08 marzo 2013

¿Diagnóstico? “Síndrome postvacunal frente a gripe A”



Síndrome postvacunal frente a gripe A. Ese es el diagnóstico que obtuvo una persona tras ponerse la vacuna contra la gripe A. Puede no ser un caso aislado.

Su cardiólogo le recomendó que por su afección (una miocardiopatía ligera) se vacunase contra la gripe A, la de la famosa pandemia inexistente. Fue uno de los primeros que se inoculó la vacuna en nuestro país -acordaos de cómo se utiliza el marketing del miedo para promover esta y otras vacunas y medicamentos.
El preparado farmacológico le produjo, durante unos dos meses, una especie de gripe en la que la fiebre no terminaba de quitársele, mucha tos y dolores musculares.

Una vez pasado este tiempo y habiendo finalizado este cuadro, comenzó a sentirse muy cansado. Es un hombre que había dejado de fumar hacía más de 15 años, no bebe alcohol y caminaba todos los días unos dos kilómetros. Comienza a sentirse muy cansado y a sentir presión en el pecho.

A partir de entonces se suceden los altibajos en los que no deja de salir y entrar del hospital. Le pusieron un montón de bolsas de plasma y sangre y le realizaron infinidad de pruebas para ver de donde venía el perder tanta sangre como perdía.


Le repitieron las mismas pruebas una y otra vez, endoscopias, analíticas, hasta que el hematólogo le diagnostica un síndrome linfoproliferativo B, aunque después de este informe, le volvieron a realizar infinidad de prueba hasta que al final el diagnóstico definitivo fue Leucemia.

El caso es que le pusieron ocho sesiones de quimioterapia y en la actualidad toma una medicación nueva cada seis meses, durante dos años, que acaba de finalizar.

El hematólogo que firma el informe que os he enlazado al principio, en el que puede apreciarse que considera el cuadro un Síndrome postvacunal frente a gripe A, cuando la familia habló con él, comentó que no es el primer caso que había ocurrido al respecto.

Así que para evitar estar una semana en cama, tomando mucha agua y zumitos, esta persona ha estado durante meses con la incertidumbre de saber qué es lo que le ocurría y al final ha recibido un diagnóstico que nadie quiere oír. El remedio fue peor que la enfermedad.

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