Entrar en política en el régimen español
supone la perfecta bicoca millonaria para gran parte de la casta. Se
colocan, promocionan, obtienen prebendas, favores y puertas giratorias,
para una vez se acabe la mamanza colocarse en cualquier empresa “amiga”,
de esas que sus jefes reparten sobres o maletines repletos de billetes
de quinientos euros entre la chusma que los acepta.
Se entiende la ansiedad de quienes están
todavía fuera y buscan votos al precio que sea, saben que la ganancia
será acaudalada, inmensamente atractiva, si logran el objetivo mafioso
de vender a su propio pueblo, el honrado voto, por un plato de lentejas,
por inmensos beneficios muy jugosos en pocos años para instalarse en
ese espacio oligárquico de constructores, empresarios y magnates,
obteniendo un estatus forjado a base de sufrimiento ciudadano,
desahucios, recortes sociales, privatizaciones a cambio de favores,
despidos masivos, hambre infantil y otras estafas habituales en la
España más corrupta y profunda de su historia.