La minería, el desarrollo portuario y la pérdida de calidad del agua
en toda la costa noreste de Australia ponen en riesgo el futuro de la
Gran Barrera de Coral, importante centro de atracción turística
declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
La
falta de “un compromiso firme y demostrable” tanto del gobierno federal
australiano como del nororiental estado de Queensland para limitar el
desarrollo de infraestructura cerca del arrecife “representa un peligro
potencial para el excepcional valor universal” del lugar.
Así lo
señala un informe de evaluación realizado en forma conjunta por la
Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura) y la Unión Internacional para la Conservación de
la Naturaleza (UICN).
La Gran Barrera de Coral abarca un área de
348.000 kilómetros cuadrados e incluye unos 2.500 arrecifes individuales
y más de 900 islas. Es hogar de colonias reproductoras de aves,
tortugas marinas, delfines de aleta chata australianos y de ballenas
jorobadas.
El auge de los recursos minerales de Australia,
impulsado por la creciente demanda de carbón de los mercados asiáticos,
está atrayendo a miles de millones de dólares en inversiones
corporativas.
Expertos evalúan ahora el posible impacto ambiental de unos 43 proyectos industriales en este gigantesco ecosistema.
“El
gobierno de Australia, que espera aprobar varias grandes propuestas de
desarrollo en las próximas semanas y meses, está corriendo un gran
riesgo, porque podría obligar al Comité del Patrimonio Mundial a colocar
a la Gran Barrera en su lista de la vergüenza”, dijo a IPS el portavoz
del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés),
Richard Leck.
El activista se refería a la lista de Patrimonio de la Humanidad en peligro, que elabora el Comité.
Desde 2011, la Unesco y la UICN han expresado gran preocupación por el cuidado de esa zona.
“Australia
claramente ha ignorado las recomendaciones. El gobierno federal sigue
aprobando nuevos proyectos de desarrollo sin un compromiso a largo plazo
en la restricción de la industrialización. El gobierno de Queensland
también debilitó algunas de las leyes que protegen a los arrecifes del
desarrollo y del desmonte de tierras”, dijo Leck a IPS.
El WWF
estima que el desbroce de decena de miles de hectáreas de vegetación a
lo largo de los ríos que llevan al arrecife y el vertido de los restos
del dragado en las aguas costeras tendrán un significativo impacto en el
sitio protegido, que contiene 400 tipos distintos de corales, 1.500
especies de peces, 4.000 tipos de moluscos, unas 240 especies de aves y
varias clases de esponjas de mar, anémonas, gusanos marinos y
crustáceos.
Las aguas del arrecife también proveen de alimentos a
especies amenazadas, y alberga una de las poblaciones más grandes de
dugones.
“El desarrollo de infraestructura portuaria y el creciente movimiento
de barcos requieren el dragado de millones de toneladas de tierra del
lecho marino, incluyendo hierbas que sirven de alimento a tortugas,
dugones y otras formas de vida”, alertó la directora de la Campaña por
la Gran Barrera de Coral de la Sociedad Australiana de Conservación
Marina, Felicity Wishart.
“Esto puede dañar o destruir humedales vitales, zonas de reproducción de peces y otros hábitat costeros”, explicó a IPS.
Además,
ambientalistas temen que el aumento del movimiento de barcos agrave el
riesgo de derrames de petróleo. Alrededor de 4.000 navíos pasan por la
Gran Barrera de Coral al año, y se espera que ese número crezca a 6.000
para 2020.
Para proteger la parte más sana y prístina del arrecife
de las amenazas humanas, especialmente de la creación de puertos y de
proyectos mineros, The Wilderness Society procura que se considere
Patrimonio de la Humanidad la Península del Cabo York, ubicada en el
extremo norte de Queensland.
“Esto bloquearía el proyecto de
desarrollo minero en Wongai de la Balkanu Corporation, que abriría
nuevas áreas para el desarrollo, y el de exploración de la mina de
bauxita en el Sur de Embley de (la empresa) Rio Tinto”, dijo a IPS el
activista Gavan McFadzean, de la Wilderness Society.
Según
proyecciones del Buró de Recursos y Economía Energética de Australia,
las exportaciones de carbón de este país prácticamente se duplicarán en
poco más de una década.
Australia ya es el mayor exportador mundial de ese producto.
En
los últimos 10 años, los embarques australianos de carbón crecieron más
de 50 por ciento, y 88 por ciento de estos se dirigieron a grandes
economías asiáticas como Japón, China, Corea del Sur, India y Taiwan.
Georgina
Woods, de la organización Greenpeace, resumió la situación con la
siguiente pregunta: “¿Sacrificaremos la Gran Barrera de Coral y
aceptaremos al peligroso cambio climático como el costo inevitable de
apoyar una sola industria?”.
Una investigación comisionada por
Greenpeace estima que las explotación de carbón en Australia es la
segunda mayor industria de combustibles fósiles de las 14 que están
llevando al planeta más allá de los límites internacionalmente acordados
de recalentamiento climático.
Los arrecifes de coral del mundo
tienen pocas probabilidades de sobrevivir si las temperaturas globales
se incrementan 1,5 grados. “Ahora mismo, nos dirigimos firmemente a un
calentamiento de cuatro grados”, dijo Woods a IPS.
El director
ejecutivo del australiano Instituto del Clima, John Connor, explicó a
IPS que el cambio climático amenaza a la Gran Barrera de Coral, tanto a
través de la acidificación del océano como por las crecientes tormentas.
Pero
destacó que el gobierno de Australia ha dado importantes pasos para
reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, adoptando
importantes leyes sobre las liberaciones de carbono.
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