En los últimos días, se han producido dos noticias que
ejemplifican las luces y sombras que acompañan a la esperanzadora
recuperación del lince ibérico. El viernes 31 de mayo supimos que Hongo,
un macho procedente de Doñana, había sido localizado en la localidad
portuguesa de Vila Nova de Milfontes, a 250 kilómetros en línea recta de
su lugar de origen.
Por otro lado, en la madrugada del domingo al lunes
3 de junio, la Guardia Civil encontró atropellado a un macho de un año
de edad en una pista forestal de Lucena del Puerto (Huelva), según ha
comunicado Ecologistas en Acción.
Este nuevo atropello nos recuerda que hay seguir trabajando para reducir
el riesgo que corren los linces ibéricos al expandirse sus poblaciones.
Debe reducirse la mortalidad por atropellos en la dispersión, mejorando
la permeabilidad de la red viaria, para fomentar la conectividad entre
las distintas poblaciones y permitir la llegada del lince ibérico a
nuevos territorios.
La historia de Hongo, el lince detectado en Portugal, nos demuestra la
extraordinaria capacidad de supervivencia y dispersión de la especie. En
julio del año pasado, cuando tenía año y medio de edad, Hongo fue rescatado
junto a su padre de una balsa de riego semivacía en Aznalcázar (entorno
de Doñana). Tras recuperarse en el centro de cría de El Acebuche, fue
liberado de nuevo en el campo. Ahora, su instinto le ha llevado muy
lejos de su territorio de origen, hasta Vila Nova de Milfontes, donde ha sido fotografiado con una cámara trampa del programa Life Iberlince.
La hazaña de Hongo, que ha recorrido 250 kilómetros atravesando pistas,
carreteras y autopistas hasta llegar al sur de Portugal, es un hecho
excepcional, y habrá que seguir trabajando para que muchos más linces
puedan seguir su camino.
Las infraestructuras viarias continúan siendo una trampa mortal para el
lince ibérico, y cada pocos meses conocemos la noticia de un nuevo
atropello. Esta vez ha muerto un macho de un año.
En Doñana se ha hecho un importante esfuerzo para incrementar la
permeabilidad de las infraestructuras, reduciéndose notablemente la
mortalidad. Sin embargo la expansión de la creciente población hace que
se vayan produciendo atropellos en sitios cada vez más periféricos y
alejados de las zonas protegidas. Otro problema es la trama de pistas
forestales asfaltadas que se utilizan como carreteras pese a atravesar
zonas sensibles.
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