Algunos médicos
recibieron más de medio millón de dólares y otros consiguieron varios
millones de dólares por los derechos de los productos que ayudaron a
desarrollar.
Los médicos dicen que
estos regalos no tienen efecto en los medicamentos que prescriben. Pero
entonces, ¿por qué las Compañías Farmacéuticas dan este dinero si no
obtienen a cambio un adecuado retorno de su inversión?
En Estados Unidos se gasta una fortuna en medicamentos, más por persona que
en cualquier otra nación del mundo, y eso no quiere decir que los
estadounidenses tengan mejor salud que los ciudadanos de otras naciones
económicamente más avanzadas. De los aproximadamente 2.2 billones de
dólares que se gastan en la atención sanitaria, los medicamentos representan el 10% del total.
El Gobierno paga esta cantidad a través de Medicare, Medicaid y los subsidios establecidos por la Ley Affordable Care, un
pago que se realiza, en parte, indirectamente de nuestros impuestos. El
resto lo pagamos directamente, a través del copago, pagos deducibles y
primas.
Los pagos o regalos que
realizan las empresas de medicamentos a los médicos forman parte de la
estrategia de las grandes farmacéuticas para limpiarnos nuestros
bolsillos.
Otra estrategia es la
que realizan con los medicamentos cuyas patentes están a punto de
expirar: hacer pequeños cambios, a veces insignificantes, por lo que
técnicamente se considera un nuevo medicamento.
Por ejemplo, en febrero pasado, antes de que expirara la patente sobre Namenda, un fármaco muy utilizado para el tratamiento del Alzheimer, Forest Laboratories anunció que dejaría de vender el medicamento en forma de tabletas sustituyéndolo por cápsulas de más lenta absorción, el denominado Namenda XR.
Las cápsulas son simplemente una reformulación de las tabletas. Pero un
cambio de tan poca importancia impidió que fuera sustituido por la
versión genérica del medicamento.
En definitiva: más ganancias para Forest Labs y más costes para todos nosotros.
Otra técnica utilizada
por la Compañías Farmacéuticas es la de seguir haciendo publicidad
agresiva de sus marcas incluso mucho después de que hayan expirado sus
patentes, que son de 20 años. Los pacientes siguen pidiendo a sus
médicos esas marcas, cosa que muchos médicos atenderán.
Estados Unidos es uno de los pocos países que permiten una publicidad directa de los medicamentos con receta.
Una cuarta técnica que
emplean las Compañías Farmacéuticas es la de pagar a los fabricantes de
medicamentos genéricos para que retrasen la comercialización de sus
versiones genéricas más baratas. Son los llamados “acuerdos de pago por
demora”, que generan grandes beneficios tanto para los fabricantes que
tenían la propiedad del medicamento como para la empresa que fabrica el
genérico. Una vez más, somos usted y yo quien pagamos. Esta táctica nos
cuesta alrededor de 3,5 mil millones de dólares al año.
En Europa no se permiten este tipo de
pagos, pero son legales en Estados Unidos. Los principales fabricantes
de medicamentos genéricos han luchado contra los intentos legislativos
de acabar con estos pagos.
Por último, mientras que
otras naciones establecen los precios de los medicamentos al por mayor,
las leyes prohíben en Estados Unidos que el Gobierno use de su
considerable poder de negociación a través de Medicare y Medicaid
para conseguir unos precios más bajos en los medicamentos. Esto forma
parte de un acuerdo con las grandes empresas farmacéuticas, una
concesión por su apoyo a la Ley Affordable Care Act de 2010.
Las Compañías
Farmacéuticas dicen que necesitan beneficios adicionales para pagar por
la investigación y desarrollo de nuevos fármacos. Pero gran parte de la
investigación de estas Compañías se hace a través de los Institutos Nacionales de Salud.
Mientras tanto, las Farmacéuticas se gastan más en publicidad y marketing que
en investigación y desarrollo, a veces decenas de millones de dólares
para promocionar un solo medicamento. Y gasta también cientos de
millones de dólares al año en los grupos de presión (lobbies). Solo el
año pasado, se alcanzaron los 225 millones de dólares en este concepto, según el Center for Responsive Politics.
Además, las grandes farmacéuticas gastan grandes cantidades en las campañas políticas.: en 2012, desembolsaron más de 36 millones de dólares, siendo por tanto el mayor contribuyente político de toda la industria estadounidense.
¿Por qué seguimos
aguantando todo esto? Es fácil decir que no tenemos elección dado lo
mucho que la Industria se gasta en Política. Si la gente se mostrase lo
suficientemente indignada, los políticos y los organismos reguladores no
permitirían esta gigantesca estafa.
Pero la gente no lo
parece, y no es así porque gran parte de esta estrategia está oculta a
los ojos del público. Pero creo que también se debe porque nos han
metido toda esa charlatanería ideológica del libre mercado, que es una
cosa independiente y superior a la del Gobierno.
Y puesto que la
propiedad privada y la libertad de contratación son el núcleo del libre
mercado, asumimos que las Compañías Farmacéuticas tienen todo el derecho
a cobrar lo que quieran por los bienes que venden. Y sin embargo, el
libre mercado no se puede separar del Gobierno, porque el Gobierno
determina la reglas del juego.
Determina por ejemplo lo
que se puede patentar y por cuánto tiempo, qué beneficios secundarios
crean conflictos de intereses ilegítimos, qué investigación básica debe
ser subvencionada, y cuándo el gobierno puede negociar precios bajos.
La pregunta fundamental
no es si el Gobierno debe desempeñar un papel en el mercado, ya que sin
tales decisiones gubernamentales no habría mercado, no habría nuevos
fármacos. La cuestión es cómo el Gobierno organiza ese mercado. Mientras
que los grandes fabricantes de medicamentos tienen una presencia
desproporcionada en la toma de estas decisiones, el resto de nosotros
pagamos más de la cuenta.
Fuente:http://www.commondreams.org/views/2014/10/06/why-we-allow-big-pharma-rip-us
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