Alquilfenoles,
bisfenol A, metales pesados o compuestos orgánicos volátiles son
algunas de las sustancias presentes en productos cotidianos.
Ftalatos,
retardantes de llama, compuestos perfluorados, alquilfenoles, bisfenol
A, metales pesados o compuestos orgánicos volátiles son algunas de las
sustancias presentes en productos tan cotidianos como los de aseo
personal, cosméticos, limpieza, alimentos, muebles o menaje, «al amparo a
veces del secreto comercial que permite a la industria un etiquetado
sin demasiados detalles, denunció este martes la Fundación Vivo Sano.
Para
concienciar a los ciudadanos sobre la composición de los productos que
usan a diario, esta fundación ha puesto en marcha la campaña «Hogar sin
tóxicos», dirigida por el experto en temas ambientales Carlos de Prada y
respaldada por Greenpeace.
Detergentes,
geles de baño, lociones y cremas hidratantes, ambientadores,
desodorantes, perfumes, friegasuelos, sprays, pesticidas domésticos,
alimentos elaborados… «Todos vienen etiquetados y eso da una falsa
sensación de seguridad, porque las etiquetas no son detalladas», explica
Carlos de Prada.
Para
apoyar sus palabras, De Prada muestra toda una batería de etiquetas de
productos que están a la venta ahora mismo en cualquier supermercado.
«Donde pone tensioactivos no iónicos puede haber, por ejemplo,
alquilfenoles, entre los cuales hay sustancias que pueden ser tóxicos
reproductivos.
Y
raro será encontrar una etiqueta donde se alerte de la presencia de
sustancias tan preocupantes como los ftalatos, los éteres de glicol
basados en el etileno, el 1,4 dioxane, los compuestos perfluorados, etc,
y eso a pesar de que infinidad de investigaciones científicas asocian
estas sustancias a problemas sanitarios incluso a niveles muy bajos de
concentración. Sin embargo, a diferencia de lo que sucede con el tabaco,
no se nos informa debidamente ni se nos alerta de estos riesgos»,
critica el director de la campaña.
La
responsable de la campaña de contaminación de Greenpeace, Sara del Río,
denuncia la «falta de transparencia industrial» que permite que
tengamos al alcance, dispersemos por nuestro hogar o incluso apliquemos
directamente sobre nuestro cuerpo sustancias químicas tóxicas de manera
totalmente inconsciente.
«El
volumen de sustancias químicas producidas por el hombre se ha
multiplicado extraordinariamente, pasando desde el millón de toneladas
anuales que se producían en 1930 a los centenares de millones de
toneladas que se producen anualmente hoy en día.
Algunas
están estudiadas, pero muchísimas no y, lo que es peor, pueden provocar
efectos combinados que desencadenan un "efecto cóctel" de consecuencias
imprevisibles y que sólo veremos con el paso de los años si ninguna
administración responsable pone remedio», advierte.
El
científico Jesús del Mazo, del Centro de Investigaciones Biológicas del
CSIC, señala que existen estudios epidemiológicos y ambientales sobre
el incremento de alteraciones en el ámbito de la reproducción y el
desarrollo gonadal, tanto en humanos como en animales.
«En
nuestro entorno cotidiano existen sustancias, llamadas disruptores
endocrinos por su potencial efecto adverso en nuestro sistema hormonal,
que parecen estar relacionadas con el actual aumento de cánceres
testiculares, malformaciones genitales, disminución de la calidad y
cantidad espermática, etc. Son sustancias particularmente activas en
etapas embrionarias e incluso pueden tener un efecto transgeneracional,
por lo que es urgente aumentar la investigación sobre sus potenciales
efectos que permita dictar normas que nos protejan a nosotros y a las
generaciones futuras», afirma.
Un
ejemplo muy estudiado de una sustancia química a la que nos exponemos
en la vida cotidiana es el bisfenol A. Cientos de investigaciones
científicas lo asocian a problemas sanitarios como la alteración de
nuestro sistema endocrino y trastornos hormonales. Recientemente la
Unión Europea prohibió su uso en biberones infantiles.
«Sin
embargo, el bisfenol A sigue presente en el interior de un alto
porcentaje de latas de comida sin que nadie lo impida. Ni siquiera se
informa de ello a los consumidores, lo cual viola su derecho a la libre
elección de a qué riesgos quieren exponerse o no. Esto, evidentemente,
limita nuestra posibilidad de proteger nuestra salud», comenta Carlos de
Prada.
Para
poner coto a esta situación, los organizadores de la campaña han
enviado misivas a los responsables de Sanidad y Medio Ambiente del
Gobierno central y de las comunidades autónomas, así como a las
comisiones de Sanidad y Medio Ambiente del Congreso y el Senado,
reclamándoles que tomen cartas en el asunto y promuevan medidas que
pongan fin a esta amenaza para la salud pública.
Fuente: http://www.abc.es/20121016/sociedad/abci-toxicos-expuestos-hogar-201210161648.html
Buenísimo artículo, te invito a añadir la información del mismo revisando lo que se cita en este enlace: http://eslasalud.com/metales-toxicos/ Un abrazo desde Valencia :)
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