A pesar de no
disponer de una sólida base científica y de no actuar con transparencia
en el acceso a la información, algo que debiera ser inherente a la
ciencia, la pretensión de configurar el núcleo genético del suministro
de alimentos en todo el mundo se ha basado fundamentalmente en la
propagación de mentiras. Para su avance y superveniencia ha sido crucial
la tergiversación de la realidad, en la medida en que más de treinta
años después del desarrollo de la primera planta modificada
genéticamente, la gran mayoría de la gente de todo el mundo (incluyendo
miembros de los Gobiernos, periodistas e incluso científicos) siguen
siendo engañados sobre importantes cuestiones.
Por otra parte, contrariamente a lo gente cree, la Industria Biotecnológica no ha sido la principal fuente de mentiras.
En cambio, las
principales interpretaciones arteras han sido lanzadas por Agencias
gubernamentales e Instituciones científicas, que se supone son
organismos respetados y formadas por eminentes científicos
Los siguientes párrafos
describen varios de estos engaños y artimañas que han sido
fundamentales para que los alimentos modificados genéticamente sigan
expandiéndose, todo ello documentado con detalle en libro: Genes alterados, la verdad tergiversada.
Las Empresas de
Ingeniería Genética sufrieron un importante revés cuando su primer
producto transgénico causó la muerte de varias decenas de
estadounidenses y varios miles enfermaron gravemente, produciéndoles a
muchos de ellos una invalidez permanente. Se trataba de un suplemento
alimenticio, el aminoácido esencial, el L-triptófano, que se había
producido a partir de bacterias modificadas genéticamente. A pesar de
que cumplía con los estándares de pureza farmacológica, como el resto de
suplementos de triptófano, contenía pequeñas cantidades de impurezas.
Sin embargo, a diferencia de los suplementos producidos de manera
convencional, uno de los componentes presentes resultó ser muy tóxico,
incluso a niveles extremadamente bajos. Debido a que ninguno de los
suplementos de triptófano producido mediante bacterias no transgénicas
había sido relacionado con ningún efecto adverso, y ya que la Ingeniería
Genética puede producir interrupciones involuntarias en los organismos
transgénicos, hubo fundadas sospechas de que el proceso de desarrollo
había inducido la formación de una sustancia extraordinariamente tóxica
que causó el desastre.
En consecuencia, los defensores de la Ingeniería Genética, incluyendo la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA),
que admite defender la política de fomento de la Biotecnología, se
esforzaron por convencer a la gente de que tal tecnología era intachable. Por lo tanto, tenían que difundir una serie de declaraciones
engañosas. Y esas mentiras han tenido un gran éxito: a pesar de las
evidencias de que la Ingeniería Genética pudo ser la causa más probable
de la contaminación tóxica, la mayoría de la gente que conoce estos
sucesos mantiene la ilusión de que tal tecnología debe ser exonerada de
toda culpa. Y lo que es peor, los valedores de los transgénicos
afirman de manera rutinaria que ninguno de sus productos ha estado
relacionado nunca con ningún problema de salud, de manera de que la
mayoría de las personas no son conscientes de que este desastre se
produjera.
Los problemas relacionados con los primeros alimentos íntegramente transgénicos también fueron ocultados
El primer alimento
producido mediante Ingeniería Genética (el tomate Flavr Savr de Calgene)
también estuvo relacionado con problemas. Calgene llevó a cabo
voluntariamente estudios de alimentación, y los científicos de la FDA
que los revisaron expresaron su preocupación por un patrón de lesiones
en el estómago que planteaba algunas dudas sobre su seguridad. Pathology Branch
llegó ala conclusión de que no se había demostrado su seguridad, y
otros expertos de la FDA estuvieron de acuerdo. Uno de ellos escribió: “se plantean dudas sobre la seguridad…no han sido resueltos de manera satisfactoria” . Y otro recogió que “hay cuestiones de seguridad que siguen si resolverse”.
Los alimentos modificados genéticamente llegaron al mercado a través de un fraude del Gobierno
Sin embargo, la FDA afirmó que sus
científicos habían determinado que sí se habían resuelto todas las
cuestiones relacionadas con la seguridad, y que este tomate había
demostrado ser tan seguro como el resto. Y debido a que la FDA archivó
las anotaciones de sus científicos, nadie de la Agencia fue consciente
del fraude. Estas anotaciones sólo se descubrieron cuatro años más tarde
(en 1988), cuando mi organización, la Alianza para la Bio-Integridad,
presentó una demanda que obligó a la FDA a entregar 44.000 páginas de
archivos internos. Sin embargo, debido a que los medios de comunicación
no informaron adecuadamente de lo que revelaban esos documentos, la
mayoría de la gente todavía no es consciente de las malas prácticas de
la FDA.
Si se hubieran dado a
conocer los hechos reales sobre el triptófano tóxico y la preocupaciones
en torno al tomate transgénico, las Empresas que producen alimentos
transgénicos bien podrían haber llegado al final de su camino, o como
mínimo se habría desacelerado su producción y sometidos a pruebas más
rigurosas. Un efecto similar se habría conseguido si se hubieran
conocido las preocupaciones de algunos científicos de la FDA sobre los
alimentos transgénicos en general.
Estas preocupaciones
aparecieron en algunas notas escritas unos años antes de que el tomate
transgénico fuese comercializado, lo que revela que los científicos de
la Agencia no estaban de acuerdo con las afirmaciones de la Empresas de
Biotecnología, que un alimento transgénico es sustancialmente el mismo
que su contraparte no transgénica.
Por ejemplo, un microbiólogo de la FDA declaró: “Hay grandes diferencias entre los efectos inesperados en la reproducción tradicional y la Ingeniería Genética”. Añadiendo que la Ingeniería Genética “… puede ser más peligrosa…”. El Director de Medicina Veterinaria de la FDA (CVM) declaró: “…
CVM considera que los piensos obtenidos de los cultivos modificados
genéticamente presentan preocupaciones sobre su seguridad” .
Explicó que los
residuos de sustancias inesperadas podrían hacer que la carne y los
productos lácteos fueran perjudiciales para los seres humanos.
La omnipresencia de las
preocupaciones queda atestiguada por un funcionario de la FDA que
estudiando la opinión de varios expertos declaró: “Los procesos de
Ingeniería Genética y de la reproducción tradicional son diferentes, y
de acuerdo con los expertos de la Agencia, presentan diferentes riesgos” . A la luz de los posibles riesgos, los expertos solicitaron
que los alimentos transgénicos se sometieran a pruebas cuidadosas
capaces de detectar los efectos secundarios inesperados.
Por otro lado, el
coordinador de Biotecnología de la FDA reconoció que no existía consenso
sobre la seguridad dentro de la comunidad científica en general.
También admitió que el potencial de alérgenos de algunos alimentos
transgénicos “es particularmente difícil de predecir”.
Sin embargo, en mayo de 1992 la FDA afirmó que “la
Agencia no tiene conocimiento de informaciones que demuestren que los
alimentos obtenidos por estos nuevos métodos difieran de otros
alimentos, de una manera significativa o uniforme” .
También afirmó que
había un abrumador consenso entre los científicos de que los alimentos
transgénicos son tan seguros que no requieren de ninguna prueba. En
consecuencia, este organismo no solicita ninguna mínima prueba y permite
que los alimentos transgénicos se comercialicen sin más.
Si la FDA hubiese
comunicado las preocupaciones de parte de sus propios expertos, la
historia de las Empresas que producen alimentos transgénicos habría sido
diferente, y bien podría haber resultado muy corta. Al menos, algunos
alimentos transgénicos comercializados se habrían sometido a pruebas
mucho más rigurosas que las que las Agencias de Regulación solicitan en
su lugar.
El estado de las investigaciones y el nivel de consenso de las científicos han sido tergiversados
Del mismo modo que la
FDA, otros defensores de los transgénicos afirman habitualmente que
existe un consenso abrumador por parte de los expertos en torno a que
los alimentos transgénicos son seguros, Y la Asociación Americana para
el Avance de la Ciencia ha declarado que cada una “de las organizaciones
respetadas” que han analizado las evidencias han determinado que no son
productos con mayor nivel de riesgo que los alimentos convencionales.
Pero esto es lisa llanamente falso. Por ejemplo, en el año 2011 la Royal Society de Canadá publicó un informe en el que concluía que resulta “científicamente injustificable” afirmar que:
a.- los alimentos transgénicos son seguros
b.- la predicción
predeterminada para cada uno de los organismos modificados genéticamente
debiera ser que han inducido efectos secundarios involuntarios y
potencialmente dañinos.
Por otro lado, la Asociación Médica Británica, la Asociación de Salud Pública de Australia y los editores de la revista The Lancet
( una revista médica de primera clase), han expresado sus
preocupaciones sobre los riesgos, y en el año 2015, una revista
revisada por partes publicó una declaración firmada por más de 300
científicos en la que se afirmaba que no existe un consenso sobre la seguridad de los alimentos transgénicos y que su seguridad no ha sido suficientemente demostrada.
Los defensores de los
transgénicos mienten cuando afirman que la seguridad de los alimentos
transgénicos se ha demostrado rotundamente, cuando en realidad muchos
estudios publicados en revistas revisadas por pares han detectado daños
en los animales que fueron alimentados con transgénicos. De hecho, una
revisión sistemática de los estudios toxicológicos sobre alimentación
con transgénicos realizada en el año 2009, llegó a la conclusión de que
la mayoría de los resultados indicaban que estos productos “pueden
causar daño hepático, renal, pancreático y tener efectos reproductivos y
producir alteraciones hematológicas, bioquímicas y cambios en los
parámetros inmunológicos, cuyo significado se desconoce”. También
indicaban que se necesitaban más estudios. Otra revisión que abarcaba
los estudios adicionales que se habían publicado hasta agosto de 2010,
también proporcionó motivos de preocupación. Llegaron a la conclusión de
que había un cierto equilibrio entre los que consideraban que los
cultivos transgénicos son tan seguros como sus contrapartes no
transgénicas y los que veían serios motivos de preocupación”.
Entre los años 2008 y
2014, ocho de tales revisiones de investigación fueron publicadas, y
aunque algunas interpretaron los datos a favor de los cultivos
transgénicos, en su conjunto proporcionan motivos para dudar de la
inequívoca seguridad de estos productos. Como ha dicho Sheldon Krimsky,
profesor de la Universidad de Tufts, en un examen integral publicado en
una revista revisada por pares: “Uno lee estas revisiones sistemáticas y no puede llegar
a la conclusión de que ya han sido resueltas las dudas sobre los
efectos en la salud de los transgénicos dentro de la comunidad
científica”. Sin embargo, los defensores de los transgénicos
proclaman de manera rutinaria que ya se ha resuelto de manera
concluyente, y que su seguridad es una certeza.
Dos convincentes, e inquietantes, conclusiones
Por lo tanto, incluso
siendo esto un breve resumen, queda claro que las Empresas que producen
alimentos transgénicos dependen de su manía crónica de distorsionar la
verdad, y esta dependencia se puede detectar fácilmente en todas las
declaraciones que han hecho en apoyo de sus productos. Un notable
ejemplo es la guía para los cultivos transgénicos publicado por la Royal Society del
Reino Unido en mayo de 2016. A pesar de que dice proporcionar
una información precisa, basada en conocimientos científicos, su
análisis revela que las alegaciones sobre su seguridad están basadas en
múltiples tergiversaciones.
Así que la institución
científica más antigua y respetada del mundo no puede argumentar a favor
de la seguridad de alimentos transgénicos sin distorsionar
sistemáticamente los hechos, lo que indica que dicha distorsión es
necesaria en sus argumentaciones.
Por otra parte, cuando
ya se han proclamado multitud de mentiras en nombre de estos productos
durante los últimos treinta y cinco años que se compilan y documentan
fehacientemente (como he hecho en mi libro), la conclusión es que las
Empresas que producen alimentos transgénicos no podrían haber
sobrevivido sin esas mentiras, que se convierten prácticamente en
ineludibles.
Y esta conclusión es
algo obvio. El hecho incontestable de que se han falsificado
metódicamente prueba levanta por sí mismo dudas sobre la seguridad de
estos alimentos, porque si fueran tan favorables como afirman sus
defensores, no habría necesidad de mentir ni distorsionar aquellas.
Fuente: buscandolaverdad.es
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