Las personas adultas no
necesitan consumir leche; no existe evidencia de que mejore la salud de
los huesos y, además, la mayoría de la gente en el mundo es intolerante a
la lactosa
Los gobiernos, con ayuda de los
científicos, diseñan pirámides de alimentos recomendables y difunden
esta información como una guía para la dieta de la población. En muchos
casos, estas recomendaciones son obsoletas, basadas en creencias o en
estudios que no han logrado mantenerse con el paso del tiempo; asimismo,
muchas de estas recomendaciones científicas están comprometidas por
conflictos de intereses, ya sea por el lobby de compañías de alimentos o
por la participación de científicos con vínculos a compañías privadas
que promueven ciertos alimentos y farmacéuticas que se benefician de
cierto tipo de alimentación.
En Estados Unidos, la pirámide
alimenticia oficial recomienda tres vasos de leche diarios. Seguir esta
recomendación al pie de la letra, sin embargo, podrían tener
consecuencias deletéreas para la salud. La pirámide alimenticia oficial
basa su recomendación en la idea de que la leche es una importante
fuente de calcio, potasio y vitamina D; esto principalmente para
supuestamente mantener los huesos sanos. Sin embargo, un estudio científico
con seguimiento de varios años realizado por investigadores de la
Universidad de Harvard muestra que no existe relación entre el consumo
de leche y un menor riesgo de fracturas de huesos.
Según el Dr. David L. Katz,
de la Universidad de Yale, “existe clara evidencia de que el consumo de
lácteos no es esencial para un ser humano adulto. Poblaciones que toman
mayormente agua, comen plantas, se ejercitan y reciben luz solar –una
combinación en rápido declive– tienden a tener huesos y corazones más
fuertes, menos cánceres, infartos y diabetes”. Pese a lo que nos ha
hecho creer el marketing, poblaciones con menos consumo de leche que en
Estados Unidos (pero mayor exposición al Sol) tienen menos índice de
osteoporosis. Así que al parecer lo importante es recibir un poco de
vitamina D del Sol y no de la leche, la cual es mejor absorbida.
Asimismo, existen mejores fuentes de calcio (como la tortilla) y de
potasio (como ciertas frutas) que la leche.
Walter Willett,
nutriólogo del departamento de Salud Pública de Harvard, señala
categóricamente que nuestros hábitos de consumo de leche son un riesgo
para la salud. “Existe mucha información que apunta a que existe una
correlación entre el cáncer de próstata y el alto consumo de leche. Y
tenemos evidencia mixta que apunta a que tomar tres vasos de leche al
día está asociado con el cáncer en los ovarios”. Willett añade también
que no hay evidencia que sostenga que el consumo de leche ayude a
mejorar la salud de los huesos. Por esto, desde hace un par de años,
Harvard eliminó a los lácteos de la configuración de su pirámide de
alimentos sanos.
Uno de los problemas que tiene el
consumo masivo de leche tiene que ver con que la leche contiene lactosa.
Para digerir este disacárido se debe de descomponer en partes más
pequeñas, lo cual requiere de la enzima lactasa. Todos los mamíferos
hacemos lactasa en la infancia pero, en la mayoría de los casos, después
dejamos de producirla. Para algunas poblaciones humanas poder digerir
lactosa evolucionó como una ventaja adaptativa, lo que hace que algunas
etnias tengan en mayor medida está habilidad. Sin embargo, la mayoría de
las poblaciones tiene cierta intolerancia a la lactosa.
Algunas personas incluso hacen una
lectura racista en torno al marketing cultural de la leche: una bebida
blanca para la raza blanca. En Estados Unidos cifras muestran que
más de 90% de los asiático-americanos, 74% de los nativoamericanos, 70%
de los afroamericanos y 53% de los méxico-americanos son intolerantes a
la lactosa, mientras que sólo 15% de las personas caucásicas lo son.
Personas que tienen un intestino permeable (leaky gut) pueden
sufrir de acidez, ardor, gases, inflazón, diarrea y otras reacciones
(algunas de las cuales reaccionan en conjunto con el gluten) cuando
toman leche (algo que, en un círculo vicioso, contribuye a su vez a
tener un intestino permeable).
En realidad, los beneficios asociados a
los lácteos tienen que ver con un arquetipo que podemos llamar
oral-maternal (la leche nos remite como memoria corporal a la infancia y
a la madre) y a las bacterias que contienen cuando han sido fermentados
–no cuando están pasteurizados, algo que además impide que la misma
leche contenga la enzima lactasa y ayude a digerirla. Sin embargo, las
bacterias bacilo que contiene la leche (especialmente el yogurt), que
contribuyen a la salud del microbioma humano, pueden ser obtenidas de
otros alimentos fermentados o consumiendo probióticos. Como suelen
decir: la leche de vaca es el alimento perfecto, pero sólo si eres un becerro.
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