Aunque
los telediarios y la prensa hablan todos los días de “estragos” y de
“catástrofe”, la realidad es que la epidemia del virus del Ébola sigue
manteniendo una magnitud bastante modesta.
La prensa habla de 2.400 muertos en toda África, pero incluso esta cifra no acaba de ser exacta.
Si
accede a la página de la web de la Organización Mundial de la Salud
(OMS) que trata este tema, se dará cuenta de que de hecho hay 1.044
fallecimientos cuya causa oficial declarada es el virus del Ébola, según
la última actualización que ha hecho pública la OMS. El resto son por
el momento “probables” o “posibles” casos de muerte por ébola. (1)
Por
supuesto, se trata de 1.044 muertes innecesarias y lamentables, pero
debería compararse esta magnitud con la cifra de 1,4 millones de muertes
anuales por tuberculosis o con la de 855.000 muertes al año por
paludismo (y eso que éstas últimas están bajando tras el pico de 1,2
millones de muertes al año que alcanzó en 2004). O con los más de 3.000
fallecimientos que provoca todos los años la gripe estacional en España,
teniendo en cuenta muertes directas y las producidas al potenciar otras
enfermedades en pacientes cardiorrespiratorios (de 3 a 5 millones en
todo el mundo según la OMS). (2)
Muy poco contagio
Las
imágenes de sanitarios con las mascarillas puestas y monos integrales
para acercarse a los enfermos sospechosos son delirantes y dignas de una
película mala de ciencia ficción.
Y es que el virus del Ébola no se transmite en absoluto con tanta facilidad.
Se
necesita un contacto directo con un líquido biológico como la sangre,
las heces o los vómitos u otros líquidos corporales de animales o
personas infectadas, tal como reconoce la OMS. No hay forma de que se
transmita por vía aérea. Es decir, aunque alguien hable o tosa, no
expandirá el virus del Ébola por el aire.
Dicho
de otro modo, el virus del Ébola es comparable al sida por su medio de
propagación. Hay que estar realmente en contacto con la sangre o un
líquido biológico del enfermo para exponerse al riesgo de contaminación.
Eso
significa, explica el profesor Bruno Marchou, jefe de servicio de
enfermedades infecciosas y tropicales del Hospital de Purpan, en
Toulouse, que el virus del Ébola: “no alcanzará el estadio de
pandemia. En Conakry (capital de la República de Guinea), hubo en un
inicio varias decenas de casos entre el personal hospitalario. Pudieron
superarlo aplicando medidas de higiene estándar sencillas que frenaron
la propagación del virus entre el personal”. (3)
Estas medidas de higiene no tienen nada de magia: “Quien
se ocupa de un paciente tiene que cubrirse las manos con guantes. Si el
paciente vomita, también hay que taparse la cara. Es el abecé de la
profesión, lo hacemos todos los días”, prosigue.
«Una mortalidad de entre el 20 y el 90% de los casos»
Sandrine Cabu, de Médicos sin Fronteras, en una entrevista publicada en el diario francés Le Monde, cuenta que el virus del Ébola tiene “una tasa de mortalidad de entre el 20 y el 90% de los casos”.
¿A qué se debe una horquilla tan absurdamente amplia?
A
que el virus del Ébola es sobre todo peligroso cuando se trata mal. Las
personas mueren por deshidratación o hemorragias, pero el tratamiento
consiste entonces sencillamente en hidratar o en someter al paciente a
transfusiones, no en darle una vacuna ni un hipotético medicamento. No
hay que creer lo que pretende la industria farmacéutica, a la que le
encantaría poder vender a los gobiernos unos polvitos mágicos como
hicieron con el Tamiflu cuando se produjo la alarma por gripe AH1N1.
«Los nuevos medicamentos no son la solución contra el ébola»
La
solución contra la epidemia consiste en respetar medidas sencillas y de
sentido común: higiene, nutrición adecuada, vitamina C y vitamina D.
Según
Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y
Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, la herramienta más eficaz
contra el ébola es aplicar los cuidados básicos a los enfermos.
“La
verdadera prioridad debería ser crear infraestructuras médicas en los
países afectados para suministrar a los enfermos el apoyo médico básico
como la hidratación y la transfusión sanguínea. Esto surtiría mucho
mayor efecto sobre la salud que la distribución aleatoria de
medicamentos experimentales” (4)
Según Thomas E. Levy, autor de un artículo reciente sobre los remedios potenciales contra el virus del Ébola (5):
“Hasta
el día de hoy, no hay un solo virus sometido a prueba que no haya sido
inactivado por una cierta dosis de vitamina C. Uno de los medios
prioritarios para destruir el virus, o programar su destrucción por
parte del sistema inmunitario, es activar la ´reacción de Fenton´. En
pocas palabras: dicha reacción puede producirse en el interior del
virus, en las células donde los virus se replican y en la superficie de
los propios virus”.
Por
lo tanto, no hay razones para sospechar que el virus del Ébola se
transforme brutalmente en una pandemia en el continente africano, y
menos aún en el resto del mundo.
Pero no cabe duda de que esta psicosis puede servir a los intereses económicos de algunos.
Sembrar el pánico: un negocio muy lucrativo
El pánico en torno al virus del Ébola recuerda a la gripe aviar de 2005 y a la gripe porcina (AH1N1) de 2009.
Se
aprovecharon estas dos “pandemias inminentes” para manipular burdamente
a la opinión pública y así justificar una vacunación masiva de
poblaciones enteras que resultó acarrear terribles efectos secundarios,
entre ellos la narcolepsia, un grave trastorno del sueño, como ya
comentamos en Tener S@lud. (6)
En
2009, la OMS predijo que un tercio de la población mundial podría estar
afectada por la gripe AH1N1, con efectos impredecibles. El julio de
2009, la entonces ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, anunciaba
orgullosa que el Gobierno español había acordado con dos de las más
importantes empresas farmacéuticas del mundo la compra de la friolera de
37 millones de dosis de vacunas contra la gripe A al “módico” precio de
266 millones de euros. Doce meses después, sólo se habían vacunado tres
millones de personas. Millones de dosis se guardaron como “reserva
estratégica” (después se donaron a la Organización Panamericana de
Salud) y el resto tuvieron que ser destruidas (y con ello millones de
euros se volatilizaron).
En
cuanto al famoso medicamento antiviral “milagroso”, el Tamiflu, su
efecto real no era más que reducir la duración de los síntomas a menos
de un día, sin poner freno alguno al número de hospitalizaciones. Un
estudio británico concluyó que la distribución del Tamiflu contra la
gripe AH1N1 tuvo como único efecto… malgastar 500 millones de libras
esterlinas.
En
efecto, la temporada de gripe de 2009 resultó ser finalmente menos
grave de lo habitual, a pesar de la presencia de la cepa AH1N1. Además,
resultó que numerosos supuestos casos de gripe AH1N1 ni siquiera fueron
casos de gripe, sino simples resfriados, lo cual recuerda al famoso caso
del virus del Ébola en Berlín el mes pasado que finalmente acabó
siendo… una gastroenteritis.
Jugar con fuego
Los titulares excesivos con los que machaca la prensa día si y día no, según mi opinión, son muy peligrosos:
“La OMS decreta una emergencia de salud pública a nivel mundial”
France 24, 20 de agosto de 2014.
“Ébola sin control”
El País. 5 de septiembre de 2014
“Los científicos ven un futuro calamitoso en la crisis del ébola”
The Times. 12 de septiembre de 2014
Esta
psicosis está sembrando un desbarajuste en África, donde algunos
gobiernos ya han empezado a cerrar sus fronteras, movilizar a sus
ejércitos para reprimir a las poblaciones e incluso a aislar sin razón a
decenas de miles de desdichados, hombres y mujeres, ancianos y niños
puestos en cuarentena y que están protagonizando escenas desgarradoras,
como la huida de personas aisladas de hospitales y centros de
aislamiento, su persecución por parte de la población, toques de queda,
personas sanas hacinadas como sospechosas en habitáculos de pocos metros
bajo supervisión policial…
“Las
extraordinarias medidas que están imponiendo los países afectados por
la epidemia de ébola están generando los primeros problemas de seguridad
ciudadana. Este miércoles, las calles de Monrovia, la capital de
Liberia, fueron el escenario de enfrentamientos cuando decenas de
ciudadanos de West Point, barrio en torno al cual se ha decretado una
cuarentena sanitaria, comenzaron a arrojar piedras a la policía, que
respondió con gases lacrimógenos para dispersar a la multitud. Los
vecinos estaban muy enfadados porque se encontraron por la mañana todos
los accesos bloqueados con barricadas levantadas por la policía con
muebles y alambres de espino, lo que les impedía ir a trabajar o a
comprar al mercado”. El País (citando a la agencia AFP). 21 de agosto de 2014
«Disparar a matar»
El sábado 23 de agosto supimos que “El
Parlamento de Sierra Leona ha convertido en delito penado con hasta dos
años de cárcel alojar a enfermos de ébola, en un intento por frenar la
diseminación del mortífero virus, anunció el ministro de Justicia”, según publicó el diario El Mundo citando a la agencia Reuters. Y es que el miedo y el temor a ser estigmatizados ha hecho que muchas familias oculten a sus miembros afectados.
El
18 de agosto, todavía peor: el Gobierno de Liberia ordena a sus
soldados “disparar a matar” sobre todo aquel que intente cruzar la
frontera, supuestamente para evitar que se propague la epidemia. (7)
Estas
reacciones totalmente excesivas corren el riesgo de provocar una
verdadera catástrofe humanitaria, mucho más grave que el propio virus
del Ébola.
Del mismo modo, se empiezan a tomar medidas contra los africanos:
“A
escala internacional, los ciudadanos de esos países son sometidos a una
cuarentena cada vez más estricta con el cierre de fronteras, la
suspensión de vuelos por parte de la mayoría de compañías aéreas que los
ofrecen, la repatriación de los miembros de las familias del personal
diplomático en dichos países, la anulación de conferencias
internacionales, la deslocalización de acontecimientos deportivos, etc.”, apunta Le Nouvelle Observateur. (8)
En
Corea, han estallado verdaderas reacciones racistas contra los
africanos, a quienes se prohíbe entrar en determinadas tiendas. (9)
El mito del pasajero infectado en un avión
Al
escuchar a las autoridades y a los periodistas, podríamos creer que
puede estallar una epidemia de ébola en cualquier momento en Europa:
basta con que un africano afectado por la enfermedad llegue en avión y
desembarque.
Esta
hipótesis es totalmente irreal. Sólo pone de manifiesto una ignorancia
absoluta hacia lo que es en realidad el virus del Ébola.
No debemos sucumbir ni a la psicosis ni a una forma de racismo no declarado.
La
epidemia del virus del Ébola no podrá encauzarse correctamente en
África si no cesa toda forma de violencia y de represión. Hay que dejar
que cada paciente sea atendido tranquilamente por un personal con una
formación médica básica y que adopte las medidas de higiene adecuadas.
No
debemos enviar ni cargamentos de vacunas a África ni medicamentos. Eso
no serviría más que para enriquecer a los laboratorios farmacéuticos y
para provocar daños todavía más graves producidos por los efectos
secundarios de los medicamentos.
Fuentes:
- OMS (Organización Mundial de la Salud): “Brote de enfermedad por el virus del Ebola en África Occidental”
- Datos
del informe revelado en la XX Conferencia Internacional sobre el Sida,
celebrada en Melbourne (Australia) del 21 al 25 de julio de 2014.
- Ladepeche.fr. 14 de agosto de 2014
- USA Today. 6 de agosto de 2014
- Naturalhealth365.com. 3 de agosto de 2014
- Salud,
Nutrición y Bienestar: “Confirmado: miles de casos de narcolepsia
provocados por la vacuna contra la gripe A / H1N1″. 21 de Agosto de
2013.
- Sky news. “Shoot-on-sight order in Ebola-wary Liberia”. 18 de Agosto de 2014.
- Le Nouvelle Observateur: “Ebola: ignorance, paranoïa et mise en quarantaine”, 21 de agosto de 2014.
- Le Nouvelle Observateur: “Ebola: ignorance, paranoïa et mise en quarantaine”, 21 de agosto de 2014.
Fuente: www.saludnutricionbienestar.com/ebola-mentira/
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