El pasado domingo la Unión Europea y Canadá firmaron el controvertido
acuerdo sobre protección de las inversiones, cooperación reguladora y
comercio, acuerdo que pronto será arrojado al basurero de la historia.
Bruselas fue mucho más que un simbólico apretón de manos o una sesión de fotos.
Es la imposición a los ciudadanos europeos y canadienses de una
ideología que antepone el interés de la corporaciones al de las
instituciones democráticas. Pero el primer ministro canadiense
Trudeau y los gobiernos europeos saben que el CETA está herido de muerte
y que el debate que han intentado eludir es ya inevitable.
Este acuerdo no sobrevivirá al control democrático
y al largo proceso de ratificación durante los próximos meses. El
acuerdo entre la UE y Canadá sobre los derechos del inversor, la
cooperación reguladora y el comercio pronto se enfrentará a una votación en el Parlamento Europeo
y a muchas votaciones para su ratificación por los parlamentos de los
28 países de la UE. La legalidad de este controvertido sistema que
permite a las transnacionales demandar a estados (conocido como el
Sistema Judicial de Inversiones o ICS) también está pendiente de una
sentencia del Tribunal de Justicia Europeo y del tribunal constitucional
alemán. Este escrutinio legal será otro torpedo a la línea de flotación
del CETA.
Pero los parlamentos regionales de Bélgica no estaban solos. Miles de
regiones, ciudades y distritos de toda Europa se han opuesto a CETA y
otras ofertas de similares que proponen dar derechos exclusivos a las
multinacionales. Millones de ciudadanos han firmado peticiones y salido a las calles.
Entre ellos los trabajadores, agricultores, organizaciones de
consumidores, jueces, taxistas, médicos y maestros. Han hecho un
llamamiento para la protección de los servicios públicos, la salud, el
medio ambiente y los derechos sociales y laborales de los peligros de
los tratados internacionales que dan poderes inversores privilegiados y
limitan las decisiones democráticas en el nombre de "comercio".
Porque
el problema no es solo el ICS. El principal objetivo del CETA es
eliminar los “obstáculos al comercio”. No sólo las barreras
arancelarias, que son pocas, sino las diferencias entre la legislación y
los reglamentos entre la UE y Canadá. Esta eliminación de “barreras no
arancelarias” significará un asalto a las medidas de protección pública,
poniendo en peligro el derecho de los gobiernos a regular para proteger
la salud pública, el medio ambiente o los derechos sociales.
Cada
vez es más fuerte el movimiento de oposición a este modelo de
globalización que pone los intereses de las corporaciones por delante de
las personas y el planeta. Los vamos a parar.
Fuente: greenpeace.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si quieres hacer un comentario sobre este articulo, hazlo aquí, gracias.