12 noviembre 2016

Cómo las empresas que producen alimentos transgénicos han dependido siempre del engaño

Organico contra transgenico
A pesar de no disponer de una sólida base científica y de no actuar con transparencia en el acceso a la información, algo que debiera ser inherente a la ciencia, la pretensión de configurar el núcleo genético del suministro de alimentos en todo el mundo se ha basado fundamentalmente en la propagación de mentiras. Para su avance y superveniencia ha sido crucial la tergiversación de la realidad, en la medida en que más de treinta años después del desarrollo de la primera planta modificada genéticamente, la gran mayoría de la gente de todo el mundo (incluyendo miembros de los Gobiernos, periodistas e incluso científicos) siguen siendo engañados sobre importantes cuestiones.

Por otra parte, contrariamente a lo gente cree, la Industria Biotecnológica no ha sido la principal fuente de mentiras.

En cambio, las principales interpretaciones arteras han sido lanzadas por Agencias gubernamentales e Instituciones científicas, que se supone son organismos respetados y formadas por eminentes científicos

Los siguientes párrafos describen varios de estos engaños y artimañas que han sido fundamentales para que los alimentos modificados genéticamente sigan expandiéndose, todo ello documentado con detalle en libro: Genes alterados, la verdad tergiversada.

El desastre provocado por el primer producto transgénico comestible fue ocultado

Las Empresas de Ingeniería Genética sufrieron un importante revés cuando su primer producto transgénico causó la muerte de varias decenas de estadounidenses y varios miles enfermaron gravemente, produciéndoles a muchos de ellos una invalidez permanente. Se trataba de un suplemento alimenticio, el aminoácido esencial, el L-triptófano, que se había producido a partir de bacterias modificadas genéticamente. A pesar de que cumplía con los estándares de pureza farmacológica, como el resto de suplementos de triptófano, contenía pequeñas cantidades de impurezas. Sin embargo, a diferencia de los suplementos producidos de manera convencional, uno de los componentes presentes resultó ser muy tóxico, incluso a niveles extremadamente bajos. Debido a que ninguno de los suplementos de triptófano producido mediante bacterias no transgénicas había sido relacionado con ningún efecto adverso, y ya que la Ingeniería Genética puede producir interrupciones involuntarias en los organismos transgénicos, hubo fundadas sospechas de que el proceso de desarrollo había inducido la formación de una sustancia extraordinariamente tóxica que causó el desastre.

En consecuencia, los defensores de la Ingeniería Genética, incluyendo la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), que admite defender la política de fomento de la Biotecnología, se esforzaron por convencer a la gente de que tal tecnología era intachable. Por lo tanto, tenían que difundir una serie de declaraciones engañosas. Y esas mentiras han tenido un gran éxito: a pesar de las evidencias de que la Ingeniería Genética pudo ser la causa más probable de la contaminación tóxica, la mayoría de la gente que conoce estos sucesos mantiene la ilusión de que tal tecnología debe ser exonerada de toda culpa. Y lo que es peor, los valedores de los transgénicos afirman de manera rutinaria que ninguno de sus productos ha estado relacionado nunca con ningún problema de salud, de manera de que la mayoría de las personas no son conscientes de que este desastre se produjera.

Los problemas relacionados con los primeros alimentos íntegramente transgénicos también fueron ocultados

El primer alimento producido mediante Ingeniería Genética (el tomate Flavr Savr de Calgene) también estuvo relacionado con problemas. Calgene llevó a cabo voluntariamente estudios de alimentación, y los científicos de la FDA que los revisaron expresaron su preocupación por un patrón de lesiones en el estómago que planteaba algunas dudas sobre su seguridad. Pathology Branch llegó ala conclusión de que no se había demostrado su seguridad, y otros expertos de la FDA estuvieron de acuerdo. Uno de ellos escribió: “se plantean dudas sobre la seguridad…no han sido resueltos de manera satisfactoria” . Y otro recogió que “hay cuestiones de seguridad que siguen si resolverse”.

Los alimentos modificados genéticamente llegaron al mercado a través de un fraude del Gobierno

Sin embargo, la FDA afirmó que sus científicos habían determinado que sí se habían resuelto todas las cuestiones relacionadas con la seguridad, y que este tomate había demostrado ser tan seguro como el resto. Y debido a que la FDA archivó las anotaciones de sus científicos, nadie de la Agencia fue consciente del fraude. Estas anotaciones sólo se descubrieron cuatro años más tarde (en 1988), cuando mi organización, la Alianza para la Bio-Integridad, presentó una demanda que obligó a la FDA a entregar 44.000 páginas de archivos internos. Sin embargo, debido a que los medios de comunicación no informaron adecuadamente de lo que revelaban esos documentos, la mayoría de la gente todavía no es consciente de las malas prácticas de la FDA.

Si se hubieran dado a conocer los hechos reales sobre el triptófano tóxico y la preocupaciones en torno al tomate transgénico, las Empresas que producen alimentos transgénicos bien podrían haber llegado al final de su camino, o como mínimo se habría desacelerado su producción y sometidos a pruebas más rigurosas. Un efecto similar se habría conseguido si se hubieran conocido las preocupaciones de algunos científicos de la FDA sobre los alimentos transgénicos en general.

Estas preocupaciones aparecieron en algunas notas escritas unos años antes de que el tomate transgénico fuese comercializado, lo que revela que los científicos de la Agencia no estaban de acuerdo con las afirmaciones de la Empresas de Biotecnología, que un alimento transgénico es sustancialmente el mismo que su contraparte no transgénica.
Por ejemplo, un microbiólogo de la FDA declaró: “Hay grandes diferencias entre los efectos inesperados en la reproducción tradicional y la Ingeniería Genética”. Añadiendo que la Ingeniería Genética “… puede ser más peligrosa…”. El Director de Medicina Veterinaria de la FDA (CVM) declaró: “… CVM considera que los piensos obtenidos de los cultivos modificados genéticamente presentan preocupaciones sobre su seguridad” .
Explicó que los residuos de sustancias inesperadas podrían hacer que la carne y los productos lácteos fueran perjudiciales para los seres humanos.

La omnipresencia de las preocupaciones queda atestiguada por un funcionario de la FDA que estudiando la opinión de varios expertos declaró: “Los procesos de Ingeniería Genética y de la reproducción tradicional son diferentes, y de acuerdo con los expertos de la Agencia, presentan diferentes riesgos” . A la luz de los posibles riesgos, los expertos solicitaron que los alimentos transgénicos se sometieran a pruebas cuidadosas capaces de detectar los efectos secundarios inesperados.

Por otro lado, el coordinador de Biotecnología de la FDA reconoció que no existía consenso sobre la seguridad dentro de la comunidad científica en general. También admitió que el potencial de alérgenos de algunos alimentos transgénicos “es particularmente difícil de predecir”.

Sin embargo, en mayo de 1992 la FDA afirmó que “la Agencia no tiene conocimiento de informaciones que demuestren que los alimentos obtenidos por estos nuevos métodos difieran de otros alimentos, de una manera significativa o uniforme” .

También afirmó que había un abrumador consenso entre los científicos de que los alimentos transgénicos son tan seguros que no requieren de ninguna prueba. En consecuencia, este organismo no solicita ninguna mínima prueba y permite que los alimentos transgénicos se comercialicen sin más.

Si la FDA hubiese comunicado las preocupaciones de parte de sus propios expertos, la historia de las Empresas que producen alimentos transgénicos habría sido diferente, y bien podría haber resultado muy corta. Al menos, algunos alimentos transgénicos comercializados se habrían sometido a pruebas mucho más rigurosas que las que las Agencias de Regulación solicitan en su lugar.

El estado de las investigaciones y el nivel de consenso de las científicos han sido tergiversados

Del mismo modo que la FDA, otros defensores de los transgénicos afirman habitualmente que existe un consenso abrumador por parte de los expertos en torno a que los alimentos transgénicos son seguros, Y la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia ha declarado que cada una “de las organizaciones respetadas” que han analizado las evidencias han determinado que no son productos con mayor nivel de riesgo que los alimentos convencionales. Pero esto es lisa llanamente falso. Por ejemplo, en el año 2011 la Royal Society de Canadá publicó un informe en el que concluía que resulta “científicamente injustificable” afirmar que:

a.- los alimentos transgénicos son seguros

b.- la predicción predeterminada para cada uno de los organismos modificados genéticamente debiera ser que han inducido efectos secundarios involuntarios y potencialmente dañinos.

Por otro lado, la Asociación Médica Británica, la Asociación de Salud Pública de Australia y los editores de la revista The Lancet ( una revista médica de primera clase), han expresado sus preocupaciones sobre los riesgos, y en el año 2015, una revista revisada por partes publicó una declaración firmada por más de 300 científicos en la que se afirmaba que no existe un consenso sobre la seguridad de los alimentos transgénicos y que su seguridad no ha sido suficientemente demostrada.

Los defensores de los transgénicos mienten cuando afirman que la seguridad de los alimentos transgénicos se ha demostrado rotundamente, cuando en realidad muchos estudios publicados en revistas revisadas por pares han detectado daños en los animales que fueron alimentados con transgénicos. De hecho, una revisión sistemática de los estudios toxicológicos sobre alimentación con transgénicos realizada en el año 2009, llegó a la conclusión de que la mayoría de los resultados indicaban que estos productos “pueden causar daño hepático, renal, pancreático y tener efectos reproductivos y producir alteraciones hematológicas, bioquímicas y cambios en los parámetros inmunológicos, cuyo significado se desconoce”. También indicaban que se necesitaban más estudios. Otra revisión que abarcaba los estudios adicionales que se habían publicado hasta agosto de 2010, también proporcionó motivos de preocupación. Llegaron a la conclusión de que había un cierto equilibrio entre los que consideraban que los cultivos transgénicos son tan seguros como sus contrapartes no transgénicas y los que veían serios motivos de preocupación”.

Entre los años 2008 y 2014, ocho de tales revisiones de investigación fueron publicadas, y aunque algunas interpretaron los datos a favor de los cultivos transgénicos, en su conjunto proporcionan motivos para dudar de la inequívoca seguridad de estos productos. Como ha dicho Sheldon Krimsky, profesor de la Universidad de Tufts, en un examen integral publicado en una revista revisada por pares: “Uno lee estas revisiones sistemáticas y no puede llegar a la conclusión de que ya han sido resueltas las dudas sobre los efectos en la salud de los transgénicos dentro de la comunidad científica”. Sin embargo, los defensores de los transgénicos proclaman de manera rutinaria que ya se ha resuelto de manera concluyente, y que su seguridad es una certeza.

Dos convincentes, e inquietantes, conclusiones

Por lo tanto, incluso siendo esto un breve resumen, queda claro que las Empresas que producen alimentos transgénicos dependen de su manía crónica de distorsionar la verdad, y esta dependencia se puede detectar fácilmente en todas las declaraciones que han hecho en apoyo de sus productos. Un notable ejemplo es la guía para los cultivos transgénicos publicado por la Royal Society del Reino Unido en mayo de 2016. A pesar de que dice proporcionar una información precisa, basada en conocimientos científicos, su análisis revela que las alegaciones sobre su seguridad están basadas en múltiples tergiversaciones.

Así que la institución científica más antigua y respetada del mundo no puede argumentar a favor de la seguridad de alimentos transgénicos sin distorsionar sistemáticamente los hechos, lo que indica que dicha distorsión es necesaria en sus argumentaciones.

Por otra parte, cuando ya se han proclamado multitud de mentiras en nombre de estos productos durante los últimos treinta y cinco años que se compilan y documentan fehacientemente (como he hecho en mi libro), la conclusión es que las Empresas que producen alimentos transgénicos no podrían haber sobrevivido sin esas mentiras, que se convierten prácticamente en ineludibles.


Y esta conclusión es algo obvio. El hecho incontestable de que se han falsificado metódicamente prueba levanta por sí mismo dudas sobre la seguridad de estos alimentos, porque si fueran tan favorables como afirman sus defensores, no habría necesidad de mentir ni distorsionar aquellas.

Fuente: buscandolaverdad.es

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