21 abril 2016

Espacios naturales en peligro

Espacios Naturales-Patrimonio Mundial-Aznalcollar-Andalucia-Union Europea-España
Casi la mitad de los espacios naturales catalogados como Patrimonio Mundial están amenazados por actividades industriales. El Parque de Doñana es uno de ellos.

El Parque Nacional de Doñana en España, los arrecifes de coral de Belice, los bosques de Sumatra o el lago Turkana en Kenia son algunos de los lugares catalogados como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco con el objetivo de preservarlos y darlos a conocer. Pero, a pesar de esta teórica protección, casi la mitad está en peligro de ver seriamente degradados los valores que llevaron a su reconocimiento, según un reciente estudio del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), la mayor organización conservacionista internacional, realizado por la compañía Dalberg Global Development Advisors.

El informe da la voz de alarma. Y es que en 114 sitios de los 229 considerados Patrimonio Mundial natural y mixto (natural y cultural) se han extendido concesiones para la exploración de gas o petróleo y para la minería, así como para las infraestructuras de transporte y otras que conllevan. O están amenazados por la tala ilegal, la construcción de presas, puertos comerciales, oleoductos, carreteras y vías ferroviarias, así como por la agricultura y la silvicultura industrial.

Los ricos ecosistemas garantizan alimentación a más de 11 millones 
de personas



Cerca de una docena de las áreas en peligro se encuentran en países de la Unión Europea, donde también están protegidas por leyes comunitarias como las directivas de Aves y de Hábitats. A pesar de ello, estamos esquilmando el Parque Nacional de Doñana, la Laurisilva de Madeira (Portugal), el Parque Nacional de Pirin y la Reserva Natural de Srebarna (ambos en Bulgaria), los famosos lagos de Plitvice (Croacia), el Parque Nacional de Durmitor (Montenegro), el delta del Danubio (Rumania), el mar de Wadden (entre Dinamarca, Alemania y los Países Bajos), la región de Laponia (Suecia) y los bosques antiguos de hayas de Alemania, Eslovaquia y Ucrania.

Los tesoros naturales considerados patrimonio mundial cubren el 0,5% de la superficie del planeta y sirven de sustento para más de 11 millones de personas, una población mayor que la de Portugal, tal y como recoge la organización conservacionista. Estas áreas les garantizan alimentación, agua y medicinas y contribuyen al desarrollo social y económico del territorio mediante el turismo o la exportación de recursos. Además, los valiosos ecosistemas son el hábitat de numerosas especies de animales, muchas de ellas al borde de la extinción, y ayudan a contrarrestar los efectos del cambio climático.


“Conservar el medio ambiente no limita las oportunidades económicas, sino que nos permite construir de manera sostenible sobre la base de este capital irremplazable”, declara Roberto Troya, director para América Latina y el Caribe de WWF. “Las amenazas a los sitios del Patrimonio Mundial en lugares tan diversos como Belice, España y Tanzania demuestran que los riesgos están en todas partes y demandan que aunemos esfuerzos para proteger estas áreas esenciales”, añade.
Falta de protección

No todos reman en la misma dirección. Sin ir más lejos, en España, el gobierno de Andalucía apoya la reapertura del complejo minero de Aznalcóllar, situado a 50 kilómetros al norte del Parque Nacional de Doñana y que cuenta con reservas de zinc, cobre, plomo y plata. Dicha mina causó una de las peores catástrofes ecológicas en España cuando en 1998 la rotura de la presa de una balsa produjo un vertido de residuos tóxicos que contaminó la zona y el río Guadiamar, la principal fuente de agua del parque.
Después del derrame, se encontraron unas 30 toneladas de peces muertos. Los esfuerzos para limpiar la zona se alargaron durante tres años y costaron unos 380 millones de euros. A pesar del desastre ambiental, el gobierno andaluz concedió en febrero de 2015 los derechos de extracción de la mina a una compañía mexicana, el Grupo México, que tiene intención de ponerla en marcha de nuevo en 2018. Además de su reapertura, la ampliación del dragado del río Guadalquivir también amenaza a Doñana, hogar para hasta seis millones de aves migratorias de paso y para medio millón más que se quedan a invernar, y para especies como el lince ibérico y el águila imperial.

La mina de Aznalcóllar volverá a funcionar a pesar del desastre ambiental de 1998
Mientras, en Belice corre el riesgo de desaparecer el segundo sistema de arrecifes de coral más grande del mundo por la construcción insostenible en sus costas, la tala a gran escala de los manglares, la escorrentía agrícola, que genera una sobrecarga de nutrientes en el agua, y la probabilidad de exploraciones petroleras. Todo ello pone en riesgo el bienestar de 190.000 personas, la mitad de la población del país centroamericano.


Aunque el gobierno de Belice se ha comprometido a prohibir las prospecciones de petróleo en el espacio catalogado patrimonio mundial, que incluye a un mínimo de 1.400 especies de flora y fauna, baraja la posibilidad de permitirlas en áreas cercanas, con lo que en caso de vertidos tóxicos, todo el arrecife estaría en peligro.
 
El WWF subraya la falta de protección de estas zonas de gran valor, pide al sector privado que se comprometa a no realizar actividades ni a financiar proyectos que puedan degradarlas y exige a las autoridades de los países implicados garantizar que no se permitan en las mismas actividades industriales dañinas. “Los gobiernos deben someter a las empresas multinacionales que tengan sede u operen en sus territorios a los más altos estándares de responsabilidad y administración corporativos”, detallan.


“Los sitios del Patrimonio Mundial deberían recibir los niveles más altos de protección y, sin embargo, generalmente no somos capaces de salvaguardar esta importante parte de la superficie de la Tierra”, afirma Marco Lambertini, director general del WWF Internacional. “Todos estamos de acuerdo en que éstos son algunos de los lugares más valiosos y excepcionales del planeta. Ahora necesitamos trabajar juntos para permitir que sigan proporcionando bienestar a las personas y la naturaleza”, concluye. Por ello, WWF ha iniciado una campaña de recogida de apoyos para defenderlos, “Juntos, salvemos nuestro patrimonio común”.

Fuente: Ecoavant.com

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