En las últimas semanas, el Ministerio Público Federal (fiscalía)
del Estado de Pará ha hecho públicas dos operaciones contra el fraude
en el sistema de control de madera, poniendo en evidencia el problema de la tala ilegal en la Amazonía.
Si usted ha comprado o instalado suelos de madera tropical amazónica
(jatobá, ipé, massaranduba, cumaru…), tiene grandes posibilidades de
haber comprado madera procedente de talas ilegales. Y no lo dice
Greenpeace, lo dice la Fiscalía del Estado de Pará y el Instituto de
investigación IMAZON.
En las últimas semanas, el Ministerio Público Federal (fiscalía) del
Estado de Pará ha hecho públicas dos operaciones contra el fraude en el
sistema de control de madera, poniendo en evidencia el problema de la tala ilegal en la Amazonía. De acuerdo con la primera de estas comunicaciones, un “error” o laguna legal en
la comunicación entre los sistemas de control de comercio de productos
forestales entre los estados brasileños ha permitido la producción irregular de un total de 26.800 metros cúbicos de madera aserrada y de carbón vegetal.
En otra operación, el fraude ha permitido la venta irregular en el mercado de 1,9 millones de metros cúbicos de productos forestales entre 2007 y 2012. Este volumen equivale a un área de 64 mil hectáreas de bosque talado ilegalmente, una superficie equivalente a la ciudad de Río de Janeiro.
En Brasil, un propietario o empresa forestal puede, según su plan de manejo forestal, producir una cantidad o cupo de madera
(“créditos”) que tiene como objetivo controlar la producción de madera
en esa concesión forestal. Pero la asignación irregular de mayores
créditos o la duplicación de los mismos en diferentes estados, revelan
que se ha permitido la utilización fraudulenta de estos créditos, y la comercialización de grandes cantidades de madera obtenida ilegalmente.
Estas acusaciones hechas por el Ministerio Público revelan una trama
criminal que alimenta la tala ilegal y la depredación de la selva. Esta
forma de tratar la selva amazónica de manera predatoria es la antesala de la deforestación,
pero esta degradación constituye una amenaza silenciosa, ya que es
difícilmente detectable a través de los sistemas de control vía
satélite. Cuando la selva pierde sus especies maderables más valiosas,
las infraestructuras creadas para sacar la madera son las mismas que
sirven a colonos (agricultores y ganaderos), para abrir el espacio a
través del carboneo de la selva secundaria y el fuego. Resultado,
deforestación y pérdida irreparable de la biodiversidad local.
Según investigaciones del IMAZON, el Estado de Pará es el mayor exportador de madera en la Amazonía brasileña, pero se estima que el 78% de la extracción (en superficie) es ilegal.
Un análisis similar de Mato Grosso, el segundo mayor productor y
exportador de madera, muestra que el 54% del total área talada se hizo
de manera ilegal. El IMAZON obtuvo estos datos tras el análisis de
imágenes de satélite y los registros de las agencias ambientales de
ambos estados para el periodo entre agosto 2011 y julio 2012. Estos
estudios demuestran la magnitud del problema de la tala ilegal y la escasa capacidad del gobierno de Brasil de controlar la actividad forestal.
Fuente: Greenpeace
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