“En China más de 100 millones de
personas han sido conminadas a permanecer en sus casas el día de Nochebuena,
después de que al menos 10 ciudades emitieran alertas rojas a causa del smog.”
La Contaminación cubrió gran parte del
este y del centro del país, por lo que las autoridades de cada provincia recibieron
la orden de implementar una serie de medidas orientadas a frenar la neblina
tóxica.
La alerta llegó como consecuencia de que
amplios sectores del país sufrieran su cuarta ola de aire asfixiante a causa de
la intensa contaminación, en lo que va de este mes. Las diez ciudades más
afectadas constituyen el centro industrial en expansión de Tianjin, en el
noreste del país.
Además, la provincia oriental de
Shandong, donde viven casi 96 millones de personas y es uno de los sitios más
contaminados, emitió su primera advertencia de nivel superior (alerta naranja)
el miércoles 23, según anunció la oficina de medio ambiente provincial.
¿Un primer paso?
Aparentemente es la primera vez que en
una provincia entera se ha emitido una alerta roja, ya que China se caracteriza
por no ser muy comunicativa respecto a lo que sucede de fronteras adentro de su
nación, pero en esta oportunidad al parecer es tan grave el problema que los
comunicados han trascendido a nivel internacional.
En el centro de Xinxiang, provincia de
Henan, el rango de las PM2.5 (partículas microscópicas muy dañinas que penetran
profundamente en los pulmones) alcanzaron cotas que superaron los 720
microgramos por metro cúbico durante el transcurso del jueves 24/12.
Dado que según la OMS (Organización
Mundial de la Salud), el nivel de exposición máxima recomendado es de 25
microgramos por m3 en un período de 24 horas, la lectura alcanzó cotas que
multiplican esta cifra casi 30 veces.
La crítica pública mordaz sobre el manejo
del gobierno de la neblina tóxica, ha obligado a Pekín a emitir las primeras
alertas rojas, el nivel más alto de los cuatro con que se mide el estado del
aire en ese país, aunque la capital pudo cancelar la suya propia gracias al
ingreso de un frente frío que limpió gran parte del smog que la cubría.
Pero en otras partes no tuvieron tanta
suerte, por lo que los colegios debieron cerrar, así como las grandes fábricas
y se prohibió la circulación de la mitad de los coches privados. Este problema
viene azotando al país desde hace ya mucho tiempo, pero la gran mayoría lo
sufre en silencio.
Esta vez, al parecer ante la alerta roja
emitida por la capital, muchas ciudades siguieron su ejemplo y se lanzaron a
advertir a sus habitantes de que el grado de contaminación era muy alto y que
por ello no se les aconsejaba salir de sus hogares, ya que ni las mascarillas
resultaban adecuadas para protegerse de la polución.
El problema del carbón
Desde hace ya varios años, los
ciudadanos de esta enorme potencia que basa su increíble desarrollo en el
consumo de combustibles fósiles, especialmente el carbón (del que poseen
grandes reservas) se ven atormentados por la contaminación, que hace
prácticamente irrespirable el aire.
En muchos puntos de China, especialmente
en las zonas más industrializadas, la mascarilla es un elemento imprescindible
para poder salir a la calle, ventilar una casa resulta una utopía y tender ropa
al sol para que se seque es una medida impensable, ya que las prendas
ennegrecen a “ojos vista” impregnándose de carbonilla.
Pero las consecuencias de la
contaminación no se quedan ahí; los habitantes de las zonas más polucionadas
sufren de problemas respiratorios graves, agudización de enfermedades,
afecciones en la piel y muchos otros inconvenientes, a los que han tenido que adaptarse
como han podido, ante la inacción gubernamental para parar de contaminar.
Medidas “descontaminantes”
El presidente de China, Xi Jinping, ha
dicho que las emisiones de CO2 del país, a las que el carbón es el principal
contribuyente, llegarán a su máximo "alrededor de 2030", una fecha
que coincidentemente es una de las que se han barajado en la última Cumbre del
Clima, donde este país se comprometió, como todos los demás, a reducir sus
emisiones “lo antes posible”.
Según las declaraciones del Consejo de Estado
de China existen planes para reducir en un 60% la cantidad de
"contaminantes principales" procedentes de sus plantas eléctricas de
carbón para el año 2020, aunque Greenpeace denunció que Pekín había aprobado la
construcción de 155 nuevas centrales eléctricas que queman carbón en 2015.
Una reflexión final
El ascenso de China que le ha ubicado
como la segunda economía más grande del mundo fue impulsado en gran medida por
el carbón, que si bien les resulta barato, es una de las fuentes más sucias de
producción de energía.
Como el crecimiento se desacelera, el
país está viviendo un momento muy difícil y si bien ellos alegan que están
tomando medidas para no depender de los combustibles fósiles, la contaminación
sigue causando estragos en el medio ambiente y en la salud pública y a la vista
está que los paliativos resultan ser insuficientes y poco efectivos.
Fuente: Ecoticias.com
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