Usted puede encontrar soja o soya (conocido también como Glycine max) en casi todos los productos envasados como: aceites, chocolates, alimentos para niños, leche, sopas, galletas, pan, cereales, etc. Un gran porcentaje de soja (soya) está genéticamente modificado (99%), y también presenta uno de los niveles más altos de contaminación por pesticidas de entre todos los alimentos.
La soja es producida en América del Sur para la exportación. Gran parte de Argentina, Brasil, Paraguay y Bolivia están cubiertos por extensos campos de soja transgénica o modificada genéticamente.
La mayoría de esta soja (90%) proviene de la ingeniería genética. La compañía Monsanto ha desarrollado variedades de soja (soya) para ser resistentes a su herbicida Round Up (glifosato). Round Up mata todas las plantas, excepto la soja.
También es conocido el problema de la soja y las alergias.
Son ocho los alimentos o grupos de alimentos (maní, soja, castañas de Brasil, leche, huevos, pescado, crustáceos, trigo) responsables del 90% de las alergias alimentarias documentadas en todo el Mundo.
La soja tiene un alto contenido de ácido fítico, contenido en el salvado y las cáscaras de las semillas. Esta sustancia puede bloquear la absorción de minerales esenciales como el calcio, magnesio, cobre, hierro y especialmente cinc en el tracto intestinal.
La soja y el cáncer
Fue un metaanálisis de 1994, efectuado por Mark Messina, y publicado en Nutrición y Cáncer, lo que avivó la especulación sobre las propiedades anticarcinógenas de la soja.Messina observó que, de 26 estudios sobre animales, 65 por ciento informaron efectos protectores de la soja. Convenientemente, se olvidó de incluir por lo menos un estudio en el cual la alimentación con soja causó cáncer del páncreas, a saber, el estudio que llevó a cabo Rackis en 1985.
En los estudios humanos que él listó, los resultados fueron mixtos. Algunos de estos estudios mostraban algún efecto protector, pero la mayoría no mostraron en absoluto ninguna correlación entre el consumo de soja y la tasa de cáncer.
Rackis llegó a la conclusión de que “los datos en esta revisión no pueden usarse como base para afirmar que la ingesta de soja disminuye el riesgo de cáncer”.
Pero, en su libro subsiguiente, The Simple Soybean and Your Health (El Sencillo Frijol Soja y Su Salud), Messina hace justamente esta afirmación, recomendando una taza de 230 gramos de productos de soja por día en su dieta “óptima” como medio de evitar el cáncer. Miles de mujeres están ahora consumiendo soja en la creencia de que ésta les protege contra el cáncer del seno. Pero, en 1996, los investigadores descubrieron que las mujeres que consumían aislado de proteína de soja tenían una tasa mayor de hiperplasia epitelial, una condición que presagia el cáncer maligno.
Un año más tarde, se encontró que la genisteína de dieta estimulaba las células mamarias para entrar al ciclo celular, un descubrimiento que llevó a los autores del estudio a llegar a la conclusión de que las mujeres no deben consumir productos de soja para evitar el cáncer del seno.
Fitoestrógenos: ¿panacea o veneno?
El macho de las aves tropicales tiene, cuando nace, el plumaje pardo de la hembra, y se “colorean” a la madurez, lo cual ocurre entre los nueve y los 24 meses.En 1991, Richard y Valerie James, criadores de aves de Whangerai, Nueva Zelanda, compraron una nueva clase de alpiste para sus aves, basado mayormente en proteína de soja. Cuando se usó alpiste con base de soya, el plumaje de las aves se “coloreó” después de sólo unos meses.
En realidad, un fabricante de alpiste afirmó que este desarrollo adelantado era una ventaja impartida por el alpiste. Un anuncio de 1992 de la fórmula del alpiste Roudybush mostraba a un rosela carmesí macho, un loro australiano que adquiere su hermoso plumaje rojo entre los 18 y los 24 meses, y que ya aparece coloreado a las 11 semanas.
Desafortunadamente, en los años subsiguientes, hubo una menor fertilidad en las aves, con madurez precoz, ypichones deformes, atrofiados, y prematuros, y muertes prematuras, especialmente entre las hembras, con el resultado de que la población total en los aviarios entró en franca declinación.
Las aves sufrían de deformidades del pico y de los huesos, bocio, desórdenes del sistema inmunológico, y conducta patológica, agresiva. La autopsia reveló que los órganos digestivos estaban en estado de desintegración.
La lista de problemas correspondía a muchos de los que los James habían encontrado en sus dos hijos, a los cuales se les había dado fórmula para bebés con base de soja. Alarmados, horrorizados, furiosos, los James contrataron al toxicólogo Mike Fitzpatrick, Ph. D., para que investigara más.
La literatura del Dr. Fitzpatrick en forma de una revista reveló evidencia de que el consumo de soja está ligado a numerosos desórdenes, que incluyen infertilidad, mayor tasa de cáncer y leucemia infantil; y, en estudios que databan de la década de 1950, que la genisteína en la soja causa trastornos endocrinos en animales.
A pesar de que el articulo del doctor Guerrini tiene unos años, es de absoluta actualidad, al manifestar: es muy serio el engaño que cometen millones de personas que se alimentan de manera equivocada, pensando que comen alimentos ‘ideales” para la salud, cuando en realidad comen lo peor que existe.
Vaya como ejemplo el caso de la soja.
Actualmente, hasta los mismos órganismos del gobierno, promocionan la utilización de poroto de soja, leche de soja, harina de soja, proteína texturizada de soja, milanesa de soja como “alimentos ideales”.
El doctor Guerrini hace la siguiente pregunta ¿Porqué será que los pueblos del extremo Oriente que hace más de 3.000 años que consumen soja, la utilizan en forma de porotos de soja cocinados, apenas una o dos veces por año? ¿Y por qué razón tradicionalmente, en Oriente, se recomienda que la soja (soya), al ser consumida en forma de poroto cocido, sea preparada juntamente con alimentos ricos en sodio u otras sales minerales alcalinizadoras, que se encuentran en el alga kombu o en la cabeza del salmón.
Para obtener la respuesta es necesario un análisis bioquímico de la soja.
El resultado es que la soja al natural, molida o cocinada es de una extrema acidez; por esto se acostumbra, en Oriente, a cocinarla con otros alimentos alcalinizadores. Todos conocen los efectos de la ácidez en la sangre.
Los alimentos de digestión reconocidamente dificultosa y los alimentos ácidos como la soja, tienen una tasa de Na/K totalmente desproporcionada, pues en 100grs. de leche de soja en polvo, existen 3 mg de sodio para 1680 mgrs. de potasio, o sea una proporción de Na/K de 1/560.
El arroz integral tiene una proporción semejante ala de nuestra sangre; después de ser cocido, posee una proporción de Na/K de 1/7. Todos los demás cereales integrales, mantienen una proporción que varía hacia 1/9 de Na/K; por esto los cereales son los alimentos básicos de todas las civilizaciones.
El trigo es el alimento principal de Europa; el arroz es el alimento principal de Oriente; y el maíz, el de los indios americanos; el trigo sarraceno era el principal de Siberia, del pueblo sarraceno y de las regiones montañosas de Oriente; la quínua era el principal de los Incas; el mijo era el principal de los Aztecas y Mayas y el sorgo era el principal de los pueblos africanos.
Soja o soya ‘responsable’: confundiendo a los consumidores
Casi toda la carne no orgánica, huevos y lácteos que venden los supermercados proceden de animales alimentados con soja o soya genéticamente modificada (transgénica). Es importante que usted lo sepa, pues esto no se informa en las etiquetas. Aún peor, esta soja pronto empezará a ser etiquetada como “responsable”.El sello ha sido desarrollado por la Mesa Redonda de Soja Responsable (RTRS por sus siglas en inglés). La RTRS está formada principalmente por compañías que tienen grandes intereses en la expansión de la industria de la soja.
El espectro comprende desde productores de soja, comerciantes de granos hasta los sectores de la biotecnología, pesticidas, alimentación animal y productores de aceite. Incluye por ejemplo a las empresas BP, Shell, Cargill, Bayer, Syngenta y Monsanto.
Algunas pocas ONGs también están a bordo, notablemente el Fondo Mundial
Para la Naturaleza (World Wildlife Fund WWF). El sello de la soja “responsable” no reducirá el uso masivo de pesticidas que está envenenando poblaciones y medio ambiente en Sudamérica. No detendrá los conflictos por la tierra. Ni siquiera detendrá la deforestación. Y definitivamente no reducirá las importaciones de soja. Pero creará un sello “verde” para cultivos genéticamente modificados.Por primera vez, un cultivo genéticamente modificado, diseñado para ser fumigado con cantidades masivas de pesticidas, será certificado como “responsable”.
Por eso, organizaciones ambientales, sociales y consumidores debemos oponernos fuertemente a los intentos de RTRS de maquillar de verde la soja.
Solicitamos claridad en el etiquetado de los alimentos. Hasta no tener una solución nosotros debemos continuar informándonos de forma responsable.
Elegir y consumir dentro de lo posible alimentos 100% orgánicos y especialmente todos aquellos que nos permiten aumentar las defensas del organismo y del sistema inmunológico de forma natural.
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