La muerte por electrocución y colisión es una de las principales causas
de muerte de la avifauna en España, algunas de las especies están
protegidas y en peligro de extinción
Los tendidos eléctricos son, a día de hoy, la causa principal de muerte no natural de varias especies de aves en España. Algunas de ellas son especies amenazadas, como el águila perdicera (Aquila fasciata) otras, como el águila imperial ibérica (Aquila adalberti) se encuentran en peligro de extinción.
La Plataforma SOS Tendidos Eléctricos, que agrupa a
varias entidades relacionadas con la conservación de la naturaleza,
reclama que, tanto la Administración como las compañías eléctricas se
impliquen para evitar que la electrocución o el choque contra los cables de los tendidos eléctricos sigan causando la muerte de aves y de otras especies afectadas.
El diseño de estos tendidos, sin aislantes o sin balizas que eviten la colisión de los pájaros contra los cables es el principal problema que provoca la muerte de estos animales.
“Hay que tener en cuenta que no hay un tendido cien por cien seguro.
Siempre existe un riesgo de mortalidad latente pero hay que hacer lo
posible por evitarla al máximo”, advierte Nicolas López, responsable de Conservación de Especies Amenazadas en SEO/BirdLife.
La modificación del Real Decreto 1432/2008,
que regula la corrección de tendidos para la protección de la avifauna
en España es, para la plataforma, fundamental a la hora de solucionar de
forma eficaz un problema que, cada año, causa la muerte a miles de aves
en nuestro país.
Una normativa insuficiente
Casi 10 años después de su aprobación, este Real Decreto se ha mostrado a todas luces insuficiente,
según denuncia la plataforma. Uno de los motivos principales es que
aplica las medidas contra la electrocución y colisiones a las llamadas
Zonas de protección o ZEPAS, áreas naturales protegidas para la
conservación de determinadas especies en peligro.
El problema llega cuando las aves salen de esas zonas protegidas.
Los animales se mueven por todo el territorio y pueden electrocutarse
con cualquier otro tendido que no tenga las modificaciones necesarias
para hacerlo menos peligroso. Unos tendidos que, según la norma, las
eléctricas no están obligadas a modificar al estar fuera de esas ZEPAS.
“Aunque existan zonas de protección están cayendo más aves en las
zonas no protegidas, como el águila calzada o el águila imperial. Son
motivos más que suficientes para hacer rectificaciones en todos los
tendidos”, explica Ernesto Álvarez, presidente de GREFA (Grupo de
Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat), una de las entidades
que forman parte de la plataforma.
Además, no todas las comunidades autónomas tienen una normativa propia destinada a proteger a la avifauna en todo su territorio. Tan solo ocho comunidades en toda España tienen una norma específica.
“No podemos permitir que en el resto de comunidades pueda haber
tendidos con diseños peligrosos para las aves fuera de las Zonas de
Protección”, apunta Paz Azkona, portavoz de la Plataforma SOS Tendidos
Eléctricos.
Mayor implicación de las eléctricas
Otro de los mayores problemas del RD 1432/2008 es que establece que
será la Administración quien asuma el coste de estas correcciones y no
las compañías eléctricas, que juegan un papel de acompañamiento y ayuda.
La falta de fondos en muchos casos y la nula implicación de las
compañías causaron que muchos de los trabajos de corrección de tendidos
se quedasen a medias o no llegaran a realizarse.
“El volumen de rectificados en los tendidos es tan grande que no puede realizarse si no es en colaboración con las eléctricas”, apunta Ernesto Álvarez.
La solución propuesta por SOS Tendidos es la inclusión de la muerte por electrocución o colisión de las aves en la Ley 26/2007 de Responsabilidad Medioambiental.
Con esa modificación las eléctricas tendrían la responsabilidad de
reducir y prevenir las muertes causadas por los tendidos y tendrían que
hacerse cargo, con su propio dinero, de las rectificaciones en estas
infraestructuras.
“Son ellas las que tienen que abordar económicamente las
correcciones, al margen de que la Administración ayude o no con
financiación pública”, recalca Azkona.
Además, desde la plataforma, reclaman una mayor presencia de estas entidades medioambientales en las reuniones en las que se determinen las especificaciones técnicas de las modificaciones en los tendidos.
“Es importante que estemos en esas reuniones para explicar, por
ejemplo, donde se posan las águilas imperiales, porque esas personas no
tienen por qué saberlo y ayudaría a salvar vidas”, explica Juan José
Iglesias, responsable del seguimiento de fauna amenazada del GREFA.
Los peores pronósticos
“La mayoría de las aves electrocutadas no sobreviven
y, en caso de hacerlo, alguien tiene que encontrarlas para traerlas
aquí, lo que no siempre es posible. De esas se recuperan en un
porcentaje muy bajo”, explica Fernando González, veterinario jefe en el hospital del GREFA.
El hospital de fauna salvaje del GREFA atiende al año a más de 6.000 ejemplares de especies de fauna autóctona con lesiones causadas por la acción del hombre. “Las electrocuciones son las que tienen los peores pronósticos. La mayoría de estas aves no ingresan vivas”, lamenta González.
Si logran sobrevivir a las lesiones aún tendrán que rehabilitarse
antes de ver si pueden volver a la naturaleza y eso no siempre es
posible.
Las lesiones por electrocución suelen causar amputaciones que hace
que esos ejemplares se califiquen como irrecuperables para volver a
estar en libertad. “La mayoría no sobrevivirían. Morirían de inanición o
serían presas de otros depredadores”, explica Ernesto Álvarez.
Las aves irrecuperables acaban en programas de cría, en el caso de
que la organización esté llevando a cabo programas con ese tipo de
especie, o acaban en el área de educación ambiental. En ocasiones se
ceden a otros centros similares por la geografía española.
Pero también hay casos en los que el animal se recupera.
Uno de ellos es el de Susana, un ejemplar de águila imperial que sufrió
una electrocución, fue atendida en el GREFA, sobrevivió a las lesiones y
pudo volver a la naturaleza.
Susana ha sido madre y ha sacado a varios pollos adelante en los
últimos años, aunque algunos de ellos no han tenido tanta suerte como
ella y han muerto electrocutados por causa de los tendidos. “Que
sobreviviera a esas lesiones es un milagro”, concluye Juan José
Iglesias.
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