27 abril 2017

La homeopatía: 250 años de eficacia y polémica

La homeopatía: 250 años de eficacia y polémica
Dice Samuel Hahnemann, el médico alemán que desarrolló la homeopatía, que “la primera y única misión del médico es la de restablecer la salud de las personas enfermas, que es lo que se llama curar”. No parece ser éste suficiente argumento para parte de la comunidad científica. El primer texto de Hahnemann sobre la teoría homeopática “Ensayo sobre un nuevo principio”, se publicó en 1796 en un diario de medicina práctica y en él enunciaba ya el principio de similitud por el que es conocida la homeopatía “similia similibus cuarantur” (lo similar cura lo similar).

Desde sus comienzos hace 250 años ha funcionado al tiempo que generado polémica y rechazo por parte de algunos médicos. Sin embargo, la propia OMS desde hace muchos años recomienda que la homeopatía y la medicina naturista se incorporen en los sistemas públicos de salud “porque mejora la calidad asistencial”.
Según la OMS, la homeopatía es la medicina complementaria más utilizada en el mundo
 
Alrededor de 500 millones de personas están recibiendo tratamiento homeopático. Sólo en la India hay 300.000 homeópatas y 300 hospitales homeopáticos. La OMHI (Organización Médica Homeopática Internacional), señala que la homeopatía se utiliza en más de 80 países, principalmente en Europa, donde en algunos casos como Francia, Inglaterra, Suiza, Alemania… incluso forma parte de las prestaciones de los sistemas sanitarios.

En nuestro país, a pesar del revuelo mediático producido el año pasado tras la suspensión del Máster de Homeopatía de la Universidad de Barcelona “por falta de base científica”, se sabe que uno de cada 3 españoles han utilizado en alguna ocasión la homeopatía para aliviar o tratar distintos problemas de salud, un 27% lo hace de forma ocasional o habitual y 10.000 médicos prescriben homeopatía de manera habitual. Así lo revelan los datos del “I Estudio sobre conocimiento y uso de la Homeopatía” en España.

Respecto al rechazo por parte de la comunidad científica, Luc Montagner, Premio Nobel de Medicina 2008, descubridor del VIH, ha dicho “no se puede suprimir una parte de la ciencia simplemente porque no concuerde con los dogmas actualmente vigentes. Todas las medicinas son buenas si funcionan y si curan usando el mecanismo que usen”.  Sus estudios junto a los de otros muchos investigadores han demostrado que el agua líquida tiene estructuras que pueden contener y guardar moléculas biológicas.

La Homeopatía participa en el proceso de la enfermedad, ayudando al organismo a reaccionar y recuperar el equilibrio a través del estímulo de los mecanismos de defensa y de regulación. Es una terapéutica que se enfoca desde el punto de vista biopsicosocial: entiende la enfermedad en el contexto vital de cada persona, siendo el individuo y su forma de enfermar el centro del estudio y no sólo su enfermedad.

La Homeopatía no suprime el síntoma sino que actúa favoreciendo la propia capacidad autocurativa del organismo, para que responda de manera adaptada al desequilibrio que se ha producido. En la medicina convencional, se siguen unos protocolos y todos los pacientes con la misma enfermedad reciben el mismo medicamento.

En cambio, en la homeopatía varias personas con el mismo diagnóstico pueden recibir un remedio homeopático distinto porque va a depender de su constitución psicofísica. Por este motivo,  la mayoría de los medicamentos homeopáticos no tienen una indicación terapéutica específica ni una posología determinada ya que dependen del paciente y pueden utilizarse para síntomas muy diferentes. Provienen de sustancias vegetales (como el hipérico, el árnica…) o pueden proceder de sustancias animales (como los venenos de reptiles o insectos) químicas (como el arsénico) o minerales (como la sal de mar).

Similitud, altas diluciones e individualidad como principios fundamentales

Similitud: Las enfermedades pueden curarse por sustancias que producen, en las personas sanas, efectos semejantes a los síntomas manifestados por el paciente. Por ejemplo, en el caso de la Belladona. Desde la antigüedad es conocido que esta planta produce, entre otras manifestaciones, una sequedad intensa de las mucosas, congestión, enrojecimiento del rostro y estados febriles con mucha sudoración. Pues bien, los principios activos homeopáticos elaborados a partir de la belladona, se utilizarán por ejemplo, en pacientes con fiebre elevada, sudoración o sequedad en las mucosas.
Altas diluciones y dinamización: Para aprovechar los efectos terapéuticos de las sustancias y al mismo tiempo reducir su toxicidad,  los principios activos son sometidos a un proceso de diluciones (el principio activo utilizado se diluye hasta proporciones infinitesimales). Después  se dinamiza agitando fuertemente. El grado de dilución  se ajusta al tipo de enfermedad y al modo de enfermar del paciente. Normalmente, se utilizan diluciones más bajas para problemas sintomáticos o muy localizados y más altas para casos más crónicos.
 
Individualización del tratamiento: la homeopatía se centra en el enfermo, sus circunstancias y forma de enfermar y vivir la enfermedad y no tanto en la patología o en los síntomas que padece. Se tiene en cuenta la forma personal de reaccionar de cada enfermo y su desarrollo físico, emocional, espiritual y mental.

Como se toleran bien y no tienen efectos secundarios, los medicamentos homeopáticos se prescriben a bebés, niños, mujeres embarazadas y pacientes polimedicados.

Además, se  utilizan como tratamiento único o combinados con otros fármacos convencionales y tanto en enfermedades agudas (gripes, tos, diarreas, contusiones, etc.), como crónicas (asma, alergias, dermatitis, ansiedad, etc.) o infecciones de repetición (bronquitis, cistitis, otitis infantiles, etc.), incluso en cuidados paliativos.

Fuente: bioecoactual.com

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