Un
refugio de casi 3.000 años que permite apreciar una simbiosis casi
perfecta entre biodiversidad y cultura prehispánica, ese es el Parque
Nacional Yaxhá-Nakum Naranjo, un área protegida que alberga
edificaciones del Imperio Maya en Guatemala y que sobrevive gracias a
los indígenas.
Alrededor de este tesoro cultural, en el que se
construyeron acrópolis, calzadas y canchas para el juego de la pelota,
hay unas 30 comunidades que colaboran constantemente con su cuidado y
que generan guías que conocen el parque y su hábitat al dedillo, lo que
les permite conducir con precisión a los miles de turistas.
Precisamente
es un trabajo de codo con codo con estas personas lo que posibilita
hacer una gestión transparente para preservar el entorno y las reliquias
de edificaciones de un imperio que habitó Guatemala entre el año 800
a.C. y 900 d.C.
Las decisiones, explica el director del parque, Luis
Guerra, se toman en una mesa de diálogo en la que participan
representantes de las comunidades y el Consejo Nacional de Áreas
Protegidas (Conap).
"¿Quién mejor que yo para explicar el parque?",
dice Michelle, una guía comunitaria capacitada por el Instituto Nacional
de Turismo (Inguat) y que también puede dar el tour en inglés.
Yaxhá
recibe a más de 30.000 visitantes al año y aunque todavía cuenta con
una afluencia menor al parque arqueológico Tikal, ubicado a 30
kilómetros y con un estimado de visitantes cercano a los 300.000, los
guías locales esperan que el manejo responsable del lugar atraiga a más
turistas.
El parque, rodeado de la selva petenera y de una laguna, es
un templo de fauna. En sus 370 kilómetros cuadrados es habitual
observar halcones de diferente tamaño, tucanes, pájaros carpinteros de
cresta roja, pavos reales, lagartijas de diferentes colores y monos
aulladores que se cuelgan de las copas de los árboles.
Para preservar
esta riqueza natural, la cooperación con las comunidades se erige como
elemento indispensable para evitar la caza ilegal de las especies que lo
habitan.
Por este motivo, 19 representantes de la Red
Latinoamericana de Cooperación Técnica en Parques Nacionales, otras
Áreas Protegidas, Flora y Faunas Silvestres (Redparques) tuvieron a
finales de octubre su reunión anual en este exquisito paraje, con el fin
de apreciar la labor.
Este mecanismo de cooperación, creado en 1983
con apoyo de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura), está liderado por instituciones públicas
responsables de los sistemas de parques nacionales y áreas protegidas,
según el Conap.
El fin es contribuir con la conservación de la
diversidad biológica de la región y el desarrollo de las áreas
protegidas locales.
Durante la jornada, Ana del Carmen de León, del
Conap Guatemala realizó una exposición sobre certeza jurídica en Áreas
Protegidas, una tarea que desarrolla el país centroamericano para
garantizar la supervivencia de esas zonas y asegurar así también la
contribución a detener el cambio climático.
Guatemala es uno de los
19 países megadiversos del mundo. Tiene 334 áreas protegidas declaradas
que representan el 33 % del territorio y, en ellas, conviven más de 720
especies de aves, 244 mamíferos, 245 de reptiles, 1.033 de peces, 147 de
anfibios y 10.317 ejemplares de plantas.
Yaxhá es un ejemplo de gestión comunitaria que busca réplicas.
Fuente: noticias-ambientales-internacionales.blogspot.com
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