Los constantes llamamientos sobre la necesidad de aplicar subidas
estratosféricas a los precios de la electricidad nos están ayudando a digerir
los incrementos que nos aplican cada semestre.
Supuestamente, estamos pagando la luz por debajo de su valor por culpa del
“déficit tarifario”, o de las Energías Renovables.
Pero…¿qué hay de cierto en esto? Un estudio más en profundidad de los
acontecimientos nos lleva a conclusiones bien distintas, y cuanto menos
preocupantes.
Esta exposición resume la situación que estamos padeciendo los ciudadanos y
empresas consumidores de electricidad. La demostración de todos los hechos
puede consultarse en los artículos referenciados al final.
La Verdad sobre el Mercado Eléctrico
En los albores del siglo XXI, el Gobierno que por aquel entonces presidía
la Nación tomó una medida dirigida a mejorar la competitividad de las empresas
españolas, a contener la inflación para cumplir con los parámetros exigidos por
la incorporación a la Moneda Única, y también, por qué no decirlo, con un
claro trasfondo electoralista: congelar las tarifas
de venta de la electricidad a los consumidores durante años.
Cuán desafortunada fue
esa política…
Las tarifas de
venta reguladas congeladas, y los costes de generación y los peajes
de acceso en aumento, superiores incluso a los precios de venta, empezaron a
gestar una gran bola de nieve que se fue retroalimentando año tras año
generando una deuda que hoy conocemos como “déficit de tarifa”, que fuimos contrayendo los consumidores con las Compañías
Eléctricas, y que no deja de crecer, intereses de demora incluidos.
Antes incluso de todo
esto, se publicó en España la Ley del Sector Eléctrico (Ley 54/1997)
atendiendo a un proceso de liberalización que venía impuesto desde Bruselas.
Las Empresas Generadoras de Electricidad con fuentes energéticas convencionales
(nuclear, hidroeléctrica y carbón) convencieron al regulador de que los precios
de venta en el Mercado Mayorista bajarían imposibilitando la recuperación
del capital inicial invertido.
El Gobierno creó
entonces una partida de costes que se incluyó en la tarifa eléctrica de
venta con el fin de dar estabilidad financiera a estas grandes corporaciones y
resarcirlas de las posibles pérdidas que generarían las centrales eléctricas
construidas antes de 1997. Los Costes de Transición a
la Competencia (CTC) permitirían amortizar completamente todas las inversiones
realizadas, estableciéndose un pago máximo total de
8.600 Millones de Euros. Pero lejos de bajar, los precios de mercado se
incrementaron. Esto llevó al Gobierno a cancelar anticipadamente en 2006 esta
medida, con un importe total pagado por este concepto
cercano a los 12.000 Millones de Euros, muy por encima del máximo estipulado.
El negocio fue redondo para las Eléctricas, amortizaron aceleradamente
todos estos activos, y además se beneficiaron de un superávit que
incomprensiblemente jamás nos fue restituido a los consumidores.
Mientras todo esto
acontecía, lo que erróneamente se viene denominando “déficit tarifario” seguía creciendo y creciendo. El volumen alcanzado es tal, unos 15.000 Millones de Euros acumulados en 2009, que estas Compañías
lo han utilizado con fuerza para presionar al Gobierno de turno, beneficiándose
de “favores” en forma por ejemplo
de concesiones de prórrogas de explotación de centrales
hidroeléctricas y nucleares. Estas instalaciones intensivas en capital, y que
están completamente amortizadas de forma acelerada con el importe recaudado por
los CTC, se convirtieron en el negocio del siglo. Los costes de generación se limitan a su partida variable imputable, esto
es, 3 €/MWh para la electricidad hidráulica, y 18 €/MWh para la nuclear, cuando
deberían ser de 39 €/MWh y 44 €/MWh respectivamente considerando sus costes de
amortización.
¿Cómo pueden entonces
decirnos que existe un “déficit de tarifa” cuando en nuestras
facturas de la luz pagamos el MWh a más de 110 €? Claro que soportamos los
peajes de acceso además de los costes de generación, pero… ¿tan elevada es la
diferencia? Y aquí es realmente donde empieza el festival de beneficios caídos del cielo que obtienen las Compañías Eléctricas amparadas por el
nefasto diseño de un Mercado monopolizado oculto bajo el paraguas de una falsa
liberalización.
Para hacer más
comprensible la exposición, comparemos el Mercado
Eléctrico con el de la fruta. Un agricultor cultiva
patatas en Galicia, y otro mangos en Granada. Ambos envían su producción a un
mercado mayorista, Mercamadrid por ejemplo, donde se subasta el género entre
los distribuidores, que se encargan de suministrarlo a las tiendas que lo
venden al por menor para que podamos consumirlo los clientes finales. El
Mercado Eléctrico funciona de forma similar, las Empresas Generadoras venden su
producción eléctrica en el Mercado Mayorista (denominado “pool”) a las Distribuidoras, que hacen llegar a su vez el producto a las
Comercializadoras para venderlo al usuario final.
No obstante, existe
una salvedad… No es lo mismo una patata que un mango, pero la electricidad es
un producto idéntico independientemente de la tecnología que se haya utilizado
para su generación. Para que esta ejemplificación tenga lógica, deberemos
considerar que a los consumidores nos es indiferente consumir patatas
que mangos. De producirse este hecho, por lógica empezaríamos por adquirir
las patatas que son mucho más baratas, y cubriríamos la demanda sobrante con
mangos.
Pero… ¿qué sucedería
si el precio de venta de todos los productos intercambiados en Mercamadrid
lo estableciese el último vendido (el más caro de entre los más baratos)? Pues
que estaríamos pagando las patatas a precios de mango, con el consiguiente
aporte de beneficios sobrevenidos al agricultor gallego. Esto en principio no
tiene sentido en un mercado competitivo, pero es precisamente lo que sucede
actualmente en el Mercado Eléctrico.
Los consumidores
demandamos electricidad de un sistema que no la acumula (se produce
en cada momento en función de la cantidad demandada). Las primeras tecnologías
en entrar en el “pool” (Mercado Mayorista donde se venden y
compran los kWh producidos) son la nuclear e hidroeléctrica, que no se pueden
parar, y las Renovables por Ley. En la mayoría de los casos la producción de
estas centrales no alcanza a cubrir íntegramente la demanda, y se completa
la oferta con electricidad proveniente de centrales basadas en otras
tecnologías de generación, priorizando las más asequibles. Y es el último kWh vendido el que fija el precio de venta en el Mercado
Mayorista para toda la electricidad comercializada. Es decir, la
electricidad hidráulica y nuclear, cuyos costes fueron reducidos
artificialmente con los CTC, se está vendiendo a precios de la generada con Gas
Natural, mucho más cara, que incorpora además en su escandallo de costes
partidas como los Derechos de Emisión de CO2 de las que se benefician las dos
primeras tecnologías no emisoras.
Regresemos nuevamente
a Mercamadrid. Supongamos ahora que las patatas al por mayor realmente cuestan
30 c€/Kg y los mangos 150 c€/Kg, la distribución de ambos 20 c€/Kg, a
lo que habría que añadir otros 10 c€/Kg en concepto de gastos varios.
PVP Total patatas =
30+20+10 = 60 c€/Kg.
PVP Total mangos =
150+20+10 = 180 c€/Kg.
Supongamos además que
el Precio de Venta al Público de estos productos está regulado y fijado en 160
c€/Kg (130 c€/Kg de coste del producto más distribución y gastos
varios) en lugar de los 180 c€/kWh que deberían costar las frutas
tropicales. Puesto que el precio en Mercamadrid lo fija el último producto
vendido, es decir el mango, los productores granadinos están perdiendo 20 c€
por cada kilogramo vendido. Pero el gallego, que es muy listo, argumenta que
puesto que a Él también se le imputan unos costes de 150 c€/Kg pero vende a 130
c€/Kg, se le está creando un déficit
generado por la tarifa regulada de 20 c€/Kg, cuando la lógica nos dice que en
realidad está ganando 100 c€/Kg.
El regulador no
obstante se apiada nuevamente del pobre gallego y acepta que se le adeuden esos
20 c€/Kg. Cuantas más patatas vende este agricultor más gana, además
de incrementar el importe de lo que se le adeuda. ¿Y quién le debe esos 20
c€ que se generan con cada kilogramo que vende? Pues la pobre señora
pensionista que compra las patatas en el supermercado de la esquina. Cada vez
que Mercamadrid abre sus puertas, esta señora le debe más dinero a un
agricultor que no conoce de nada y que vive a 700 Km de distancia. A esta
señora el regulador le carga además los intereses de demora olvidando que en el
pasado le obligó a pagar de su propio bolsillo los tractores utilizados para
labrar la tierra, con el agravante que una falta de previsión generó un
excedente de tesorería que permitió al agricultor comprarse un Mercedes Clase S
negro con asientos de cuero.
Y ahora llega la
crisis. Toca apretarse el cinturón y a la señora le imponen muchos
esfuerzos incluida la congelación de su pensión. Pero el agricultor del norte
se desentiende completamente, esto de la crisis no se ajusta a su raciocinio.
Se ha acostumbrado a su nivel de vida, y a base de lloros, amenazas y
coacciones, transmite al Gobierno de turno que es la verdadera víctima del
sistema. La señora pensionista tiene que soportar además la tremenda losa que
supone la deuda que en realidad no ha contraído, pero al desconocer los
mecanismos del mercado, es engañada, no quedándole otra
alternativa que dar credibilidad a esta situación y acatar sus
consecuencias. Lástima que tampoco sepa que esta deuda artificial que ha contraído
equivale en términos monetarios al sacrificio que la situación financiera
exige a la sociedad al completo.
Pero esto no es lo
único que se le escapa a la pobre señora. Resulta que el agricultor granadino,
el gallego, todas las empresas distribuidoras que compran el género en
Mercamadrid y que tienen una completa flota de camiones, y la tienda que vende
la fruta pertenecen a un mismo Cártel que
acapara la cadena de valor al completo.
En un determinado
momento entra en escena un agricultor de Almería ofertando un
producto mucho más sabroso, pero con el único inconveniente de ser más caro.
Por supuesto el precio supone un problema, pero este nuevo actor está
demostrando que tiene una gran capacidad para reducir sus costes muy
rápidamente. Sin la menor dilación, el Gran Jefe del Cártel que controla
el mercado con mano de hierro ve peligrar su oligopolio, y le entran las prisas
por recuperar ese “déficit” regulatorio generado
artificialmente, y culpa al recién llegado de todos sus males, achacándole
incluso situaciones creadas antes de su irrupción en el
sector. Y el Gobierno de turno, por enésima vez, vuelve a creerse todo lo que
el Gran Jefe del Cártel le cuenta, y decide atacar con todas sus
fuerzas a este señor de Almería que amenaza con desplazar una
oligarquía montada sobre unas bases regulatorias cuya finalidad era la
liberalización del mercado.
Se trata tan solo de
un ejemplo. Que no se enfaden los agricultores, ni los gallegos cuya sangre
circula por mis venas, ni mis paisanos granadinos. Sólo he pretendido ilustrar
y simplificar al máximo lo que actualmente está sucediendo en el Sector
Eléctrico.
Los consumidores de electricidad tenemos que soportar una deuda ficticia
con las Compañías Eléctricas generada por defectos en el diseño del Mercado,
avalarla con nuestro patrimonio (el Estado), y hacernos cargo de sus intereses
de demora. El llamado “déficit tarifario”, que no es más que un déficit
regulatorio creado artificialmente, asciende a día de hoy a 15.000 Millones de
Euros, que es precisamente el importe que el Gobierno pretende recortar de los
gastos con su Plan de Ajuste estos dos próximos años. Este endeudamiento además
va a seguir creciendo como mínimo hasta 2013, por un valor estimado en otros
9.500 Millones de Euros.
Y por si fuera poco,
las Compañías Eléctricas, con todos sus tractores pagados por nosotros en
exceso, siguen vendiendo las patatas a precio de mangos, obteniendo unos enormes beneficios caídos del cielo (Windfall Profits en inglés, beneficios sobrevenidos en castellano)por valor de más de 3.500 Millones de Euros anuales.
Nos han inculcado que
“hay que pagar por la electricidad lo que realmente
cuesta” y que “las Energías Renovables disparan su
precio”, todo ello para justificar incesantes y escabrosas subidas de la luz.
Comparto la primera afirmación, pero una correcta estimación de los costes de
generación implica necesariamente un rediseño del Mercado Eléctrico, puesto que
en la actualidad la subida de tarifas perjudica enormemente a los consumidores,
genera beneficios sobrevenidos a las Eléctricas, y no refleja el auténtico
precio que tendría este bien en un mercado competitivo.
En cuanto al importe
pagado en concepto de primas a la actividad de generación en Régimen
Especial (Renovables excepto las grandes Centrales Hidroeléctricas,
Cogeneración, y tratamiento, reducción y utilización de Residuos), no es más
que un incentivo a la producción eléctrica independientemente de la tecnología
utilizada. Pero nuevamente el erróneo diseño del mercado no traslada sus
efectos al consumidor final.
La falta de preocupación y un deficiente control del Sector Financiero
desembocaron en la penosa situación que estamos viviendo. Tarde y mal, ya se
están tomando medidas. Pero existe aún un sector que
campa alegremente favorecido por la regulación, al que no afectan las crisis,
ni las variaciones en la demanda del producto que comercializa, y que se
mantiene al margen de los esfuerzos y compromisos que obligan los Planes de
Ajuste llevados a cabo por los diferentes Estados. Se trata del Sector
Eléctrico, mimado hasta el extremo por todos los Gobiernos, con independencia
de su color.
Se está produciendo una transferencia de renta encubierta de los
consumidores a las grandes Compañías Eléctricas por valor de decenas de miles
de millones de Euros. Esto nunca debió de ser así, y no puede prolongarse
por más tiempo. Ha quedado sobradamente demostrado que “correr un tupido velo” no desemboca en nada bueno.
No cometamos los mismos errores, no tropecemos nuevamente con la misma
piedra.
Fuente: http://jumanjisolar.com/comunicacion/la-verdad-sobre-el-mercado-electrico
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