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11 febrero 2014

Las farmacéuticas quieren que sigas enfermo

Farmaceuticas
La industria farmacéutica tiene un conflicto de intereses que compromete el ejercicio de la medicina en todo el mundo. De manera muy sencilla: los ingresos que las grandes farmacéuticas obtienen – conocidas como Big Pharma, algunas de las empresas de mayores ganancias en el mundo – se incrementan entre más enfermos hay que recurren a fármacos para tratar estas enfermedades – y entre más se prolongan las mismas. Esto no es un secreto, el Premio Nobel Richard J. Roberts declaró en una entrevista que las farmacéuticas no invierten en desarrollar medicamentos que curan, en medicamentos cronificadores que pueden ser consumidos de forma serializada. De nuevo simplificando: este procedimiento no es distinto al de un dealer de una droga fuerte que fomenta la adicción de sus clientes. Roberts no es el único, lo mismo ha sido dicho por el también Premio Nobel Thomas Steitz (para mantener el nivel de whistleblowers, médicos e investigadores que conocen de cerca la industria).
Hay que decirlo sin atenuantes, la excesiva medicación a la cual estamos sometidos por la industria de la salud en connivencia con las farmacéuticas es uno de los principales problemas de salud de la humanidad (tal vez el más grande junto con la calidad de nuestros alimentos procesados). Que existe una relación de complicidad entre la industria farmacéutica y los médicos practicantes – el enlace de la droga – queda demostrado por las docenas de millones de dólares que pagan estas compañías a doctores cada año sólo en Estados Unidos para que recomienden sus medicamentos. Esto incluye el ofrecimiento de viajes y regalos a doctores para que preescriban antidepresivos a niños. Organismos reguladores han registrado numerosas violaciones, específicamente relacionadas a un agresivo marketing por parte de grandes farmacéuticas como GlaxoKlineSmith, las cuales han hecho creer a los consumidores que sus productos sirven para tratar diversos padecimientos cuando sólo han sido aprobados para tratar uno. Su poder de lobby es inmenso, hasta el punto de exigir al gobierno de Obama en su reforma que no tocara el precio de los medicamentos.