Existen alrededor de 2.200 matsés
que viven en la selva amazónica en la frontera entre Perú y Brasil.
El río
Yaquerana recorre el corazón de su tierra y señala la frontera internacional
que separa su hogar.
Pero para
los matsés, los arroyos, las planicies aluviales y las selvas de arena blanca
conforman un territorio ancestral compartido por toda la tribu.
No comemos
alimentos de la fábrica, no compramos cosas.
Por eso
necesitamos espacio para cultivar nuestra propia comida.
Navegando por la selva
Los matsés
cazan en la selva animales como el tapir y la paca, un roedor grande,
utilizando arcos y flechas, trampas y escopetas.
Las
comunidades viven cerca de la ribera, y cada mañana niños y adultos se ponen en
marcha para capturar el pescado del día.
En sus
huertos crece una gran variedad de cultivos, entre ellos alimentos básicos como
el plátano y la yuca.
El chapo,
una bebida dulce hecha con plátano, siempre está hirviendo en el hogar de un
matsés. Las mujeres cocinan la fruta madura y exprimen su tierna carne con
coladores caseros hechos de hoja de palma.
Esta
deliciosa bebida se sirve caliente, junto al fuego, y se suele beber mientras
uno se mece en una hamaca.
Cuando no hay colegio, los padres
llevan a los niños a los huertos para enseñarles cómo cultivar su propia
comida.
Las ranas no
son solo una delicatessen culinaria, sino que también tienen un uso práctico.
Una especie
de rana verde conocida como “acate” segrega un fluido que utilizan tanto
hombres como mujeres para obtener valor y energía, y mejorar las habilidades de
caza.
Los hombres
recolectan el fluido frotando la piel de la rana con un palo. Luego se aplica
en pequeños agujeros que se queman en la piel del receptor.
El mareo y
las náuseas pronto dan paso a una sensación de claridad y fuerza que puede
durar varios días.
Los hombres
matsés soplan tabaco, o polvo de “nënë”, por la nariz de los otros hombres para
darles fuerza y energía.
Los espíritus de las plantas como
medicina
Los
curadores matsés tienen una profunda comprensión de cómo se pueden utilizar las
plantas de la selva para curar enfermedades.
Para los
matsés, las plantas y los animales tienen espíritus al igual que los humanos, y
pueden dañar o sanar un cuerpo humano.
Un curador
identificará la causa de la enfermedad de su paciente y la tratará con su
respectiva planta medicinal.
Un dolor de
garganta, por ejemplo, puede estar causado por haber comido carne de mono
aullador, y se puede tratar con una planta que se parece a la laringe del mono.
Desde el contacto, los matsés han
sufrido graves enfermedades, especialmente malaria y otras dolencias
introducidas y que sus plantas medicinales no pueden curar.
En 1969, los
matsés fueron contactados por miembros de un grupo misionero estadounidense, el
Summer Institute of Linguistics.
Los misioneros
llegaron después de que se produjeran violentos enfrentamientos entre los
colonos locales, que intentaban construir una carretera a través del territorio
de los matsés, y los indígenas, que estaban defendiendo su tierra. Varios
colonos fueron asesinados después de ocupar una de las casas comunales de los
matsés e izar la bandera peruana, lo que provocó la intervención del ejército.
Desde
entonces, los matsés han abandonado sus casas comunales y viven en casas
familiares individuales, y muchas de sus antiguas ceremonias ya no se
practican.
Nuestros
antepasados siempre nos dijeron que los foráneos inician los conflictos. Como
durante la fiebre del caucho, van a venir de nuevo para causar conflictos entre
nosotros. Marcos, hombre matsés
Otros
pueblos indígenas permanecen aislados y viven cerca de los matsés tanto en Perú
como en Brasil.
Durante la
década de los 90, los madereros inundaron el territorio de los matsés y los
indígenas no contactados huyeron. Ahora los matsés dicen que están regresando.
“Cuando los
madereros invadieron nuestra tierra, los indígenas aislados desaparecieron de
la selva. Ahora hemos expulsado a los madereros y los indígenas están
volviendo.
La empresa
petrolera los obligará a huir de nuevo…”Vayan y
díganle al mundo entero que los matsés nos mantenemos firmes en nuestra
posición contra la empresa petrolera. ¡No queremos que invada nuestra tierra!
Nueva amenaza desde Canadá
En 2012, la
empresa petrolera canadiense Pacific Rubiales comenzó exploraciones
petrolíferas en tierra habitada por los matsés y sus vecinos los indígenas
aislados.
El Lote 135
se sitúa directamente en una zona que ha sido propuesta como reserva para
proteger a las tribus no contactadas.
El proyecto,
valorado en 36 millones de dólares, abrirá cientos de líneas sísmicas en una
zona de más de 700 km2 de selva y excavará pozos en busca de
petróleo, lo que afectará a las cabeceras de tres importantes ríos esenciales
para la subsistencia de los matsés.
El petróleo
destruirá el lugar donde nacen nuestros ríos. ¿Qué pasará con los peces? ¿Qué
beberán los animales?
Aunque los
matsés se han opuesto repetidamente a que las empresas operen en sus tierras,
sus protestas han sido ignoradas.
Un segundo
Lote 137 ya se ha demarcado sobre el mapa, directamente encima del título de
propiedad territorial de los matsés. A pesar de las protestas de los indígenas,
Pacific Rubiales está ejerciendo gran presión sobre la tribu para que comiencen
los trabajos.
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