Esta nueva industria conlleva una serie de amenazas tanto para el bienestar de los animales como para el medio ambiente.
España,
el país Europeo con mayor consumo de pescado, es también uno de los
mayores productores de pescado de piscifactoría en Europa, gracias a los
numerosos kilómetros de costa, a la abundancia de sus ríos y a las
excepcionales condiciones de sus costas gallegas y cantábricas.
En
España se producen en piscifactorías truchas, doradas, lubinas,
rodaballos y se está desarrollado la producción de lenguado, besugo y
pulpo entre otras especies. En el resto de Europa, se produce sobre todo
salmón y trucha, aunque a nivel mundial, se crían de este modo más de
160 especies de pescado y marisco como el bacalao y el mero atlánticos,
gambas y camarones. En el Reino Unido, la acuicultura representa la
segunda área más grande de producción animal después de la cría de
pollos, con 70 millones de peces criados de este modo al año.
La
piscifactoría es el sector alimentario más rápidamente creciente; se ha
doblado la producción desde 1987 y en el 2040 la demanda de pescado
global se habrá vuelto a doblar. En 2001, casi el 30% del pescado y
marisco consumido provenía de piscifactorías, aunque se estima que esta
cifra se multiplicará por 7 en los próximos 25 años para mantener el
consumo mundial de pescado. De hecho, hemos estado consumiendo pescado
de piscifactoría durante muchos años sin saberlo.
En
cuanto a los aspectos de bienestar animal, la cría de muchas especies
suele ser altamente intensiva alojando a los animales en densidades
excesivamente altas y los métodos de clasificación, transporte y
sacrificio les provocan un alto grado de sufrimiento, además de los
problemas que acarrea el extendido uso de peces modificados
genéticamente. Los animales de piscifactoría sufren
comportamientos anormales, heridas, deformidades, enfermedades y
elevados índices de mortalidad. Los procesos habituales de
extraer los huevos de las hembras y recolectar el esperma de los machos,
separar a los ejemplares grandes de los pequeños o transportar a los
jóvenes del agua dulce a las jaulas de mar, implican un manejo muy
estresante para los peces.
Las
sustancias químicas utilizadas para controlar los parásitos y las
enfermedades, el pienso que se les suministra, los animales que escapan,
los animales genéticamente modificados, teñidos y modificados
sexualmente, y los deshechos, contaminan el medio ambiente suponiendo un
peligro para el planeta.
Se insinúa que la acuicultura compensará el colapso de las poblaciones salvajes. Sin embargo, la mayoría de las
operaciones de piscifactoría son extremadamente ineficaces y requieren
más proteína en forma de pienso de lo que resulta al final de la
"cosecha". De hecho, la acuicultura no sólo no quita la presión
de las poblaciones salvajes, sino que en las especies carnívoras (como
el salmón y la trucha) les pone más presión ya que éstas deben ser
alimentadas con piensos fabricados de otros peces. Por cada tonelada de
bacalao de granja, por ejemplo, se utilizan 5 toneladas de pescado para
su pienso. El marisco puede ser más sostenible porque al ser herbívoros,
se alimentan de lo que ya se encuentra en el agua.
El
etiquetaje del pescado vendido en la UE, que debe indicar el origen, la
especie y la zona de captura, obligatorio desde 2003, resulta, en
ocasiones, engañoso. Algunas etiquetas pueden llevar a confusión
indicando "cultivado en las aguas frescas de los lagos de…" omitiendo
que esta agua ha sido bombeada a los tanques de cemento de una
piscifactoría.
Muchas
especies se crían durante las primeras fases en tanques en tierra firme
y luego se traspasan a cercados en el mar, aunque otras pueden alojarse
en canales alimentados de agua de río o en estanques cavados en la
tierra durante toda su vida. A menudo se manipula la luz, la temperatura
del agua, los regímenes alimentarios y la selección de razas para
aumentar la producción. Los piensos actuales buscan crecimientos rápidos
y costes no muy elevados. En España por ejemplo se pretende producir
truchas de tamaño superior para filetear y ahumar.
Un
método muy estresante para los animales ocurre cuando se les separa por
tamaño, para evitar que los más grandes ataquen o devoren a los más
pequeños, especialmente en especies carnívoras, bombeándolos del tanque,
o capturándolos con redes y filtrándolos a través de unas rejas entre
las que caen dependiendo del tamaño. Esto se hace 2 o 3 veces por ciclo.
Se
utilizan frecuentemente tintes para modificar el color de la carne de
especies como los salmones y las truchas. Las concentraciones permitidas
de estos tintes fueron reducidas por la UE en el 2002 por estar
relacionados con daños a las retinas de humanos.
Hacinados
en las jaulas de mar, los peces suelen nadar forzadamente en círculos
constantemente, de manera que sus aletas y colas se gastan, deforman y
dañan frotando contra los laterales de las jaulas o los otros peces, a
veces partiéndose por la mitad. Son frecuentes por eso las deformidades,
como las jorobas del salmón noruego que presentan la espalda curvada.
En días bochornosos, se les puede observar jadeando para respirar.
Los
peces de granja pueden contener hasta 17 veces más grasa que sus
homólogos salvajes y se puede encontrar en ellos 17 veces más PCBs
(policlorobifenilos).
La
solución pasa por limitar el consumo de pescado, y, en caso de
consumirse, conseguir pescado salvaje capturado de modo sostenible y
usando peces de granja sólo para satisfacer la demanda, o, si fuera
necesario, perfeccionando la actualmente no viable acuicultura
ecológica.
Biotecnología y Peces Genéticamente Modificados
En
condiciones de cría intensiva, los juveniles se producen de huevos
extraídos de las hembras manualmente y fertilizados artificialmente.
La
biotecnología se utiliza ampliamente para producir peces con cromosomas
manipulados a través de una técnica que somete a los huevos recién
fertilizados a un impacto de calor o presión. El resultado es un pez
estéril con una madurez sexual retrasada, lo cual aumenta la eficacia de
convertir el alimento en carne pero reduce la calidad de ésta. Estos
procedimientos también conllevan problemas de salud y bienestar como
deformidades vertebrales, dificultades respiratorias, bajos niveles de
hemoglobina en la sangre, anemia, y elevados niveles de mortalidad.
El
proceso anteriormente mencionado se usa regularmente juntamente con una
técnica que induce que todos los peces sean hembras a través de la
inversión del sexo. Esto se consigue ofreciendo hormonas masculinas a
las hembras jóvenes, para que se conviertan en "machos" y utilizando su
esperma para producir sólo peces hembra que maduran más tarde.
El
uso de peces genéticamente modificados o transgénicos, ha aumentado
preocupantemente en los últimos años. A menudo se les inserta hormonas
de crecimiento para que crezcan más rápidamente llegando a un tamaño
comerciable a una edad más temprana. Se han desarrollado salmones con
hormonas de crecimiento que llegan a alcanzar 13 veces su tamaño normal.
En muchos casos, la estimulación endocrina puede conducir a niveles
patológicos. Por ejemplo, en ciertos experimentos con salmones en que se
les inyectaron hormonas de crecimiento, los cráneos crecieron
anormalmente conllevando problemas para respirar y alimentarse.
Existen
una serie de preocupaciones sobre el impacto al bienestar y al medio
ambiente de estos peces insanos y rápidamente crecientes.
Los
genes utilizados en la ingeniería genética provienen tanto de otras
especies de animales como otros peces, gallinas, vacas, ratas, insectos o
incluso humanos, como pueden ser genes anticongelantes para tolerancia
al frío, hormonas de crecimiento, para resistencia a las enfermedades o
para aumentar la tolerancia a bajos niveles de oxigeno. También se
utiliza la ingeniería genética para conseguir "fármacos" en los peces.
La
inserción de genes puede alterar las reacciones químicas y las
funciones de las células, induciendo cambios en el comportamiento,
inestabilidad y la creación de sustancias nuevas en el pez (como nuevas
toxinas o alérgenos o cambios en el valor nutritivo). Suelen afectarse
otros genes del pez que no son los deseados, resultando en efectos
negativos como disminución de la capacidad de nadar, de los ritmos de
alimentación, o efectos en estructura muscular, producción de enzimas,
longevidad, comportamiento, morfología craneal e irrigación de las
agallas.
Las
técnicas de modificación genética normalmente implican la inserción de
ADN en el genoma del pez, lo cual puede alterar su sistema estrictamente
controlado. Cualquier cambio al ADN de un organismo puede tener efectos
difíciles de prever o controlar. Por ejemplo, en un pez GM podría
modificarse una proteína pudiendo provocar reacciones alérgicas.
Si
se escapan peces genéticamente modificados de las granjas hay un gran
potencial de que alteren el ecosistema y puedan llegar a desplazar las
poblaciones nativas de peces, alterar las cadenas tróficas, etc.
Problemas con los fugas:
1- Debido a su mayor tamaño, los peces GM pueden tener una ventaja reproductora sobre
los salvajes, así como la pueden tener peces con una artificial
tolerancia al frío o ciclos reproductores más rápidos. Las ventajas de
los peces GM, pueden verse afectadas por desventajas como una mayor
mortalidad de las crías, llevando, a la larga, a la posible desaparición
de tanto las especies salvajes como las GM.
2- Otro efecto del escape de peces GM sería la competición por comida.
Como los GM con hormonas de crecimiento comerían más cantidad, o en
épocas del año inusuales (ya que maduran más rápidamente que los
salvajes), estas pautas alimentarias alteradas podrían implicar
considerables interrupciones en los ecosistemas acuáticos.
3- El hecho de conseguir peces más tolerantes al frío a través de la modificación genética, puede permitir aumentar la extensión geográfica de ciertas especies, implicando una posible invasión en un nuevo ecosistema alterando su equilibrio.
4- Contrariamente a lo que declara la industria, la esterilización de los peces de granja no es 100% eficaz y no puede evitar el cruce entre animales de piscifactoría y salvajes.
Aunque esto podría evitarse a través de escrupulosos chequeos para
asegurar que todos los huevos son hembras, no sería viable
económicamente bajo las condiciones comerciales de producción.
5- Aunque
no se reprodujeran, los fugas de peces GM estériles podrían tener un
impacto considerable en las poblaciones salvajes a través de la
propagación de enfermedades y competición por el hábitat.
Transporte y Sacrificio
Cuando
los peces llegan a la fase en que puede tolerar el agua de mar, se
transportan a las jaulas en camiones, helicópteros o barcos. El
movimiento y el traslado pueden ser aterradores para los animales y
provocarles un estrés considerable. En el momento del sacrificio, los
animales son nuevamente transportados.
Antes
del sacrificio, se priva a los peces de comida durante desde 7 días
hasta semanas, cuando hasta entonces han estado acostumbrados a comer
con frecuencia y abundancia. Esto se hace para vaciar sus tripas y
minimizar el riesgo de que la carne se contamine cuando se limpian. Esta
privación prolongada de alimento es perjudicial para el bienestar de
los animales.
En
el momento del transporte, las jaulas situadas a gran profundidad son
izadas a la superficie provocando a los animales dificultades de
adaptación al brusco cambio de presión, resultando en un animal
extremadamente exhausto y nervioso.
Algunos
de los métodos de sacrificio más ampliamente utilizados para los peces
de piscifactoría provocan un sufrimiento atroz a los animales. Los
métodos más frecuentes son la asfixia en aire o hielo. El efecto
refrigerante del hielo alarga el tiempo que tarda un pez en perder la
conciencia, por lo que pueden sufrir durante unos 15 minutos después de
ser sacados del agua.
Otro
método de sacrificio es el aturdimiento con dióxido de carbono en un
baño de agua saturada en este producto que les irrita las agallas.
Tardan 30 segundos en paralizarse pero entre 4 y 9 minutos en perder la
conciencia mientras se les cortan las agallas. Otro método de sacrificio
consiste en dar una descarga en la cabeza del animal, tras lo cual se
les cortan las agallas para desangrarlos hasta la muerte.
Enfermedades y Sustancias Tóxicas
El
hacinamiento, la incapacidad de adaptarse al cautiverio, y el manejo,
pueden provocar estrés a los peces, haciéndolos más susceptibles a las
enfermedades y aumentando la mortalidad.
Los
ojos de los peces son especialmente sensibles a la enfermedad y al
estrés, en granjas intensivas es frecuente encontrar animales con
cataratas que pueden ser tan graves que provocan hemorragias en las
córneas y ceguera.
Cuando
la calidad del agua es pobre aparece una sustancia que produce una
bacteria y que puede encontrarse luego en la carne de los peces.
La
infestación de piojos de mar es un grave problema en la acuicultura
intensiva, especialmente los salmones. Estos pequeños crustáceos se
alimentan del animal huésped hasta, en ocasiones, dejar el hueso
visible. Los tratamientos utilizados actualmente implican el uso de
fuertes toxinas irritantes que se administran en el agua, o en la
comida, con las posibles repercusiones ambientales que estos métodos
puedan suponer. Otro método implica el uso de un pez "limpiador" que
come los piojos del cuerpo de los salmones. Sin embargo, muchos de estos
limpiadores mueren de hambre, comidos por los salmones, del estrés de
la captura y el transporte, o de ataques, implicando otro problema de
bienestar.
Los
peces de granja, si se escapan, pueden transmitir parásitos y
enfermedades a los salvajes, resultando en reducciones de las
poblaciones salvajes.
Los
niveles de mortalidad en las piscifactorías son alarmantemente altos.
Tan sólo en las últimas fases cuando ya están en jaulas de mar, la
mortalidad es de entre el 10 y el 30%.
El
uso de antibióticos, pesticidas y cloro es frecuente y el de vacunas
rutinario, para tratar brotes de enfermedades que aparecen y se propagan
fácilmente en estas condiciones. Estas sustancias permanecen en la
carne como residuos. Como los peces de granja se alimentan con piensos y
aceites obtenidos de peces salvajes de capturas industriales, pueden
contener PCBs (causantes de cáncer y riesgos de neurodesarrollo en
fetos), dioxinas, mercurio y otros contaminantes marinos, se ha llegado a
encontrar DDT en truchas de granja de Dinamarca.
El
uso habitual de antibióticos supone otros problemas, cuando se deja el
tratamiento reaparece la enfermedad, se pueden crear cepas resistentes
al antibiótico y como los peces no deben tomar ningún medicamento
durante unos días antes de comercializarse, en este período pueden
volver a coger la enfermedad y morir.
Es
frecuente el uso de vacunas para evitar la aparición de enfermedades,
como la lactococosis, una enfermedad de mamíferos que se ha extendido
entre las truchas de países mediterráneos ya que se produce cuando la
temperatura del agua supera los 16 grados, algo habitual en verano y
especialmente en las piscifactorías, facilitando la reproducción de la
bacteria. Los animales afectados de esta enfermedad sufren una
meningitis muy aguda que hace que los ojos se les salgan de las órbitas
por la presión cerebral y les afecta la vejiga natatoria impidiéndoles
sumergirse. Los peces se suelen vacunar utilizando una pistola, por
equipos capaces de inyectar a 40,000 peces al día, que previamente han
sido anestesiados en una bañera.
Aunque
el suministro de ciertas sustancias a los peces de piscifactoría ha
sido prohibido, a menudo se encuentran trazos en peces analizados
rutinariamente (como por ejemplo fungicidas).
Víctimas Salvajes y Medio Ambiente
La
producción de especies de peces carnívoras (como el salmón, la trucha,
el mero y el bacalao), pone presión a las reservas de peces salvajes ya
que éstos son capturados para alimentar a los peces de la piscifactoría
en forma de pienso). Se necesitan entre 3 y 5 toneladas de pescado
salvaje para alimentar a una tonelada de pescado de granja, y las
poblaciones de estas especies estan mermando.
Enormes
cantidades de peces concentrado en un sitio y sin escapatoria, ofrecen a
algunos animales salvajes que comen peces (algunos pájaros, focas,
visones y nutrias) una atracción irresistible. Algunos criadores matan a
los animales salvajes para controlar los depredadores. En Escocia se
matan unas 3,500 focas al año por esta razón.
Son
muy frecuentes las huidas de las granjas de peces provocados por
accidentes humanos, duras condiciones climáticas o porque sus
depredadores rompen las redes. Estos fugas pueden resultar en
"contaminación genética" cuando los individuos de granja se reproducen
con salvajes, afectando la supervivencia de las poblaciones salvajes al
alterar las reservas genéticas reduciendo sus capacidades de sobrevivir.
Los animales salvajes están genéticamente adaptados a su vida en el
ambiente local, y un cambio en su genética puede reducir su capacidad de
adaptarse y sobrevivir. Los animales que escapan también pueden
transmitir enfermedades y parásitos a los salvajes. Las poblaciones de
salmón salvaje han sido drásticamente reducidas en zonas con gran número
de granjas, hasta el punto de que las capturas de salmón escapado son 7
veces mayores que las de salmón salvaje.
Entre 1992 y 1996 escaparon de granjas de salmones Noruegas una media de 1,3 millones de animales anual.
Los
peces de granja son genéticamente muy uniformes, criados para adaptarse
a las necesidades de la industria con características como crecimiento
rápido o alta tolerancia a las condiciones de hacinamiento de las
piscifactorías. Las poblaciones salvajes, por el contrario, son
genéticamente diversas y significantemente adaptadas a las condiciones
específicas de su hábitat.
Es
muy difícil evaluar el impacto medioambiental que pueda tener un pez GM
en sus interacciones con miembros de otras especies y el medio
ambiente. Como los sistemas ecológicos son tan complejos y desconocidos,
es necesario tomar precauciones para evitar fugas de peces GM ya que
las consecuencias medioambientales pueden ser devastadoras y
completamente inesperadas.
Pescado Ecológico
Aunque
la acuicultura ecológica ofrece una alternativa menos intensiva y con
sacrificios más éticos, tampoco parece ser una solución viable. Aunque
no utilice tantas sustancias químicas, siguen existiendo problemas de
bienestar como permitir el uso de peces "limpiadores" o los baños de
peróxido de hidrógeno para tratar los problemas de piojos de mar o
mantener a los animales en un estado de inanición prolongado antes del
sacrificio. También puede afectar al medio ambiente echando vertidos al
mar y alimentando a los peces con otros capturados de su estado salvaje.
Otra
opción que ofrece una alternativa extensiva, implica la suelta de
salmones juveniles a su ambiente natural, dónde tienen una dieta
natural. Cuando maduran, vuelven al río en que fueron liberados y son
capturados. El potencial de esta actividad de perjudicar las poblaciones
salvajes si se reproducen con éstas debería ser estudiada antes de
llevarse a cabo.
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