. Más del 90% de
los agricultores que usan genética modificada en las cosechas de los
países en desarrollo son pocos y son pobres en recursos.
Los campos de prueba para las semillas de
bioingeniería modificada se expandieron a través de África en el 2009.
Ese año los maíces de semillas modificadas fallaron en producir granos y
cientos de agricultores fueron devastados. Mientras Monsanto compensó a
los agricultores de gran escala, a quienes se les habían vendido las
semillas directamente, no se les dio nada a los que se les dieron bolsitas de semillas gratis.
En un mundo en el cual la agricultura se
hace más y más industrializada, el cultivo se lleva a cabo como la mono
cultura de un número limitado de especies de plantas. La tendencia de la
agricultura es el incrementar la mecanización en las manos de unos
pocos agricultores cultivando extensiones más grandes de tierra, lo que
está llevando a la simplificación de nuestros paisajes y la reducción de
la variedad de plantas.
Si las necesidades de la gente están en
gran parte suministrada por el sistema local de alimentos, los campos de
agricultura tendrán más variedad. Los agricultores que suministran a
los negocios locales tienen fuertes incentivos en diversificar su
producción. Los agricultores que seleccionan las semillas lo hacen por
ciertas características incluyendo su éxito en los microclimas locales y
tipos de tierra.
*Nidhi Tandon es el fundador de
Networked Intelligence for Development. Esta es una versión abreviada
del artículo original publicado en Pambazuka, Foreign Policy In Focus,
www.fpif.org
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