Cantidades
sorprendentemente grandes de basura acaban flotando en el océano.
Bolsas de plástico, envases livianos, y en general todo desecho capaz de
flotar no sólo ensucia las aguas de muchas playas sino que también se
acumula en áreas de mar abierto, como el sitio ocupado por la Gran
Mancha de Basura del Océano Pacífico, un extenso “islote” de basura
flotante que se creó espontáneamente por una curiosa combinación de
factores vinculados mayormente a las corrientes marítimas.
Ahora, una
nueva investigación a cargo de especialistas del Instituto de
Investigación del Acuario de la Bahía de Monterrey (MBARI), en Estados
Unidos, ilustra hasta qué punto la basura está también acumulándose en
las profundidades marinas, por ejemplo en el Cañón submarino de
Monterrey.
El equipo de Kyra Schlining se inspiró en un estudio
anterior, que se efectuó frente a la costa del sur de California y en el
que se rastreó basura hasta 365 metros de profundidad. Schlining y sus
colegas han logrado continuar esta búsqueda en aguas de hasta 4.000
metros de profundidad. El nuevo estudio también cubre un período más
largo, e incluye más observaciones in situ de desechos a gran
profundidad que cualquier otro estudio previo del que esta científica
tenga conocimiento.
Ella y sus colegas se concentraron en estudiar
desechos del fondo del mar en la región de la Bahía de Monterrey. En
esta región, los investigadores estudiaron más de 1.150 objetos o
fragmentos, recogidos del fondo del mar.
Cerca de un tercio de los
desechos consistieron en objetos hechos de plástico. De entre ellos, más
de la mitad fueron bolsas. Estas bolsas son potencialmente peligrosas
para la vida marina porque pueden asfixiar a los organismos a los que se
pegan o a los animales que intentan comerlas.
El segundo tipo más
común de desechos visto en este estudio correspondió a objetos
metálicos. Cerca de dos tercios de estos objetos eran latas de bebidas.
Otros desechos comunes encontrados fueron sogas, equipamiento de pesca,
botellas de vidrio, papeles y prendas de vestir.
Los investigadores
encontraron que la basura no estaba distribuida al azar en el fondo
marino. Por el contrario, se la encontró mayormente en laderas empinadas
rocosas del Cañón de Monterrey así como en algunos puntos en
particular. Las corrientes marinas sin duda ejercen un papel clave en
este fenómeno.
Los investigadores también descubrieron que los
desperdicios se hallaban más comúnmente en las partes más profundas del
cañón, por debajo de los 2.000 metros (6.500 pies).
“Estoy segura de
que hay muchos más desechos en el cañón que no estamos viendo. Muchos de
ellos quedan enterrados por deslizamientos de tierra subacuáticos y por
movimiento de sedimentos”, argumenta Schlining.
Los efectos
negativos que toda esa basura ejerce sobre la vida marina son numerosos,
por diversas razones. Sin embargo, algunos animales se benefician de
algunos de esos objetos. Por ejemplo, los neumáticos viejos en zonas muy
blandas del fondo marino son usados como refugio por algunos animales
que pasan buena parte de su vida en el fondo del mar.
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