Se trata de las estrobilurinas, fungicida cuyo uso fue aprobado solo a finales de los años 1990: más de 50 años después de que fuera diagnosticado y registrado por los médicos el autismo. Los investigadores de la Universidad de Chapel Hill, en Carolina del Norte (EE.UU.), han revelado cómo las estrobilurinas dañan las neuronas.
Los científicos han expuesto las células cerebrales de ratones a más de 300 pesticidas y fungicidas diversos. Esto les sirvió para constatar que las estrobilurinas afectan a las mitocondrias, estructuras que mantienen el nivel suficiente de energía necesaria para el funcionamiento normal de las células. Esta sustancia dañina reduce la actividad de los genes implicados en el proceso sináptico: la interactuación de las neuronas.