Los integrantes de la banda de furtivos, con antecedentes penales por
este tipo de actividades, ofrecían la caza ilegal en montes públicos o
privados de especial protección medioambiental y cinegética. Operaban
especialmente en la Sierra de Gredos y sus estribaciones, pero también
se trasladaban a otros puntos, como los Montes de Toledo, Madrid,
Asturias o Murcia.
La próxima semana comienza en Plasencia el juicio contra los
presuntos integrantes de una banda de furtivos que ofrecían la caza
ilegal de cabras montesas, osos y lobos. Entre los acusados también
figuran los clientes de la banda, que viajaron desde Málaga hasta la
Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos para cobrarse de manera
clandestina tres machos de cabra montés. Ecologistas en Acción, que se
persona como acusación particular, destaca la necesidad de luchar
contra la caza furtiva con decisión.
Los integrantes de la banda de furtivos, con antecedentes penales por
este tipo de actividades, ofrecían la caza ilegal en montes públicos o
privados de especial protección medioambiental y cinegética. Operaban
especialmente en la Sierra de Gredos y sus estribaciones, pero también
se trasladaban a otros puntos, como los Montes de Toledo, Madrid,
Asturias o Murcia. Ofrecían piezas de cabras montesas, osos, lobos y
arruíes. Contaban con armas con silenciadores, trabajaban al atardecer o
por la noche y aprovechaban temporadas de apareamiento. Trasladaban a
sus clientes a los lugares de caza o se encargaban de hacerles llegar a
casa los “trofeos”, es decir, las cabezas y cornamentas.
En juicio que comienza el 2 de septiembre en Plasencia tres miembros
de la banda, que se enfrentan a acusaciones por tenencia ilícita de
armas y delitos contra la flora y fauna. También han sido acusado tres
de sus clientes, llegados desde Málaga hasta la provincia de Cáceres
para participar en la cacería.
La vista oral se centrará en las pruebas recogidas en 2007, cuando
las seis personas acusadas participaron en la caza de cabras montesas en
la Garganta de los Infiernos. Se cobraron tres machos, considerados
“medallas de oro”, como demuestran las numerosas las numerosas pruebas
recogidas por el Seprona durante un operativo especial conocido como
Operación Chupete.
La caza ilegal de cabras montesas supone un desastre medioambiental,
por la desaparición sistemática de ejemplares y también por la
degradación de las manadas. Los machos más codiciados por los furtivos,
los de mayor cornamenta, suelen ser también los mejores ejemplares a
nivel genético, encargados de garantizar la supervivencia y procreación.
Ecologistas en Acción, que se presenta como acusación popular ante la
gravedad de los hechos, destaca la importancia de luchar contra la
caza furtiva. Los cuerpos de vigilancia pero también la ciudadanía debe
estar alerta ante casos similares que se repiten en espacios naturales
de todo el Estado y que amenazan a especies protegidas.
Fuente: Ecoticias
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