El consumo de analgésicos en los países
industrializados continúa con una tendencia ascendente y “excesiva”,
como ya han alertado varios informes de la ONU en los últimos años. Ya
sea para combatir el dolor de cabeza, los tirones musculares, la artritis o
los dolores menstruales, los calmantes se han convertido en fármacos
imprescindibles en nuestro día a día. Hasta ahora, los estudios clínicos
habían concluido que su consumo excesivo aumenta los riesgos de sufrir
enfermedades cardiovasculares, pero como suelen indicar los prospectos,
lo hacen en un porcentaje totalmente insignificante. Sin embargo, la última investigación ha elevado a un tercio las posibilidades de sufrir problemas cardiacos si se consumen analgésicos con frecuencia.
El estudio, financiado por el Consejo de
Investigación Médica del Reino Unido y publicado en el último número de
la prestigiosa revista The Lancet, se desarrolló durante más de
cinco años e incluyó en su análisis más de 600 ensayos clínicos y los
historiales médicos de unos 350.000 pacientes con dolores crónicos.
Aunque el riesgo absoluto de sufrir una enfermedad cardiovascular por el
consumo de este tipo de fármacos sigue siendo bajo, los autores de la
investigación alertan sobre la necesidad de reducir su prescripción a casos en los que solo sean absolutamente necesarios y
recomiendan buscar tratamientos alternativos cuando sea posible.
Especialmente, si existen antecedentes familiares o si el paciente
presenta otros factores de riesgo, como la presión arterial alta o
colesterol elevado.
"Las posibilidades de sufrir un ataque al corazón se elevan hasta el tres por mil"
“No existen demasiados tratamientos alternativos para
el dolor crónico, pero los analgésicos tampoco tienen los efectos
esperados en todos los pacientes. Si estos fármacos realmente mejoran
nuestra calidad de vida, entonces merece la pena correr los riesgos,
pero cuando apenas nos hacen efecto no vale la pena tomarlos”, explica Marie Griffin, una de las autoras del estudio y profesora de medicina preventiva de la Universidad de Vanderbilt.
Se estrecha el cerco a este tipo de fármacos
La última investigación científica sobre
los riesgos cardiovasculares derivados del consumo excesivo de
analgésicos se había publicado diez años atrás. Al igual que en esta
última, sus resultados elevaron los riesgos mucho más de lo que se
pensaba hasta el momento. Como consecuencia de aquella investigación los laboratorios Merck retiraron del mercado el ansiolítico de última generación Vioxx, en septiembre de 2004. Asimismo, Pfizer hizo lo propio un año después en algunos países con su fármaco Bextra.
Desde entonces, la comunidad médica ha
asumido los riesgos asociados a estos medicamentos, que se reducen
prácticamente a los grandes consumidores. Sin embargo, las estadísticas
de ataques cardiacos y de mortalidad relacionadas con su consumo no son
tan bajas como se pensaba, aunque no se ha descartado que estén
provocados por la suma de otros factores de riesgo además de estos
fármacos. Según esta última investigación, se producen tres ataques cardiacos por cada mil consumidores, de los cuales uno de ellos es mortal.
La cantidad es crucial a la hora de
reducir los riesgos, por lo que varias marcas comerciales no tienen
aprobadas las dosis superiores a 400 o 600 miligramos. Y es que, según
las conclusiones del estudio, el consumo de dosis superiores a los 2.400 miligramos diarios de ibuprofeno duplicaría los riesgos de
sufrir un ataque al corazón. Por otra parte, se relatan otros riesgos,
como la presión arterial alta y los posibles daños al hígado o a los
riñones, aunque sin ofrecer demasiados datos sobre estos últimos.
Consejos para los consumidores habituales
La investigación también da cuenta de una
serie de analgésicos sin riesgos e incluso beneficiosos para el
corazón. Este último sería el caso, por ejemplo, del naproxeno. Para
elegir de la manera más adecuada posible los analgésicos, los expertos
ofrecen dos consejos claves a tener en cuenta por los consumidores. El
primero es que las personas con dolores crónicos, que no puedan dejar de
tomar calmantes, reduzcan la dosis a lo máximo posible así como la duración del tratamiento.
El segundo consejo es que, en caso de contar otros factores de riesgo asociados
a las enfermedades cardiovasculares (fumar, presión arterial alta o
colesterol elevado) se pida una evaluación médica para determinar los
riesgos del consumo de este tipo de fármacos en base al historial
clínico personal y familiar.
Fuente: El confidencial
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