Dos
mil toneladas de carne de ballena de aleta, la segunda especie de mayor
tamaño tras la ballena azul y que se encuentra En Peligro, arribaron a
Japón proveniente de Islandia.
El cargamento, que llegó a Osaka la
semana pasada después de haber zarpado en marzo de Islandia, es
equivalente a casi todas las importaciones que ha realizado ese país a
Japón en los últimos seis años y corresponde a dos tercios del consumo
interno anual de carne de ballena.
Desde su irregular reintegración a
la Comisión Ballenera Internacional en 2003 con una reserva a la
moratoria sobre la caza comercial de ballenas, Islandia ha continuado la
matanza de grandes cetáceos, primero con supuestos fines de
investigación “científica” y desde 2006, con fines comerciales. Las
capturas de ballenas de aleta las realiza una única empresa, Hvalur, y
casi la totalidad de las ballenas cazadas son exportadas a Japón dado
que el consumo de carne de estos mamíferos marinos es mínimo en la
nación nórdica.
La carne importada tampoco tiene mercado en el
mercado nipón, como quedó evidenciado en 2013 cuando varias
organizaciones civiles denunciaron que la carne de las ballenas de aleta
capturadas en Islandia era procesada en Japón para producir alimento
para mascotas.
La caza y exportación de ballenas desde Islandia a
Japón ha sido duramente condenada por organizaciones de la sociedad
civil europea y norteamericana. Una coalición de ONG ambientalistas
solicitó a la Comisión Europea que considere “emprender medidas y
acciones enérgicas para acabar con la caza comercial de ballenas de
Islandia”.
Por otra parte una coalición de 13 organizaciones civiles
de conservación hicieron un llamado a las principales cadenas
comerciales de alimentación a boicotear la empresa islandesa HB Grandi,
durante una importante feria de alimentos marinos de Bélgica.
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