Un
nuevo estudio realizado por la Agencia Nacional Espacial de Estados
Unidos (NASA por su sigla en inglés), que evaluó la extensión de los
incendios producidos bajo la cubierta forestal, reveló que se
incendiaron 85.500 kilómetros cuadrados (33.000 millas cuadradas) o un
2,8 por ciento de la selva Amazónica entre 1999 y 2010, es decir durante
la primera década del siglo XXI…
El estudio, publicado el 22 de
abril en el periódico Philosophical Transactions of the Royal Society B,
utilizó datos de satélites con el fin de demostrar que, hace algunos
años, los incendios de sotobosques destruyen una mayor extensión
forestal que el área deforestada para la agricultura y el pastoreo de
ganado. Sin embargo, el estudio no encontró ninguna correlación entre
los incendios de sotobosques y la deforestación, según la reseña del
estudio publicada por la edición española de mongabay.com.
“Se puede
pensar que la actividad de deforestación podría incrementar de manera
significativa el riesgo de incendio en las áreas forestales adyacentes
ya que los incendios de deforestación son un infierno imponente y
masivo”, expresó en una declaración el autor principal del estudio, Doug
Morton, del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA. Se hace una
fogata que mide un kilómetro cuadrado, arrojando cenizas y
precalentando el bosque adyacente. ¿Por qué no ocurrieron más incendios
en 2003 y 2004, cuando la tasa de deforestación era muy alta?
La
respuesta reside en los datos sobre la humedad emitidos por la Sonda
Infrarroja Atmosférica (AIRES), un instrumento que se encuentra en el
satélite Aqua de la NASA.
Bosques del Brasil y Bolivia los más vulnerables
Este
año las temperaturas más altas de lo normal en la zona tropical del
Atlántico Norte sugieren un riesgo superior a la media de los incendios
de este verano y principios del otoño. Los estados brasileños de Mato
Grosso, Pará, Rondônia y Acre, así como los departamentos bolivianos de
Santa Cruz, Beni y Pando son particularmente vulnerables según el
estudio de la NASA.
La frecuencia de los incendios de sotobosques
coincide con la baja humedad durante la noche, que permite que se
extiendan los incendios de baja intensidad. En otras palabras, las
condiciones climáticas parecen ser el factor más importante en el área
afectada por incendios de sotobosques.
Por lo tanto, según Morton, las áreas con un nivel bajo de deforestación pueden experimentar una alta tasa de incendios.
“Se
pueden observar grandes incendios de sotobosques dentro de una reserva
aborigen donde no hay deforestación”, expresó Morton. “La presencia
humana en la frontera de deforestación produce un riesgo de incendios
forestales cuando las condiciones climáticas son propicias para producir
un incendio, se realice o no alguna actividad de deforestación”.
Los
investigadores midieron por primera vez la extensión y la frecuencia de
los incendios de sotobosques en un área de estudio (verde) que abarcaba
3 millones de metros cuadrados (1,2 millones de millas cuadradas) en la
selva amazónica sur. Los incendios se extendieron a través de la
frontera forestal durante el período de tiempo en que se realizó el
estudio, desde 1999 a 2010. Sin embargo, incendios recurrentes se
concentran en áreas favorecidas por la confluencia de condiciones
climáticas propicias para generar incendios y fuentes de ignición
creados por el hombre. Crédito de la fotografía: Observatorio de la
Tierra de la NASA.
Mientras que los incendios de tamaño reducido
pueden parecer insignificantes si no están relacionados con la
deforestación, otro estudio ha demostrado que estos incendios pueden
tener un gran impacto sobre los bosques al reducir su resiliencia.
“Cuando
se incendia un bosque por primera vez, las llamas rara vez exceden los
30 o 40 cm. de altura, y el fuego se expande lentamente a través de la
capa vegetal”, Jos Barlow, un investigador de la selva Amazónica no
afiliado al estudio de Philosophical Transactions of the Royal Society
B, le explicó a mongabay.com. “Aunque estos incendios parecen
relativamente inofensivos ,en realidad, son muy destructivos ya que la
mayoría de los árboles de las selvas poseen una baja tolerancia al
calor, y su lenta velocidad hace que las llamas estén en contacto con
los árboles por largos períodos de tiempo. Como resultado, incluso los
incendios de baja intensidad destruyen hasta un 40 por ciento de
árboles. También constituyen el primer paso en el ciclo de
retroalimentación positivo, en el que los árboles muertos abren paso a
la cubierta forestal y le añaden combustible al suelo del bosque,
haciendo que el bosque sea más inflamable y aumentando el peligro de que
se produzca otro incendio”.
Los bosques que se han incendiado tienen
el doble de probabilidades de ser deforestados que los bosques que no
han sufrido incendios, principalmente, porque los incendios siguientes
se desarrollan con mayor velocidad e intensidad y producen una mayor
destrucción de árboles.
De esta manera, los nuevos descubrimientos
tienen gran repercusión en el pronóstico del futuro de las selvas
Amazónicas. Con los modelos climáticos que proyectan condiciones áridas
en zonas extensas de la selva Amazónica del sur, la incidencia y la
extensión de incendios en superficies reducidas pueden aumentar,
incrementando los efectos de la sequía inducida por el cambio climático.
El resultado podría incrementar las emisiones de carbono de los bosques
que se incendian.
“Todavía no tenemos una estimación firme sobre qué
emisiones netas de carbono provienen de incendios de sotobosques, sin
embargo, los daños extensos sugieren que son una fuente importante de
emisiones que necesitamos considerar”, declaró Morton.
A veces, las
emisiones provenientes de incendios en años de sequía en la cuenca
amazónica pueden competir con las emisiones de algunos de los países más
grandes del mundo. Por ejemplo, un estudio publicado en 2011 en el
periódico Environmental Research Letters estableció que la sequía épica
en 2010 que tuvo lugar en la selva Amazónica originó la emisión de
aproximadamente 500 millones de toneladas de carbono (1,8 mil millones
de toneladas de dióxido de carbono), o más que las emisiones anuales de
efecto invernadero de la India.
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