Dos estudios de la Universidad de Agricultura en Suecia
están instando a cambiar los programas de fitomejoramiento que no están
valorando la capacidad natural de las plantas para el control plagas y
enfermedades, y que no consideran las acciones que en este sentido
realizan depredadores como escarabajos y arañas -entre muchos otros-,
que pueden evitar el uso de pesticidas tóxicos.
“El
control químico de plagas es una herramienta vital en la producción de
cultivos convencionales, pero la época de cuando los insecticidas
resolvían todos los problemas de las plagas parece haber terminado.
Muchos viejos insecticidas pierden su efecto cuando las plagas
desarrollan resistencia a ellos, algunos agentes particularmente nocivos
para el medio ambiente ya no se pueden utilizar en la Unión Europea y
unos nuevos agentes entran en el mercado. Lo que requiere un nuevo
enfoque a los problemas de las plagas”, explicó la investigadora Eve Roubinet en abril pasado, al presentar su tesis.
Por su parte, Johan A. Stenberg, del Departamento
de Protección Biológica de las Plantas, destacó el hecho que en los
programas de fitomejoramiento de las plantas es poco común ver la
preocupación de la defensa natural contra los herbívoros, sobre todo
considerando que “las plantas silvestres expresan múltiples
características para resistirlos”. Entre estas están compuestos
orgánicos volátiles y el néctar extrafloral, que liberan las plantas.
El
investigador detalló que todas las plantas responden individualmente al
daño que les inflijen los herbívoros con compuestos orgánicos
volátiles; y a nivel de grupo, con la secreción del néctar extrafloral.
Esto atrae a los depredadores que pueden reducir la presencia de los
herbívoros. En el documento publicado en Cell en
noviembre pasado, destacó que por ejemplo, algunos tienen fuertes
propiedades antifúngicas o repelentes, que pueden servir como agentes de
resistencia directa.
Hasta la fecha se han podido reclutar una vasta
gama de estos depredadores, a aquellos que eliminan parásitos o los
nemátodos que se ven involucrados, agregó.
Recordó
a su vez que la domesticación de los cultivos “tiene como objetivo
mejorar la calidad de las plantas para el uso humano”. Sin embargo,
además de la domesticación, a las plantas se las alterará en el tamaño,
sabor y calidad nutricional de las partes de la planta de interés.
Analizando los programas de fitomejoramiento existente, reveló que en
mayor escala estos se dedican a producir tamaños de plantas homogéneas,
dominancia apical, de crecimiento determinado, frutos indehiscentes,
u otras características para el cultivo y la cosecha, así como los
rasgos de la modificación que facilitan el transporte y almacenamiento, y
se ocupan poco del control natural de plagas, que permiten evitar el
uso de pesticidas tóxicos.
La siguiente es una imagen que muestra un ejemplo de cultivo de maíz.
El científico propone intercalar el cultivo de
interés (en este caso del maíz) con una especie vegetal que emita
compuestos orgánicos volátiles (COV) que repelen la principal plaga. En
la imagen se revela además que “la plantación de una planta (pull)
atractiva alrededor del campo mejora aún más los movimientos del
‘insecto plaga’, haciendo que se vayan fuera del campo. Lo ideal es que
la planta de extracción no permita que la plaga pueda reproducirse, y
que ambas empujen a que las plantas cumplan otras funciones, por
ejemplo, como plantas ornamentales, hortalizas, especias, o como
alimento para el ganado”.
Ante las dudas de algunos
agricultores, el científico explica que “nuestros cultivos domesticados
han perdido sus defensas naturales contra las plagas comunes, pero
creemos que es posible restaurar estos rasgos”, dijo el profesor
Stenberg en declaraciones documentadas por Svience Nordic.
Fuente: lagranepoca.com
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