Lee
Poston es director de relaciones con los medios del Fondo Mundial para
la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) y ha sido parte del equipo
de Expedition, encabezado por el corresponsal especial de CNN, Philippe
Costeau que explora el bosque tropical de Sumatra y sus santuarios
animales.
¿Alguna vez has oído hablar del tigre de Bali o el de Java?
¿No?
Pues no es de sorprenderse. Estas dos subespecies de tigres se
extinguieron hace décadas debido a la pérdida masiva de su hábitat y a
la caza furtiva. La pregunta es si su primo, el tigre de Sumatra,
correrá pronto la misma suerte.
Las probabilidades no están a su
favor. No hace mucho, en 1978, más de 1,000 tigres de Sumatra vivían en
ese país. Pero debido al impresionantemente alto nivel de deforestación y
la caza furtiva descontrolada, el número disminuyó a cerca de 400. La
isla, que en alguna ocasión fue verde y exuberante, ha perdido la mitad
de su bosque desde 1985 hasta hoy.
De acuerdo con TRAFFIC, encargado
de supervisar el tráfico de especies salvajes del Fondo Mundial para la
Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) y la Unión Internacional para
la Conservación de la Naturaleza (UICN), los cazadores furtivos
asesinan al menos 40 tigres al año y la matanza es mucho más fácil a
medida que el hábitat se reduce.
Esto también ocasiona que los tigres
entren en conflicto con los humanos, que con frecuencia tiene como
resultado una matanza en represalia a los ataques al ganado o a los
aldeanos por parte de estos animales.
El trabajo de los cazadores
furtivos no es difícil. Con un tramo de cable metálico, algunas ramas
fuertes y un poco de experiencia en crear trampas se puede asegurar la
captura de un tigre en poco tiempo.
Como Phillippe Cousteau lo
demostró en la serie de CNN, Expedition: Sumatra, estas trampas son
sencillas, pero sorprendentemente efectivas para matar tigres. Y
simplemente no hay suficientes patrullas contra la caza furtiva para
encontrar todas las trampas y a las personas que las instalan.
¿Hay esperanza para el tigre de Sumatra?
En
pocas palabras, sí. Mediante el uso de trampas con cámaras, encuestas y
otras herramientas científicas, el WWF y sus socios pueden estimar el
tamaño de la población de los tigres y su distribución a lo largo de
Sumatra.
Las trampas con cámaras son una herramienta especialmente
valiosa que permite a los investigadores recopilar datos más precisos
sobre estos animales mediante el patrón de sus rayas. Al igual que los
humanos y las huellas digitales, no hay dos patrones de rayas iguales.
Entender
la distribución de los tigres permite a los científicos y a los
funcionarios forestales designar áreas protegidas y corredores de vida
salvaje que permiten a la especie reproducirse y dispersarse, así como
saber cuáles son las mejores zonas para patrullar contra la caza
furtiva.
Las Unidades de Protección de Tigres del WWF vigilan áreas
vulnerables, recopilan información vital sobre los cazadores furtivos y
retiran las trampas. En los lugares donde operan, los ataques han
disminuido considerablemente.
Las Unidades de Protección de Tigres
también trabajan con las comunidades para ayudarlas a entender mejor a
los tigres y desarrollar soluciones que reparen el conflicto entre los
humanos y los tigres.
Un arreglo a largo plazo es más complicado,
pero igual de delicada. Todo se reduce a la zonificación y a la
planeación del uso de suelo que beneficie al hábitat de vida salvaje y a
las necesidades de los grupos indígenas como los Orang Rimba y los
Talang Mamal. Es difícil defender los bosques al enfrentarse a una dura
competencia de las industrias de la pulpa, el papel y el aceite de
palma, que son sumamente rentables.
En Indonesia, la mayoría de las
zonas forestales son propiedad del gobierno y se rentan para actividades
comerciales en concesiones a largo plazo. Al dividir el hábitat del
tigre, ya de por sí en un estado crítico debido a la deforestación, la
minería y la agricultura, y convertirlo en concesiones de restauración
del ecosistema, el gobierno de Indonesia puede proteger la vida salvaje,
apoyar a las comunidades locales y asegurar que los bosques sean
administrados de manera sustentable.
Actualmente, una empresa que
podría incentivar este tipo de acciones ha sido considerada para
establecerse en una zona nuetral en las afueras del Parque Nacional
Bukit Tigapuluh en Sumatra, también conocido como 30 Colinas. Esta
corporación es ambiciosa y de vanguardia, por lo que podría ser la mejor
y última esperanza para los tigres de 30 Colinas.
Para averiguar
cómo ayudar, visita Change.org y agrega tu nombre a la lista para exigir
que Indonesia zonifique las áreas alrededor de 30 Colinas y las
convierta en concesiones de conservación.
Si los tigres tienen un
hábitat adecuado, suficientes presas y protección ante la caza furtiva,
se convierten en máquinas reproductoras. La población puede recuperarse,
incluso con los bajos números que vemos hoy. El eslabón más débil es el
humano. Podemos ser su peor enemigo o su mejor amigo.
Al lograr la
voluntad política de proteger su hábitat y detener la implacable matanza
ocasionada por la caza furtiva, podemos ser parte de la solución y
asegurar que las generaciones futuras compartan el planeta con estas
nobles criaturas.
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