
La vida salvaje no está en venta, reza el eslogan de esta campaña, que además de abominar de la caza furtiva, se dirige directamente al consumidor final, es decir, al turista o al comprador en general que adquiere souvenirs u objetos decorativos que avivan, incentivan este tremendo negocio manchado de sangre.
“Cuando vayas de vacaciones a tierras lejanas, no traigas marfil labrado de una tienda de lujo, ni otro tipo de recuerdos turísticos que lo único que consiguen es acabar con la vida de los animales y con el equilibrio de la sociedad en los países de origen”, dice el texto de la campaña.
Un gran negocio
Las cifras de muertes son espeluznantes, y las mayores bajas se cuentan en África central y el sudeste asiático, refiere WWF. A lo largo de este año, por ejemplo, han muerto 250 rinocerontes y decenas de miles de elefantes, según cifras de WWF. En cuanto a los tigres, apenas quedan tres millares en estado salvaje en todo el mundo.Las muertes de éstas y otras especies amenazadas a manos de los cazadores furtivos mueven ingentes cantidades de dinero en el mercado negro de mascotas exóticas, animales para circos o el mercado de pieles, colmillos. Muchos de sus órganos también acaban destinados a la siempre voraz medicina tradicional china, tanto con fines curativos de dudosa eficacia como por sus supuestos efectos revitalizantes e incluso afrodisíacos.
Según WWF, el último lustro ha marcado un antes y un después en el comercio ilegal de animales y plantas, haciendo de éste “uno de los mayores negocios clandestinos, a la altura del tráfico de drogas o de armas“.
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