La mentira por excelencia que se
dice sobre las renovables es que son caras. Los que lo dicen y repiten no solo
mienten, sino que ocultan una verdad aplastante de la energía: la energía
producida con fuentes renovables cuesta cada vez menos y la producida con
energías sucias cada vez más.
La realidad está oculta en la
letra pequeña del borrador de Plan de Energías Renovables 2011-2020 del
Gobierno: la mayoría de las tecnologías renovables presentan costes inferiores
a los del ciclo combinado de gas en la presente década, e incluso varias de
esas tecnologías renovables (hidráulica, eólica, geotermia o biomasa
industrial) ya tienen actualmente costes totales inferiores a los ciclos
combinados de gas. Y todo eso sin contar lo que cuesta la contaminación y el
cambio climático.
Ya hablamos en este blog de lo
poco que tiene que ver lo que cuesta la energía con lo que pagamos por ella. Lo
que no pagamos hoy es porque se nos acumula como deuda, económica y ecológica. Por
eso es muy importante saber cuáles serán los costes de las distintas opciones
de modelo energético.
Energía 3.0 ha analizado con
detalle las tendencias de costes de: la electricidad renovable, las emisiones
de CO2, los combustibles fósiles, la energía nuclear (tanto combustibles como
operación y mantenimiento), el hidrógeno, otros recursos energéticos (como la
solar térmica, la biomasa o los biocombustibles procesados), la generación
eléctrica fósil y nuclear e incluso el coste del ahorro.
Las ventajas que tiene aplicar la
inteligencia y la eficiencia sobre el coste total del sistema energético son
claras. Ya en la actualidad el coste total que tendría cubrir el consumo de
energía con eficiencia y con renovables sería igual o inferior al coste de
hacerlo con la poca eficiencia y con las energías sucias que se utilizan hoy. En
2050, la diferencia se hace mucho mayor: si seguimos como hasta ahora, el coste
total de la energía se elevará a más del triple respecto al actual, mientras
que si cambiamos todas las fuentes de energía por renovables ese coste sería la
mitad, y si además reducimos la demanda con todas las posibilidades de la
eficiencia el coste total se nos quedaría en menos del 10%.
Esto deja un margen muy grande de
recursos económicos para dedicar a medidas de eficiencia e inteligencia. El uso
inteligente de estos recursos liberados es lo que define una economía
sostenible.
Acelerar el proceso de transición de un modelo a otro proporciona grandes ahorros económicos. En términos de costes promedios del sistema energético en el periodo 2007 – 2050, un retraso de 20 años en emprender acciones (transición retardada) conduciría a un coste de más del doble respecto a una transición responsable (que se acelerara en los primeros años). Si el proceso fuera lineal en el tiempo conduciría a un coste del 49% por encima del correspondiente a un escenario de transición responsable.
Acelerar el proceso de transición de un modelo a otro proporciona grandes ahorros económicos. En términos de costes promedios del sistema energético en el periodo 2007 – 2050, un retraso de 20 años en emprender acciones (transición retardada) conduciría a un coste de más del doble respecto a una transición responsable (que se acelerara en los primeros años). Si el proceso fuera lineal en el tiempo conduciría a un coste del 49% por encima del correspondiente a un escenario de transición responsable.
El ahorro económico total de aquí
a 2050 sería de más de 200.000 millones de euros al año en promedio, una
cantidad diez veces superior al déficit español de petróleo y derivados. A su
lado, lo que invertimos en primas a las renovables resulta ridículo.
Jose L. García Ortega,
responsable de Energía limpia de Greenpeace
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