Indígenas del pueblo amazónico mundurukú hicieron oír en la capital
de Brasil su reclamo de demarcación de tierras y derecho a consulta
previa para frenar el complejo hidroeléctrico del Tapajós, que podría
inundar varias de sus aldeas.
“Hasta hoy nadie del gobierno vino a hablarnos. La tierra para
nosotros es nuestra madre. Allí vivimos y criamos a nuestros hijos y
nietos. Si el gobierno nos saca, no tenemos a dónde ir”, dijo a IPS por
teléfono desde Brasilia el mundurukú Juarez Saw, de 45 años, cacique de
Sawre Muybu, una de las aldeas afectadas.
Tras la senda de la central de Belo Monte en el río Xingú, el gobierno de Brasil pretende erigir un gran complejo de represas hidroeléctricas sobre el río Tapajós, en el mismo estado amazónico de Pará, noreste de este país.
Situado en plena Amazonia y en un área de importantes reservas
auríferas, el proyecto implica la construcción de cinco centrales en la
cuenca del Tapajós, que tendrán una potencia estimada de 10.700
megavatios.
Tu futuro depende de tus sueños… ¡no pierdas más el tiempo y vuélvete a dormir! - Groucho Marx
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20 diciembre 2013
Indígenas mundurukú protestan contra hidroeléctricas en el brasileño río Tapajós
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27 agosto 2012
Hidroeléctrica inundará santuario indígena en Amazonia
RÍO
DE JANEIRO, ago (IPS) - Las Sete Quedas (siete caídas) del río Teles
Pires, que corre entre los estados amazónicos de Mato Grosso y Pará, en
el centro de Brasil, son un oasis espiritual que veneran los indígenas
kayabi.
Pero
esos saltos rocosos, con cascadas de 20 metros de altura, podrían
quedar definitivamente cubiertos por el embalse de una central
hidroeléctrica que inundaría una superficie de 95 kilómetros cuadrados.
"Es
un área sagrada, nuestra madre creadora. El 'pajé' (chamán) dice que es
allí donde desovan los peces", dijo a IPS por teléfono desde la zona
João Kayabi, de 52 años. Él es cacique de la aldea Kururuzinho, donde
viven 106 habitantes de este pueblo hablante de una lengua de la familia
tupí-guaraní.
Para
los kayabis, el paisaje de Sete Quedas es uno de esos lugares que los
humanos jamás deberían tocar, porque es la morada de un dios responsable
del equilibrio natural. "Estará bajo el agua y solo permanecerá en el
recuerdo. Intentamos impedirlo", lamentó João Kayabi.
Otros dos pueblos veneran las rocas de Sete Quedas: los apiakás y los
mundurukús. Para estos últimos son la "madre de los peces" y la morada
de sus antepasados.
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