El tratado de comercio e inversión que negocian Estados Unidos y la
Unión Europea podría tener un gran impacto en la seguridad alimentaria y
el sector agrario europeo. Las normas de
seguridad alimentaria son mucho más laxas en EEUU, lo que implica
menores costes de producción; una situación ante la que no pueden
competir los agricultores europeos. El uso rutinario de antibióticos y hormonas de crecimiento en la producción de carne, prácticas como el lavado de pollos con cloro antes de su comercialización, los altos niveles de pesticidas que se permiten en los alimentos o el uso a gran escala de cultivos transgénicos en EEUU influyen directamente en la seguridad alimentaria y por tanto en la salud de las personas.
Debbie Barker, Directora Internacional del Centre for Food Safety de
EEUU y experta en el TTIP, destacó que “la intención de las empresas y
grupos de presión corporativos es eliminar derechos y garantías
democráticas de la ciudadanía, ya que los consideran barreras al
comercio”. Las diferencias en la producción agraria entre EEUU y la UE
tienen un efecto directo en la salud y el medio ambiente: “la resistencia a antibióticos es ya un problema serio de salud pública en EEUU.
El uso continuado de fármacos en la producción de carne provoca que
muchas personas no respondan a los tratamientos con antibióticos”,
añadió Debbie Barker.