27 enero 2011

Contaminación en Huelva ¿40 años son suficientes?

Contaminación en Huelva
Contaminación en Huelva

El pasado 1 de enero, tras más de cuatro décadas soportando vertidos tóxicos y radiactivos, Huelva estrenaba el año con un hito histórico: el cese de los vertidos de fosfoyesos a las marismas del río Tinto. El trabajo conjunto de colectivos onubenses y de los grupos ecologistas lograba que Fertiberia dejara de arrojar sus residuos industriales a escasos 500 metros de algunos de los barrios de Huelva.

Han sido 40 años de deterioro ambiental, sanitario y social, que ha hecho que el problema de Huelva fuera denominado, en el Parlamento Europeo, como “el mayor caso de contaminación industrial de Europa”. Finalmente las leyes y el bien común han prevalecido a otros intereses, a veces incomprensibles. Pero en este caso, como en otros muchos ocurridos en nuestro país (vertidos de la Bahía de Portmán, Aznalcóllar o el Prestige) quedan muchas cuestiones por resolver.


¿Quién va a sufragar el coste de la descontaminación de unas marismas que acumulan 120 millones de toneladas de residuos tóxicos y radiactivos? ¿Qué vamos hacer con los residuos? ¿Es mejor retirarlos de ahí y tratarlos, como piden ciudadanos y ecologistas? ¿O se taparán con tierra y escombros para olvidarnos de ellos, como pretenden la Junta de Andalucía y la empresa, al ser la solución más barata? A pesar de estos interrogantes y de la falta de escrúpulos de aquellos que han consentido una situación totalmente intolerable, en cualquier otro lugar de Europa, hoy es un día para que la ciudadanía y el medio ambiente celebremos una victoria.

Por fin han cesado los vertidos de Fertiberia en Huelva, pero no podemos olvidar que por culpa de la mala planificación y la desidia de las Administraciones y de la empresa implicada, muchos trabajadores han sido despedidos. Y aunque en Andalucía ya no se arrojen fosfoyesos a las marismas, Fertiberia seguirá produciendo abonos químicos contaminantes, ya que ahora importa el material del norte de África donde compra a proveedores que no podrían operar en Europa, al no cumplir las Directivas europeas.

Julio Barea, responsable de la campaña de contaminación de Greenpeace.

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