Dice Samuel Hahnemann, el médico alemán que desarrolló la homeopatía, que “la primera y única misión del médico es la de restablecer la salud de las personas enfermas, que es lo que se llama curar”. No
parece ser éste suficiente argumento para parte de la comunidad
científica. El primer texto de Hahnemann sobre la teoría homeopática “Ensayo sobre un nuevo principio”,
se publicó en 1796 en un diario de medicina práctica y en él enunciaba
ya el principio de similitud por el que es conocida la homeopatía “similia similibus cuarantur” (lo similar cura lo similar).
Desde sus comienzos hace 250 años ha funcionado al tiempo que
generado polémica y rechazo por parte de algunos médicos. Sin embargo,
la propia OMS desde hace muchos años recomienda que la homeopatía y la
medicina naturista se incorporen en los sistemas públicos de salud
“porque mejora la calidad asistencial”.
Según la OMS, la homeopatía es la medicina complementaria más utilizada en el mundo
Alrededor de 500 millones de personas están
recibiendo tratamiento homeopático. Sólo en la India hay 300.000
homeópatas y 300 hospitales homeopáticos. La OMHI (Organización Médica
Homeopática Internacional), señala que la homeopatía se utiliza en más
de 80 países, principalmente en Europa, donde en algunos casos como
Francia, Inglaterra, Suiza, Alemania… incluso forma parte de las
prestaciones de los sistemas sanitarios.
En nuestro país, a pesar del revuelo mediático producido el año
pasado tras la suspensión del Máster de Homeopatía de la Universidad de
Barcelona “por falta de base científica”, se sabe que uno de cada 3
españoles han utilizado en alguna ocasión la homeopatía para aliviar o
tratar distintos problemas de salud, un 27% lo hace de forma ocasional o
habitual y 10.000 médicos prescriben homeopatía de manera habitual. Así
lo revelan los datos del “I Estudio sobre conocimiento y uso de la
Homeopatía” en España.
Respecto al rechazo por parte de la comunidad científica, Luc
Montagner, Premio Nobel de Medicina 2008, descubridor del VIH, ha dicho “no
se puede suprimir una parte de la ciencia simplemente porque no
concuerde con los dogmas actualmente vigentes. Todas las medicinas son
buenas si funcionan y si curan usando el mecanismo que usen”. Sus
estudios junto a los de otros muchos investigadores han demostrado que
el agua líquida tiene estructuras que pueden contener y guardar
moléculas biológicas.
La Homeopatía participa en el proceso de la enfermedad, ayudando
al organismo a reaccionar y recuperar el equilibrio a través del
estímulo de los mecanismos de defensa y de regulación. Es una
terapéutica que se enfoca desde el punto de vista biopsicosocial: entiende la enfermedad en el contexto vital de cada persona, siendo el individuo y su forma de enfermar el centro del estudio y no sólo su enfermedad.
La Homeopatía no suprime el síntoma sino que actúa
favoreciendo la propia capacidad autocurativa del organismo, para que
responda de manera adaptada al desequilibrio que se ha producido. En la
medicina convencional, se siguen unos protocolos y todos los pacientes
con la misma enfermedad reciben el mismo medicamento.
En cambio, en la homeopatía varias personas con el mismo diagnóstico pueden recibir un remedio homeopático distinto
porque va a depender de su constitución psicofísica. Por este motivo,
la mayoría de los medicamentos homeopáticos no tienen una indicación
terapéutica específica ni una posología determinada ya que dependen del
paciente y pueden utilizarse para síntomas muy diferentes. Provienen de
sustancias vegetales (como el hipérico, el árnica…) o pueden proceder de
sustancias animales (como los venenos de reptiles o insectos) químicas
(como el arsénico) o minerales (como la sal de mar).
Similitud, altas diluciones e individualidad como principios fundamentales
Altas diluciones y dinamización: Para aprovechar los efectos terapéuticos de las sustancias y al mismo tiempo reducir su toxicidad, los principios activos son sometidos a un proceso de diluciones (el principio activo utilizado se diluye hasta proporciones infinitesimales). Después se dinamiza agitando fuertemente. El grado de dilución se ajusta al tipo de enfermedad y al modo de enfermar del paciente. Normalmente, se utilizan diluciones más bajas para problemas sintomáticos o muy localizados y más altas para casos más crónicos.
Individualización del tratamiento: la homeopatía se centra en el enfermo, sus circunstancias y forma de enfermar y vivir la enfermedad y no tanto en la patología o en los síntomas que padece. Se tiene en cuenta la forma personal de reaccionar de cada enfermo y su desarrollo físico, emocional, espiritual y mental.
Como se toleran bien y no tienen efectos secundarios, los medicamentos homeopáticos se prescriben a bebés, niños, mujeres embarazadas y pacientes polimedicados.
Además, se utilizan como tratamiento único o combinados con otros fármacos convencionales y tanto en enfermedades agudas (gripes, tos, diarreas, contusiones, etc.), como crónicas (asma, alergias, dermatitis, ansiedad, etc.) o infecciones de repetición (bronquitis, cistitis, otitis infantiles, etc.), incluso en cuidados paliativos.
Fuente: bioecoactual.com
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