Colectivos
de activistas y organizaciones ecologistas denuncian el poder de las
grandes multinacionales productoras de transgénicos que dominan las
políticas gubernamentales y las vidas humanas.
El
‘no’ definitivo a los productos transgénicos. El mundo entero ha
escogido a la empresa Monsanto como blanco de su ira por estar a la
vanguardia de la fabricación de productos genéticamente modificados e
insecticidas. La protesta a nivel mundial en contra de la transnacional
reúne a todos aquellos que se preocupan por el reemplazo en las
estanterías de las tiendas de los productos naturales por los híbridos
de la ingeniería genética.
Los
activistas tratan de que la gente no compre alimentos con los ojos
cerrados. Para ello han creado una lista de empresas que utilizan los
productos de Monsanto y cuyos artículos instan a boicotear. En ella
están presentes marcas como Coca Cola, Pepsi, Lipton, Pringles y Heinz
tan habituales para millones de personas. Los defensores de los
productos naturales creen que evitando la producción en masa se podrá
garantizar que la gente no consuma productos potencialmente dañinos y
que Monsanto no siga con ello llenándose los bolsillos.
Una
de las cosas que colmó la paciencia de los activistas por la
alimentación sana y que instigó el movimiento contra la multinacional
fue la aprobación en EE.UU. de la llamada Ley de Protección de Monsanto.
Avalada en marzo por los legisladores y el presidente, la cláusula
impide a los tribunales federales suspender o prohibir la siembra y
venta de cultivos transgénicos, incluso si estos son reconocidos como
dañinos para la salud humana o para el medio ambiente.
La
actividad de empresas como Monsanto en este asunto queda por encima del
sistema judicial del país. Los expertos expresaron al unísono que es
algo insólito en un país que está obsesionado con el derecho y los
procesos judiciales e imposible de mantenerse sin una fuerte presión del
‘lobby’.
Protección a gran nivel
En
opinión del miembro de la dirección política de Izquierda Unida Miguel
Manzanera Salavert, las grandes transnacionales de la alimentación
dominan la política de los gobiernos. Si echamos un vistazo a los lazos
que tiene Monsanto con el Gobierno de EE.UU., todo se aclara de
inmediato.
Así,
en la red apareció un diagrama que revela esta relación peculiar que
mantienen o mantenían una gran cantidad de personas que, siendo
funcionarios públicos prestaban sus servicios a la empresa como
senadores, congresistas, jefes de departamentos nacionales y altos
cargos en la Casa Blanca.
“Monsanto monopolizó el mercado”
Y
cuando todas las puertas están abiertas, es lógico que al estar
descontrolado el mercado alimenticio nacional se convierta en un
auténtico patrimonio del capital privado. “Lo que Monsanto ha
descubierto es una manera de monopolizar el mercado”, dijo a RT el
ecologista argentino Antonio Elio Brailovsky.
Los
expertos avisan que las consecuencias de tal monopolización van más
allá de la reducción de la cantidad de productos que puedan satisfacer
los gustos de la gente acostumbrada a lo natural.
Miguel
Salavert explicó que las grandes compañías controlan el mercado de
alimentación, por lo tanto tienen un recurso para dominar la vida
humana.
Aplicaciones que ‘boicotean’ a Monsanto
Visto
que el mundo moderno requiere respuestas modernas, algunos incluso
utilizan los más novedosos dispositivos para poder alimentarse de manera
sana.
Ahora
entre la gente va ganando mucha popularidad una aplicación especial
para celulares que uno puede bajar muy fácil de la red y permite
escanear los productos y ver si están ligados con empresas de ingeniería
genética. Los consumidores tratan de detectar a los híbridos no
orgánicos paseando por las tiendas que, ahora por el contenido que
albergan, se parecen cada vez más y más a un campo de minas.
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