La vida depende, entre otras cosas, de la proporción de nitrógeno (N) y fósforo
(P) que está disponible en el medio. Normalmente hay mucho más
nitrógeno que fósforo, y las especies han evolucionado para vivir en
estas condiciones. Pero, si esta proporción se altera, los organismos
reducen su capacidad de crecimiento y mantenimiento de las funciones
vitales.
Un estudio publicado en la revista Ecology Letters, en el que han colaborado Josep Peñuelas, investigador del CSIC en el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF)
y Jordi Sardans, también del CREAF, ha analizado la proporción de
nitrógeno y fósforo en diferentes ecosistemas de agua dulce del mundo.
Los investigadores han constatado que esta proporción se está alterando en las cuencas fluviales donde la actividad humana es más intensa y donde hay más población.
"Si un río o un lago se encuentran en buen estado, lo más habitual es
que encontremos bastante más nitrógeno que fósforo, de modo que, si las
algas y las plantas acuáticas no crecen más, es sobre todo por falta de
fósforo", explica Peñuelas.