RÍO
DE JANEIRO, ago (IPS) - Las Sete Quedas (siete caídas) del río Teles
Pires, que corre entre los estados amazónicos de Mato Grosso y Pará, en
el centro de Brasil, son un oasis espiritual que veneran los indígenas
kayabi.
Pero
esos saltos rocosos, con cascadas de 20 metros de altura, podrían
quedar definitivamente cubiertos por el embalse de una central
hidroeléctrica que inundaría una superficie de 95 kilómetros cuadrados.
"Es
un área sagrada, nuestra madre creadora. El 'pajé' (chamán) dice que es
allí donde desovan los peces", dijo a IPS por teléfono desde la zona
João Kayabi, de 52 años. Él es cacique de la aldea Kururuzinho, donde
viven 106 habitantes de este pueblo hablante de una lengua de la familia
tupí-guaraní.
Para
los kayabis, el paisaje de Sete Quedas es uno de esos lugares que los
humanos jamás deberían tocar, porque es la morada de un dios responsable
del equilibrio natural. "Estará bajo el agua y solo permanecerá en el
recuerdo. Intentamos impedirlo", lamentó João Kayabi.
Otros dos pueblos veneran las rocas de Sete Quedas: los apiakás y los
mundurukús. Para estos últimos son la "madre de los peces" y la morada
de sus antepasados.
"Los mundurukús dicen que el río se va a secar, que faltará alimento y se acabarán los peces. Espero que no", dijo Kayabi.
Estudios sobre
la biodiversidad del curso del río, efectuados por la estatal Empresa
de Pesquisa Energética identificaron casi 700 especies vegetales y más
de 200 de peces, como el surubí pintado, el dorado, el pirarará y el
jaú, entre otros. Se estima que Teles Pires es uno de los mejores ríos
del mundo para la pesca.
En
la tierra indígena donde se encuentra la aldea de João Kayabi, 293
personas viven de la caza, la pesca y la recolección de frutos.
"Hasta
ahora nuestra tierra es bastante abundante, pero nos preocupa cómo será
de ahora en más y si va a faltar alimento", dijo el cacique y padre de
siete hijos. "Recelo mucho por mis hijos, no sé qué será de sus vidas".
La
central de Teles Pires tendrá una capacidad de generación de 1.820
megavatios. Pero la empresa concesionaria enfrenta una batalla judicial
para finalizar las obras.
La justicia ha ido y venido con fallos de paralización de la construcción.
La
obra colisiona con las creencias, costumbres y tradiciones de los
kayabis, mundurukús y apiakás (en total unas 12.000 personas), dijo la
indigenista Juliana de Paula Batista, que asesora a organizaciones
aborígenes del sudoeste amazónico.
En
los primeros días de agosto, el Tribunal Regional Federal de la Primera
Región ordenó suspender las obras. Pero, tras una apelación de la
Procuraduría General de la Unión y del Instituto Brasileño de Medio
Ambiente y Recursos Naturales (Ibama), el martes 14 levantó la
suspensión.
Hay
un despojo de los "recursos naturales imprescindibles para que los
indígenas puedan sostener su vida y su cultura", dijo Batista a IPS.
A
comienzos de este año, el Ministerio Público Federal (fiscalía)
introdujo una acción civil para anular la licencia ambiental, concedida
por el Ibama en agosto de 2011, y disponer su paralización inmediata.
Según
la abogada, el proceso del permiso ambiental tiene fallas. "En ningún
momento se dimensionaron correctamente los impactos en las tierras
indígenas", alegó.
"La
central pone en riesgo los peces, el sitio sagrado, la calidad del
agua, las especies raras y endémicas, la vegetación general y la caza",
enumeró.
Si
bien las tribus no deben ser desplazadas, en sus aldeas hay temor de
permanecer en el área "porque en caso de accidentes, como la rotura de
la presa, las aguas las arrasarían", aseveró Batista.
Los kayabis se encuentran a solo 50 kilómetros del emplazamiento de la hidroeléctrica.
"No
hay remedio cuando es un plan del gobierno, no tenemos cómo oponernos.
La única forma es buscar apoyo y orientación. La obra va a salir y el
perjuicio va a ser nuestro, podemos perder nuestros derechos", dijo
Kayabi.
Una
de las irregularidades señaladas por el Ministerio Público es la falta
de consulta previa a los pueblos afectados. En marzo las obras ya se
habían suspendido en respuesta al pedido fiscal.
La
empresa concesionaria, Companhia Hidrelétrica Teles Pires, replicó que
"todas las audiencias públicas se realizaron en presencia de los
interesados y fueron grabadas", según una nota divulgada por la
justicia.
Teles
Pires forma parte del Programa de Aceleración del Crecimiento, iniciado
por el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva (2003- 2011). Su
cronograma indica que debería estar concluida en agosto de 2015, con un
costo de 1.970 millones de dólares.
Según
la empresa, tendrá capacidad de abastecer a 2,7 millones de familias.
La energía generada se sumará al sistema interconectado nacional.
En
la Amazonia hay una abierta lucha contra decenas de centrales
hidroeléctricas, escenificada sobre todo en los estrados judiciales. El
lunes 13, el mismo Tribunal Regional Federal ordenó paralizar la construcción de Belo Monte, sobre el norteño río Xingú.
La
construcción de tres decenas de centrales amazónicas debe ser objeto de
"urgente debate en la sociedad", sostuvo la coordinadora del
Observatorio de Inversiones en la Amazonia, Alessandra Cardoso.
La investigadora del Instituto de Estudios Socioeconómicos es autora de "A Corrida por Megawatts: 30 hidrelétricas na Amazônia Legal" (La carrera por los megavatios: 30 hidroeléctricas en la Amazonia Legal), una nota técnica publicada el 26 de julio.
Cada
central, en especial grandes obras "como Jirau, Santo Antônio, Belo
Monte, Teles Pires, São Luiz do Tapajós, ya exigen aisladamente una gran
discusión sobre sus costos sociales y ambientales y sobre los impactos
que es imposible mitigar", dijo Cardoso en entrevista con IPS.
"¿Cómo
medir y valorar, por ejemplo, la destrucción de Sete Quedas? ¿Cómo
valuar las consecuencias socioambientales de miles de migrantes que van a
la región donde se instala una de estas grandes obras?", cuestionó.
Pero,
además, debe formularse una valoración de los efectos del conjunto de
estas obras y el desarreglo territorial que entrañan en "zonas de selva
densa, de altísima concentración de biodiversidad, que se han mantenido
así justamente por la ocupación dispersa y ecológicamente amigable de
las poblaciones tradicionales", argumentó.
Estas
cuestiones limitan la capacidad que tiene el proceso de licencia
ambiental de obtener una evaluación realista de costos e impactos de las
hidroeléctricas amazónicas, explicó Cardoso.
Fuente: http://www.ipsnoticias.net
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