El día 26 de mayo cuando se intentaba poner en marcha la central de
Garoña (Burgos), tras el proceso de recarga, se produjeron vibraciones
en la turbina, lo que obligó a realizar una parada no programada de la
central. Esta parada supone, además, que en estos momentos la mitad del
parque nuclear español no esta funcionando sin que esto cause problemas
en el suministro eléctrico.
La vibración de la turbina, de aumentar excesivamente podría dar
lugar a una rotura de ésta con el consiguiente escape de vapor
radiactivo al edificio auxiliar de turbinas y al medio ambiente. El mal
funcionamiento de la turbina también puede causar un incendio que podría
propagarse al resto de la central con el consiguiente peligro de
accidente severo. Eso fue justo lo que ocurrió en el accidente de
Vandellós I (Tarragona) en 1989. Hay que recordar que en las centrales
de agua en ebullición, como es el caso de Garoña, el vapor radiactivo
llega hasta la turbina. La parada se produjo para evitar este extremo.