Aún
con los constantes acuerdos internacionales que prohíben la cacería de
ballenas, países como Japón persisten en la persecución de estos
animales. Y el día jueves de esta semana, las flotas balleneras del país
del sol naciente, regresaron después de un año de cacería, arrastrando
los cuerpos de más de 300 ballenas.
La Corte Internacional de
Justicia lanzó una prohibición en el año 2014, para que los balleneros
japoneses no pudieran cazar en el océano Antártico, sin embargo, esto
solo sirvió para detenerlos un tiempo ya que como podemos ver han vuelto
a sus actividades en esa zona.
Las flotas japonesas partieron en
diciembre, a pesar de las fuertes críticas, incluso de la de su mayor
aliado, los EE. UU. El gobierno japonés prometió disminuir el número de
animales cazados, solo trayendo un tercio.
Los 4 navíos regresaron a
Shimonoseki, al sudeste de Japón, el jueves de esta semana, trayendo
consigo 333 ballenas de minke. Siendo 103 machos y 230 hembras, de las
cuales al menos 207 se encontraban preñadas.
Japón se ha excusado
diciendo que la mayoría de las especies de ballenas no se encuentran en
peligro de extinción, además de que el consumo de su carne forma parte
de su cultura. Iniciando así la “cacería científica” en el año de 1987,
argumento que siguen utilizando para continuar con esta actividad.
Japón
pretende cazar cerca de 4 mil ballenas en los siguientes 12 años, como
parte de sus “investigaciones”, argumentando que su objetivo es el de
volver a revivir la cacería comercial de estos animales.
La más triste del asunto, es que una gran parte de la población japonesa ya no consume la carne de ballena.
Fuente: Noticias ambientales internacionales
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