La
presencia de mercurio en diversos pescados provoca muchas alertas de
seguridad alimentaria.
La población más sensible (niños y embarazadas)
deben limitar el consumo de determinadas especies de pescado, pero no
eliminarlo por completo de la dieta.
La Agencia de Seguridad
Alimentaria (AESAN) ha alertado en distintas ocasiones de la presencia
en diferentes pescados de mercurio, un metal pesado que puede ser muy
tóxico. ¿Por qué se produce esta contaminación? ¿Qué riesgo entraña y
cómo se puede evitar?
¿De dónde sale ese mercurio?
El mercurio se
encuentra de forma natural en el suelo, el agua, plantas y el organismo
de los animales. El problema es que la actividad humana aporta grandes
cantidades de mercurio al medio ambiente, a través de la incineración de
residuos sólidos, la utilización de combustibles fósiles o el uso en
las industrias de este metal.
El mercurio pasa a los pescados
mediante la alimentación, de manera que los peces más depredadores, que
también son los más grandes, acumulan mayor cantidad.
Efectos en el organismo
El
grado de toxicidad del mercurio depende de la forma química en la que
se encuentre, pues los compuestos del mercurio son mas tóxicos que el
propio metal. Uno de los compuestos orgánicos, el metilmercurio, es a
juicio de la Organización Mundial de la Salud uno de los 6 compuestos
químicos más peligrosos presentes en el medio ambiente.
El mercurio
puede inducir efectos tóxicos en algunos órganos y sistemas, como el
nervioso, los riñones, el hígado y los órganos reproductivos, pero el de
mayor riesgo es el neurotóxico: el desarrollo neuronal está considerado
el problema de salud pública de mayor relevancia, y el período de
exposición durante el embarazo, el más sensible.
La presencia de
mercurio en el pescado es un problema real. La asociación de
consumidores italiana Altroconsumo acaba de realizar un estudio sobre el
contenido de este metal: el 20% de las muestras analizadas superaban
los límites aceptables. La Comisión Europea y los Estados miembros
acordaron que era necesario hacer recomendaciones de consumo de pescados
al grupo de consumidores sensibles a este metal pesado.
Pescado sí, pero con variedad
El
pescado es imprescindible para una alimentación equilibrada. Una dieta
que contenga pescados y mariscos contribuirá a mantener nuestra salud
cardiovascular. Además, es básico para el desarrollo embrionario y el
buen crecimiento de los niños. El pescado aporta proteínas de alto valor
biológico, vitaminas A, D y B12, yodo y selenio.
Es indiscutible que
el pescado es indispensable en la dieta, pero no lo es menos que la
clave está en la variedad. Hay que alternar el tipo de pescados que
comemos, y algunos sujetos sensibles, deben evitar , por lo que es
necesario en la dieta. Pero el consumo de algunos pescados debe
evitarse, especialmente los especialmente los colectivos más sensibles a
los efectos adversos de este metal.
Escoge preferiblemente pescados
menos proclives a la contaminación con mercurio, especialmente peces de
talla pequeña, no predadores.
Los adultos sanos no deberían consumir
más de una vez a la semana los peces "predadores"que son fuente de
mercurio, como el atún, el pez espada, el emperador, el lucio o el pez
panga, que puden contener altos niveles del peligrosos metilmercurio.
Es importante alternar esos pescados con otros menos contaminados: lubina, dorada, sardinas, lenguado, trucha, salmón...
Las
mujeres que deseen quedarse embarazadas, ya lo estén o estén en periodo
de lactancia, así como los niños, no deberían comer pescados grandes,
como el pez espada, el tiburón, el granadero, el atún rojo y el lucio.
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