Las vistas orales de la fase final del caso llevado a la Corte Internacional de Justicia (CIJ), máximo órgano judicial de la ONU, por parte de Australia en 2010 comenzarán el miércoles y se desarrollarán hasta el 16 de julio.
El Gobierno australiano considera que Japón, uno de sus principales socios comerciales, captura cetáceos en la Antártida con fines comerciales, lo que viola la Convención Internacional de Regulación de la Caza de Ballenas.
“En nuestras alegaciones, nosotros intentamos dejar claro que las cazas de ballenas forman parte de investigaciones científicas y que se llevan a cabo de una manera completamente legal según el Artículo 9 de la Convención”, dijo Kishida en unas declaraciones recogidas por la agencia Kyodo.
Los japoneses cazan ballenas desde 1987 alegando una supuesta finalidad científica, para investigar el modo de vida y contenido de los estómagos de los mamíferos, y sus expediciones a la Antártida están a cargo del Instituto de Investigación de Cetáceos.
En los restaurantes japoneses se vende carne de ballena, aunque su consumo ha caído con fuerza en los últimos años hasta suponer en 2009 algo más de 4.200 toneladas, cuando en 1962 llegaba a las 230.000.
Japón abandonó la caza de ballenas en 1986 por la moratoria internacional, pero la retomó un año después bajo un programa con fines científicos autorizado por la Comisión Ballenera Internacional (CBI), entre el escepticismo de muchas asociaciones y países.
Este año Japón dio por concluida la temporada de caza de ballenas en el Océano Antártico con el menor índice histórico de capturas, con un total de 103 cetáceos “minke” o rorcuales aliblancos, muy por debajo de los 266 piezas del año pasado, sobre todo debido al bloqueo de asociaciones conservacionistas como Sea Shepherd.
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