El Ministerio de Sanidad de Japón denunciará a la rama nipona de la farmacéutica Novartis por publicitar de manera engañosa su medicamento Diovan.
Ahora la farmacéutica GlaxoSmithKline (GSK) anuncia que dejará de pagar a los médicos
para que promuevan sus productos. Dicen que la cosa no tiene que ver
con que las autoridades sanitarias de China les estén investigando por
sobornar galenos.
Lo cierto es que la medida se produce en
medio de una gran investigación de corrupción en China, donde la
policía ha acusado a GSK de canalizar hasta 3.000 millones de yuanes
(494 millones de dólares) a las agencias de viajes para facilitar
sobornos que impulsen las ventas de sus medicamentos.
Habrá quien vea en esto un gesto de una
gran farmacéutica interesada en ofrecer transparencia. Yo soy más
escéptico con este tipo de lavados de cara. Creo que si la noticia es
buena es porque verifica lo que tantas veces se ha comentado y pocas de
ellas publicado (podéis leer mi libro Laboratorio de médicos en el que
se documentan estas prácticas en nuestro país e incluyo documentos
internos de GlaxoSmithKline España).
Eso sí, si se han cometido delitos, el
reconocimiento de los mismos por quien los ha cometido no le exime de
responder por ellos. En España estas prácticas son rigurosamente
ilegales. No vale con salir a la palestra y decir:
hasta ahora hemos corrompido de manera
sistemática a los médicos (con el consentimiento de los que se hayan
prestado al juego, que son muchos muchos) pero ya está, ya somos
buenos”.
No. Las fiscalías deben actuar de
oficio. Por supuesto, el soborno puro y duro (la entrega de dinero a
cambio de recetas), por lo general, se camufla para darle una apariencia
de legalidad. La farmacéutica dice que continuará pagando los
honorarios de los médicos que llevan a cabo investigaciones clínicas
patrocinadas por la compañía, actividades de asesoramiento y estudios de
mercado, algo que a juicio de la firma es esencial para proporcionar
conocimientos sobre enfermedades específicas.
Excusas. Mediante esas estrategias se
crean vínculos perversos. Y tras esa fachada pseudocientífica muchas
veces se esconde el pago puro y duro citado.
El año pasado GSK acordó con el
Departamento de Justicia de Estados Unidospagar una multa de 3.000
millones de dólares (unos 2.300 millones de euros) por falsear u ocultar
información sobre tres medicamentos y por sobornar a médicos en 2003
para que recetaran uno de sus fármacos.
El Departamento de Justicia
estadounidense también inició en 2010 una investigación contra GSK y
otras firmas farmacéuticas que cotizan en su país por presuntas
violaciones de la Ley Estadounidenses de Prácticas Corruptas en el
Extranjero. La compañía ha pasado por similares trances en Italia y
Alemania.
La Administración sanitaria española
conoce perfectamente la práctica del “tarugueo” (sobornar a los médicos)
y mira para otro lado como si nada ocurriese. Insisto, GlaxoSmithKline
ha actuado de manera similar en España. Es necesario que esto se
investigue como explica este fiscal español.
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