Ciertos sectores de la Pediatría
española y de la Administración echan en cara a nuestras familias la
inconsciencia en la decisión de no vacunar, nos culpan por nuestra
actitud adoptada, nos dicen que somos malos padres e incluso nos tachan
de asesinos. Esta situación viene creada desde hace siglos por la
creencia de los licenciados en esta técnica transmitida por la
Universidad española como inmejorable e incuestionable.
Hace unas décadas, fuera de los centros
del conocimiento oficial, las madres y padres recibimos una formación
superior que nos permitió acceder al conocimiento extraoficial de una
manera fiable y cotidiana, de tal manera que las familias españolas
estamos, en la actualidad, bien documentadas e informadas, cosa que no
puede decirse de los licenciados de este país.
Hoy en día ya es conocido por el sector
social que pide un cambio profundo en las estructuras económicas del
país que esta técnica médica bicentenaria, denominada vacuna, que surgió
no para proteger a las poblaciones sino para engañarlas y tenerlas
aparentemente protegidas, sea históricamente revisada y cuestionada por
los grandes fallos cometidos a lo largo de los doscientos años de
existencia.
Continuamente las Administraciones han
ido silenciando todos los acontecimientos negativos por ella producidos,
además ha ido promoviendo la investigación en este campo y ha ido
encareciendo el producto final. Son cada vez más confirmados aspectos de
las vacunas como su ineficacia, su inseguridad, su toxicidad, su
colateralidad y su negocio.
Debido a estos sucesos se ha producido
entre la población una gran desconfianza y una intensa interpelación a
los pediatras en las consultas diarias. Ni las vacunas disminuyeron las
epidemias, ni nunca estuvieron exentas de peligros, ni nunca fueron
composiciones seguras. Nunca produjeron la inmunidad de grupo.
Es decir, se trató de un fármaco
experimental que nunca llegó a cumplir sus objetivos iniciales. Por lo
tanto, cuando no utilizamos las vacunas no tenemos que hacer nada más
para estimular nuestra inmunidad porque ella es el termómetro de la
Humanidad.
Cuanto más equilibrada, más justa y
equitativa está la Humanidad, mejor funciona nuestra Inmunidad
Infecciosa de grupo y nuestra salud Comunitaria. Todos estos aspectos
han sido aprendidos por las familias del mundo que cuestionan las
vacunas, las obligadas y las vacunaciones masivas. Nuestro compañero
Andreas Bachmair nos muestra en su libro los testimonios de madres y
padres que han ido dejando y abandonando la filosofía vacunal y
vacunalista.
Estos relatos suponen para el mundo un
posicionamiento claro y decidido de familias que han dado el paso
definitivo para actuar y pensar de otra manera. Es un libro que nos
llega en el momento oportuno para abandonar en el camino esa filosofía
que afirma que gracias a los fármacos vivimos mejor y más tiempo. Son, y
han sido siempre, tiempos de cambio y de renovación.
Xavier Uriarte (Médico) Presidente Liga por la Libertad de Vacunación (LLV)
Este libro es un compendio de buenas
noticias: existen cientos y miles de familias en todo el mundo que
reflexionan sobre la bondad de la vacunación y deciden… no vacunar,
ellos quieren escoger otros medios para conservar la salud de sus niños
permitiendo a su sistema inmunitario construir sus defensas de forma
natural. La otra buena noticia es que estos niños que no se han vacunado
se desarrollan bien, muy bien incluso.
Lejos de las alergias y de los problemas
de aprendizaje que sufren sus compañeros de escuela que han sido
vacunados. Raramente están enfermos y cuando lo están se recuperan
rápidamente. Sus historias se repiten como un alegre poema y cada una
añade una pequeña nota personal, original e interesante.
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